Luego de todo el desastre que fue para Juan el enterarse que era hijo del Profeta, sus poderes lo llevaron a otra dimensión.
¿Cuál es el problema de esto? Que en su mundo dejó a otro Juan, uno que está ahí para sembrar el caos.
『 - Se shipean cubito...
Ah no, eso sí que no. Las únicas personas que le habían visto la cara eran sus amigos más cercanos, y estaba seguro que casi todos fue por accidente. La única persona a quien verdaderamente tuvo la intención de dejarle mirar su rostro fue a Carre, y eso porque el otro le insistió tanto que al final se rindió. Por el resto habían visto su cara cuando dormía, mientras comía, cuando tenía pequeños problemas para ajustarla; nunca le había dejado a nadie verlo sin la máscara.
Bueno, eso era mentira.
Habían dos personas a quienes no les negó verle la cara; la primera fue a Carre, siendo este por básicamente molestarlo hasta que lo consiguió. La segunda persona en verle la cara fue Juan, el Juan que conocía.
Recordaba perfectamente que había sido debido a una pelea que estaban teniendo, donde en un descuido Juan le quitó la máscara. Spreen recuerda bien el pánico que sintió cuando los ojos de Juan se abrieron como platos al verle la cara, así como recuerda su propia desesperación por intentar cubrirse y evitar que el castaño lo viera.
Y ese recuerdo es especial para él, pues pese a que sabía que Juan estaba curioso por ver su rostro, en cuanto se dio cuenta del miedo del oso apartó la mirada y le entregó su máscara, todo esto sin mirarlo de nuevo hasta que el híbrido tuvo el rostro cubierto. Recuerda preguntarle por qué había dejado de mirar, y sin quererlo las palabras del hechicero habían comenzado a hacer estragos con él desde ese día.
"-Si algún día voy a ver tu cara, quiero que sea porque me dejas hacerlo; además verte con miedo es sorpresivamente molesto, no me gusta verte así."
-¿Hola?, ¿todo en orden?
Y fue la voz del castaño lo que lo trajo de regreso a la tierra, notando a la otra versión del hechicero aún frente a él, con una expresión confusa por su reacción.
-Oye, si es tanto pedo entonces podemos negociar algo más. Yo que sé, aunque sea una foto.
-¿Por qué tanto interés en ver mi cara?
-Porque desde que nos conocimos llevas esa pinche cosa apestosa, y la verdad es que quiero ver si escondes que estás culero o yo que sé.
-... Mira hijo de puta-
-Me amenazas luego, ¿si?, vamos a reventarle la casa a Reborn.
Spreen no reaccionó de inmediato cuando el castaño lo tomó del brazo y lo comenzaba a arrastrar fuera de su ciudad, solamente fue capaz de hablar cuando sus empleados gritaron su nombre, seguido de preguntas de a dónde se dirigía.
-Sigan trabajando, tengo que encargarme de un asunto.- Fue todo lo que respondió para después dejarse arrastrar por el colombiano hacia los portales al Pueblo Verde.
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Juan mentiría si dijera que no estaba orgulloso de su trabajo. Era una sorpresa sin embargo darse cuenta que había sido un trabajo colaborativo.
Es que hasta raro sonaba decir que había sido un trabajo en conjunto.