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⠀—¿Has notado la sonrisa en su rostro?

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⠀—¿Has notado la sonrisa en su rostro?

⠀El chico albino voltea a verla, su ceja se levanta levemente.

⠀—Ven —llama la pelirroja, haciendo señas para que él se acercará.

⠀El jóven camina tranquilo hacia ella, entre sus manos enjabonadas aún sostiene la taza de cerámica blanca que estaba lavando. Una vez a su lado, ella lo toma por la camisa y hace que pegue su mejilla junto a la de ella.

⠀—Allí. ¡Míralo! —exclama ella, señalando a su amigo.

⠀Sus ojos azulados se posan en el rostro del azabache, sentado en el final de la barra batiendo su café negro --durante su pequeño descanso-- con una sonrisa nunca antes vista por ambos amigos.

⠀¿Cuándo habían dejado de prestarle atención?

⠀—Oh Emma, has descubierto la octava maravilla del mundo —dice su amigo, picandole la nariz y dejándole algo de espuma ahí.

⠀Emma sonríe.

⠀—Más bien, Norman, he descubierto una nueva razón para molestarlo.

⠀La risa de él es lo suficientemente alta como para que sólo Emma lo escuché, haciendo que lo acompañe en esta mientas seca tazas y platos, él sigue enjabonando y enjuagando.

⠀—Par de tortolos, dejen a Ray tranquilo. ¡Realmente es una maravilla verlo sonreír! —la peliverde sale de algún lugar en particular, captando la atención del dúo—. Y sin prender fuego algo.

⠀—La última vez que ví sonreír a Ray, fue hoy en la mañana cuando prendió un cerillo para encender la estufa... —comenta Gillian pensativa, sumándose a la conversación.

⠀Norman y Emma ríen, pensando en la misma situación que su amiga.

⠀Aún así, cada uno acaba volviendo a continuar con su labor.

⠀—Aunque pensándolo mejor —susurra Norman, retomando la conversación con Emma—, hace algunas semanas que se encuentra así. Feliz sin más.

⠀—Eso ya es otro nivel, quizás ya perdió totalmente la cabeza —ríe ella.

⠀El reloj marca las seis y cuarto. Cómo cada jueves a esa hora, el cielo se pinta de tonos anaranjados y la nieve cubre la vereda por la que circulan las personas.

⠀También, a esa misma hora, la campana de la cafetería suena y por la puerta ingresa una rubia de lindos ojos azules. Ojos que lo buscan entre todas las personas y finalmente lo encuentra en el mismo lugar de siempre: al final de la barra, todavía con su delantal puesto y una pequeña, pero linda, sonrisa solo para ella.

𝙘𝙖𝙛é 𝙮 𝙖𝙯ú𝙘𝙖𝙧 𝙧𝙪𝙗𝙞𝙤; 𝙧𝙖𝙮𝙖𝙣𝙣𝙖Where stories live. Discover now