O2. Por favor

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Apenas pudo dormir 2 horas. Eso no era bueno.

Todo se le había acumulado. El partido, la declaración de Messi, la presión que todo México había puesto sobre él después del partido contra Polonia.

Pero aún con todo eso encima, estaba frente al espejo preparándose para su cita con Lionel Messi.

Aunque nunca se mencionó la palabra cita.

Trató de arreglar un poco sus rizos. Tampoco quería que Messi pensara que produjo mucho su imagen para él. Aún no tenía idea de que era lo que iba a responder a la declaración de amor.

Claro que a Ochoa le atraía Messi. A sus ojos, era bastante guapo y su aroma nublaba sus pensamientos. Además, era una persona bastante encantadora. Pero, era precisamente todo eso lo que también detenía al omega de pensar a futuro.

Para empezar, la reputación de Messi. ¿Qué dirían los medios? ¿Qué dirían sus fans? Es bien sabido que la comunidad de los deportes, sobre todo la del fútbol, es bastante asfixiante.

Pero la carrera de Messi no es lo único que estaría en juego.

El ojo público desconoce sobre la casta de Ochoa.

En un mundo donde la sociedad desprecia a los omegas que tratan de sobresalir de su rol dócil y débil, sería un espanto ver a un omega en un deporte que es considerado para alfas.

Su carrera se vendría abajo. Todo por lo que trabajó y construyó durante años, sería despedazado en cuestión de horas si la gente lo llegara a descubrir.

Todas esas consecuencias lo inundaban de un gran pesimismo. Pero aún así, no podía evitar sentir un poco de emoción.

Ya sentado en el restaurante del hotel, trató de relajarse y apaciguar sus pensamientos que lo estaban carcomiendo vivo.

Y sí, sus pensamientos se detuvieron, pero esto se debía a la presencia de un alfa y el olor a mate que emanaba de él.

Afortunadamente, está vez Ochoa si fue precavido al tomar sus supresores.

— Memo, me alegro que hayas decidido venir. Tenía miedo de que no llegaras. — Se sentó frente a él y lo miró con esa carismática sonrisa que lo caracterizaba y que hacía la ansiedad del moreno aumentar.

— No podría ser capaz de hacerte una grosería como esa. — No se atrevía a mirarlo a los ojos. Su pierna izquierda parecía que tenía vida propia por la forma en la que se movía tan frenéticamente.

Ambos ordenaron lo que iban a comer. Ochoa trataba de ordenar lo caótico sus pensamientos para tratar de expresarlos al argentino frente a él, pero le resultaba imposible.

Quizás en otro contexto se lo habría tomado con más calma.

— No tenés porque estar nervioso. — Mencionó Messi al notar el obvio nerviosismo de Memo. — Te dije que no era necesaria una respuesta pronta.  Sólo quería tener un desayuno agradable con vos y conocernos un poco más, conversar un poco.

— Está bien — Respiró profundamente. — Es solo que el partido de hoy y esto me tiene algo estresado…

— Entiendo lo que querés decir. Cómo sabrás, este es mi último mundial, todo el pueblo argentino está expectante a pesar de cómo resultó nuestro último partido. — Confesó con el fin de hacer sentir mejor a Memo. — No tenés que pasar por todo esto sólo. Ambos conocemos la presión de estar en está profesión, podemos apoyarnos el uno al otro. — Tomó la mano del omega disimuladamente.

Ochoa en seguida se alarmó, ¿qué pasaría si alguien los veía o les tomaba foto en esa situación?

— Tranquilo, nada malo va a suceder. — Intentó tranquilizarlo acariciando su mano con su pulgar. — Memo… Sé por lo que estás pasando. Yo mejor que nadie lo entiendo, y te aseguro que yo y mi selección haremos lo posible para que ambos pasemos a octavos.

— ¿Tú y tu selección? ¿Por qué? — Confundido por su comentario su ceño se frunció ligeramente.

— Cómo te mencioné antes… Este mundial es importante no sólo para mí, si no para todo mi país. si no llegáramos a pasar a octavos realmente sería una noticia devastadora. — Aumentó ligeramente la fuerza del agarre de su mano con la del moreno.

— No estoy comprendiendo lo que estás intentando decirme. — La duda se hizo presente en su tono de voz.

— Lo que quiero decir es… — Tomó una bocanada de aire intentando encontrar las palabras adecuadas. — Sé que intentarán empatar con Argentina hoy. No permitas que eso suceda.

— ¿Qué? — Ochoa soltó el agarré de su mano con la de Messi.

— Sé que suena descabellado, pero por favor, esto no pondrá en peligro a México en el mundial, yo me encargaré de qué eso no sea así. — Trató de aclarar lo que estaba diciendo.

— ¿Me estás pidiendo que traicione a mi selección? ¿Y cómo se supone que te encargarás de que México sí pase a octavos? — De repente, Ochoa se sintió estúpido por llegar a creer que esto sería una cita.

— Permíteme explicarte, por favor. — Posó su mirada en él. — Necesitamos los puntos para poder pasar a octavos. Si logran ganar por dos goles o más a Arabia Saudita sin que ellos les metan un gol, y nosotros logramos meter más de dos goles a Polonia, ambos lograríamos entrar a octavos. Es solo un pequeño sacrificio. Cómo te mencioné antes, hay que apoyarnos los unos a los otros. —

— Yo… Lo que me estás pidiendo no sé si pueda… — Jamás pensó que le llegaría a proponer tal cosa. — ¿Y cómo están tan seguros de que pueden ganar a Polonia? Ni siquiera le ganaron a Arabia Saudita.

— Nos confiamos un toque. Eso es algo que no volverá a pasar. Pero yo te aseguró que no permitiré que por mí no pasen. Memo, vos me importas. Jamás dejaría que algo malo le pase a la persona que amo. — Esto último hizo que Memo enseguida bajara la guardia. Sus palabras realmente tenían impacto en él. — Por favor, pensalo un poco. Entiendo que tenés mucho que procesar. — Messi se levantó de su asiento y se despidió de Memo dándole una palmada en el hombro.

Por el contrario, Memo se quedó en la mesa del restaurante tratando de reflexionar acerca de todo lo sucedido.

¿Traicionar a su selección por el amor de un alfa? ¿O dar lo mejor de sí?

Tenía mucho sobre lo que pensar, y la decisión era para ese mismo día en la noche.

Secreto tras vestidores | MessichoaWhere stories live. Discover now