72. 𝒩𝑜 𝓉𝑒 𝓆𝓊𝑒𝒹𝑒𝓈 𝒸𝑜𝓃 𝓁𝒶𝓈 𝑔𝒶𝓃𝒶𝓈

Comenzar desde el principio
                                    

- Apuesto por Charlie -contestó ella con una burlona sonrisa. Carlos rodó sus ojos y asintió. Sabía que se darían cuenta. 

- Pues no descartes a Lenna. La cabrona me conoce perfectamente y sabe cuando me pasa algo -le recordó él aún con sus dedos en su mejilla- bueno, ¿me pongo corbata o no?

- Mejor que no, estás muy sexy sin ella, señor De Luca -le aconsejó ella agarrando esa mano que aún estaba posada en su mejilla. 

- Al final voy a tener que cambiar mi apellido. Cada vez me gusta más como suena.

- Ya te he dicho que sonaba de puta madre, amor. 

Valeria le sacó la lengua y se ganó que él la atrapara con su boca. Se besaron repasando cada centímetro de los labios del otro disfrutando de cada caricia ajena. Carlos la alzó de las caderas y sin dejar de besarla, caminó con ella hasta la cama, donde la dejó caer con mucho cuidado. Se situó entre sus piernas buscándole el dobladillo del vestido, el cual intentaba subir. Agarró sus muslos pasando su mano por debajo de ellos. Levantó la cabeza para buscar su verde mirada, esa que tanto amaba. 

- Esposa, te quiero -le dijo Carlos mirándola a los ojos. Valeria sintió los latidos de su corazón golpeando fuertemente en su pecho. Las manos de su marido se perdían por su cuerpo, acariciándola de una manera tan lenta, que las ganas resultaban ya insoportables. 

- Esposo... fóllame de una vez.

🗓️ MÁS TARDE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

🗓️ MÁS TARDE

Los padres de Carlos habían decidido dar una cena de Nochevieja en casa, para la familia y algunos amigos más íntimos. Le habían pedido a su hijo que invitara a quien quisiera, pues esta noche era para eso, para tener cerca a las personas que querían.

George, Lenna, Lando, Bianca y Diana habían llegado de los primeros. Y ya se habían integrado con el resto de la familia Sainz, a los cuales conocían de otras reuniones familiares. Ya se escuchaba el tintineo de copas y las primeras risas en el comedor, preludio de lo que sería una gran fiesta. 

Diana estaba sentada en la cocina cortando queso y disponiéndolo en los platos, los cuales eran llevados a la mesa por Reyes, la madre de Carlos. Sintió un ligero estremecimiento en su nuca, el cual se intensificó, al escuchar esa voz que le hacía sentir esos pequeños temblores. 

- ¡Ya puede empezar la fiesta que ya estoy aquí!

- ¡Ya puede empezar la fiesta que ya estoy aquí!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
55LOVE (Runner 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora