72. 𝒩𝑜 𝓉𝑒 𝓆𝓊𝑒𝒹𝑒𝓈 𝒸𝑜𝓃 𝓁𝒶𝓈 𝑔𝒶𝓃𝒶𝓈

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Diana se mordió los labios y se giró al escuchar esa voz que hacía que su estómago sufriera de pequeños espasmos. Cogió aire con fuerza dejándolo escapar muy lentamente. 

Charles Leclerc. El único hombre que conseguía que se olvidara de respirar. El que le había dado los únicos besos que no podía, ni quería, olvidar. El monegasco entró en la cocina y lo primero que hizo, fue mirar a la rubia. Sintió en ese momento que su cuerpo despertaba a la vida. Diana lo traía loco. Desde el puto momento que la conoció, no lograba quitársela de la cabeza.

La madre de Carlos se acercó a saludarlo muy cariñosamente, así como su hermana Ana, pero el monegasco sólo tenía ojos para la rubia que ya se levantaba para darle la bienvenida.

- Cada día estás más guapo, Charlie -le dijo Reyes, la madre de Carlos, pellizcando sus mejillas- ¿Qué tal la Navidad?

- Bueno...una puta mierda, como todos los años -le contestó él encogiendo sus hombros. La madre de Carlos volvió a abrazarlo, y esta vez, se demoró unos segundos más, como queriendo darle ese calor familiar que siempre faltaba en su vida. 

Momentos después, ella y su hija Ana cogieron un par de cosas de la encimera y salieron de la cocina en dirección al comedor, donde tendría lugar la cena. Y ese fue el momento en el cual Charles prestó toda su atención a la rubia de ojos azules. 

- Diana -la voz de Charles era un susurro sensual, como el que da un amante cuándo está a solas con su objeto de deseo.

- Hola Charles.

Ella nunca lo llamaba Charlie como los demás. Siempre lo hacía por su nombre. Porque ella no era como los demás. Diana se acercó e hizo algo que lo descolocó completamente, lo abrazó. Puso sus manos alrededor de su cuello y pegó su cuerpo al suyo. Él sentía los latidos de su corazón desbocados, al sentir sus dedos acariciando su nuca. 

- Me alegro de verte Charles -le confesó ella separándose de sus brazos. 

- Y yo a ti más. Estas buena que te cagas con ese vestido.

Diana le sonrió, para después, darle una palmada en el pecho. Se enganchó a su brazo para que ambos salieran de la cocina en dirección a ese comedor donde tendría lugar la cena del último día del año.

- Pues usted huele muy bien señor Leclerc -le dijo mientras caminaban juntos.

- ¿Y no estoy guapo, belle?

- Tú siempre eres guapo -Diana le guiñó un ojo a Charlie y él sintió sus mejillas arder. Esta mujer le ponía nervioso y la deseaba a partes iguales. Y ya se estaba cansando de no ser nada de ella. 

La noche iba a ser bastante interesante

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La noche iba a ser bastante interesante. De eso estaba totalmente seguro. 

 

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55LOVE (Runner 1)Where stories live. Discover now