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la alarma rompió el silencio de la habitación, arrancándome de un sueño tranquilo. mis ojos se abrieron, pero solo encontraron la oscuridad que se cernía sobre la habitación. apagué la alarma con destreza, levantándome de la cama con sigilo para no perturbar el sueño de conny, mi hermana menor

en el baño, la penumbra apenas revelaba los contornos de los objetos. hacía apenas dos horas me había bañado, pero no podía resistir la necesidad de refrescarme un poco más. rebusqué en mi armario y opté por un atuendo sencillo: pantalón, zapatos y una blusa, con un suéter extra para combatir el frío que se colaba por las rendijas

la idea de dejar a conny sola no me agradaba, pero la realidad nos forzaba a ambos extremos de la cuerda. la observé una última vez, sumida en un sueño profundo que, al menos, me brindaba un atisbo de calma

salí de la habitación con cautela, agarré mis llaves y una bufanda, asegurando la puerta antes de abandonar la seguridad del hogar. vivíamos en un complejo de apartamentos en gelsenkirchen, después de que las sombras de la muerte de papá y la negación de la herencia por parte de su familia nos obligaran a abandonar la capital

bajé las escaleras con cuidado, evitando cualquier tropiezo. al llegar al estacionamiento interno. troté hacia el auto que alguna vez fue de mi padre, deteniéndome abruptamente al escuchar un teléfono vibrar cerca de las máquinas expendedoras. al acercarme, encontré un celular abandonado, pero no pude responder a la llamada entrante

un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras examinaba el entorno en busca del dueño del dispositivo. sin respuestas a la vista, me llevé el celular conmigo pensando que era el mío y me dirigí al auto

antes de subir, mi bolsillo vibró nuevamente. era mi propio celular, lo que descartaba la posibilidad de que el que encontré fuera el mío. confundida, contesté, pero no había nadie al otro lado

extraño

me giré y observé a un señor de cabello oscuro buscando algo entre los arbustos cercanos. maldiciones resonaban en el aire mientras manipulaba otro teléfono. mi instinto me llevó a él, y, aunque desconcertada, le mostré el celular que había encontrado

— ¿es tuyo? —pregunté, sintiendo sus ojos penetrantes clavándose en mí mientras se acercaba y arrebataba el dispositivo

su examen me incomodó, y con una forzada sonrisa, me alejé, sintiendo su mirada persistente hasta que estuve lo suficientemente lejos

la ruta de casa al trabajo duraba casi 20 minutos en auto. sin embargo, la extraña cadena de eventos me había retrasado, y la sombra de lo raro se aferraba a cada rincón de mi mente

al llegar al trabajo, me encontré con nat, mi compañero de origen italiano, jugueteando con su celular. sus quejas sobre la hora y la amenaza de irse me recordaron lo precario de mi situación

— encontré a un tipo extraño afuera del complejo —le mencioné mientras me preparaba para la jornada laboral

nat se estiró y bostezó, desinteresado— no es excusa. a la próxima, me voy y dejo todo. hace media hora que debería estar en casa durmiendo

— ya estoy aquí. puedes irte —respondí quitándome el suéter y poniéndome el uniforme del local

— eso es lo que iba a hacer. arrivederci. —nat agarró su bolso y se dirigió al almacén

mi turno empezó, y la cafetería quedó desierta. eran las 02:47, y aún quedaba tiempo. la campana sonó, indicando la entrada de un cliente común, un señor que destacaba su familiaridad con el lugar

— mi hija es muy fan de este lugar —comentó, solicitando un reconfortante latte. sin embargo, sus palabras contrastaron con su aparente incomodidad, eso me intrigó. lo serví rápidamente y él se retiró con agradecimientos

pronto, una chica de cabellos rizados blancos entró, hablándome sobre las noticias de acoso y desapariciones. su monólogo narcisista sobre de que ella era tan hermosa que tenia miedo, no hizo más que incrementar mi incomodidad, pero serví su pedido y la vi partir

cuatro jóvenes siguieron, discutiendo animadamente y generando un alboroto habitual. después de atenderlos, la cafetería quedó sola nuevamente

la hora avanzaba, y un investigador privado llamado yuugo entró, dejando su número y pidiendo un café. su presencia intensificó la extraña atmósfera de la noche

finalmente, al cierre, una chica entró, alertándome sobre quejas de acoso y desapariciones en la zona. mis ojos se deslizaron hacia la cámara de seguridad, pero no detecté nada inusual. a pesar de la tensión, serví su orden, y ella se marchó

eran las 05:57, y la cafetería quedó vacía

suspiré aliviada, me quite el delantal y fui a limpiar las mesas, recogí algunas servilletas que estaban en el suelo y las bote en la basura, mientras barría el lugar, la luz del local se apagó de repente, dejando todo a oscuras me sorprendí por un momento

fui corriendo al almacén donde se encontraban los fusible y sal encender todo otra vez, pude sentir un silencio incómodo. observé el suelo del almacén y habían cajas de leche regadas en todo el suelo, me pareció extraño pero no le di importancia

recogí las cajas y las volví a guardar, espere unos minutos observando la cámara de vigilancia y llegó una de mis compañeras, me saludo y le salude igualmente para luego marcharme 

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⏰ Last updated: Jan 12 ⏰

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devil town.Where stories live. Discover now