Capítulo 1 - Odio.

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El amor es un sentimiento que los vampiros consideran superficial, ambiguo, mientras que los humanos lo consideran lo más hermoso y maravilloso del mundo. Así era como se sentía Yuuji Itadori cada vez que veía a aquel chico llamado Megumi Fushiguro, a su lado.

Desde aquel día en el que intercambiaron sus contactos se habían visto día sí y día también. Todo estaba yendo sobre ruedas entre ellos dos, y Yuuji no podía evitar sentirse la persona más afortunada del mundo, sabiendo que aquellos hermosos orbes en aquel momento solo le miraban a él, y a nadie más.

¿Y qué es lo opuesto al amor? El odio. Aquel sentimiento es lo que siente Itadori hacia los vampiros, aunque en sí todos los humanos lo sienten. Odiaba todo lo que estos seres le habían hecho a su familia, sobretodo a su padre. El único recuerdo que tenía de él era como un vampiro asesinaba a sangre fría a su padre, mientras él lo veía todo desde su escondite, desde su armario. Desde aquel día se prometió a sí mismo odiar a los vampiros, como si su existencia se justificara con ello.

Yuuji no era una persona que odiara, al menos no sin motivo, pero en aquel momento su odio estaba más que justificado, los vampiros le habían arruinado la vida, y él a pesar de todo había tenido que continuar adelante. Ellos habían matado a su padre a sus 5 años y a su madre también, solo que esto fue cuando tenía 1 año y no lo recordaba. Por suerte había tenido siempre a su abuelo alado pero, ¿a quién vamos a engañar? Su abuelo era su abuelo, no su padre. Nadie podrá reemplazar jamás el dolor de no tener a su padre a su lado, dándole consejos y haciéndole sentir orgulloso, simplemente porque el amor de un padre no se lo puede dar nadie, ni siquiera una pareja.

Tampoco buscaba que nadie le tratara de aquella forma, él solo había querido tener a su padre, pero no quería a nadie más en aquel aspecto para que ocupara su lugar, quería a su padre, y punto. Cada quién debía tener su lugar, tampoco podía ser tan egoísta como para haberle pedido a su abuelo que fuera el sustituto de su propio hijo.

Sus orbes rodaron por todo el paisaje, apoyando su espalda en el tronco de aquel árbol, sintiendo su corazón latir con rapidez al notar como aquel hermoso azabache que le había conquistado el corazón como un conquistador haría, ponía su cabeza sobre el regazo de Yuuji, dejándola descansar en aquel lugar. Ahora que se fijaba, Megumi lucía cansado, y quería preguntar, preocuparse por él y demostrarle que estaba para él, pero temía estar yendo muy rápido y asustarle e incomodarle.

Subió su mirada hacia el cielo azul y soleado, sintiendo como el Sol abrasaba toda su piel. Ya mismo iba a empezar el verano, y Yuuji ya empezaba a estar demasiado acalorado. Bajó su mirada, no solo para que los rayos del Sol no le cegaran, sino para observar la hermosura de aquel hermoso lienzo que quería pintar con sus manos y labios, acariciando todo su cuerpo y susurrándole todo tipo de palabras de amor.

Megumi Fushiguro le tenía completamente loco, y eso le asustaba tanto como le encantaba.

Escuchó unos breves murmuros salir de los labios del menor, pero no les tomó demasiada importancia, parecía estar atormentado con algo, día sí y día también, pero no parecía tener intenciones de querer decírselo. Itadori lo entendía completamente, ya que solamente llevaban casi 3 semanas hablándose y tratándose de aquella manera tan especial, cálida y fantástica. Tampoco quería agobiarle ni hacer que se sintiera obligado a contarle sus problemas personales.

— Yuuji — Escuchó su nombre salir de aquellos labios que tanto ansiaba probar — Debo irme — Pero para su desgracia, tampoco sería aquel día.

— Oh, entiendo. ¿Te llevo a casa? — El Fushiguro negó con la cabeza ante aquella oferta, a lo que Itadori agachó la cabeza, decepcionado.

Quería ir con él, acompañarlo y estar un rato más hablando sobre temas triviales, o simplemente dándose la mano, intentando demostrarle su amor en aquel efímero contacto. Quería decirle que le amaba y besarle hasta quedarse completamente satisfecho, pero como siempre, no quería ir deprisa, y temía estar haciéndose falsas ilusiones.

— Mañana iré a verte, ten preparado mi café — Esbozó una sonrisa, acercándose a Yuuji.

En aquel momento el corazón de Itadori se detuvo como un temporizador recién finalizado, sintiendo como explotaba, como si fuera una bomba. Sus mejillas se tiñeron de un intenso rojo al notar como el de ojos color mar le acababa de dar un beso en aquel lugar.

Escuchó como el menor soltaba una risita ante la mueca del castaño. Aquella risa sin dudas no se le quitaría a Itadori jamás de la cabeza, la reproduciría en su corazón hasta su lecho de muerte.

Oyó como el azabache se despedía, a lo que levantó su mano, en señal de despedida, completamente embobado con su figura, reproduciendo en su mente una vez y otra también los labios del Fushiguro sobre su mejilla mientras cerraba los ojos. Aquel contacto había durado dos segundos, pero en su corazón durarían años y años. No quería olvidar jamás la curvatura de sus sabrosos labios amargos con sabor a delicioso café.

Le vio irse con prisa, preguntándose a dónde iría. Quería pensar que iba a ir a su casa, y de hecho eso pensó. No, no iba a comportarse como un celoso posesivo y comenzar a sobrepensar. Aquel chico era como un ángel caído del cielo, era imposible que jugara con él.

El problema, ahora pues, es que era la primera vez que Yuuji se enamoraba, y temía ser insuficiente. Tal vez por ello tomó la decisión de seguirle. Tenía miedo de ser reemplazado.

Lo que no sabía es que se arrepentiría completamente de haberlo seguido.

La verdad a veces podía ser la peor de las torturas, y más si la descubres por ti mismo porque la persona que amas te engañaba sin escrúpulos.

Porque sí, incluso el amor duele.

Oh Shit, a partir del próximo capítulo ya viene el sufrimiento

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Oh Shit, a partir del próximo capítulo ya viene el sufrimiento. Incluso yo sufrí escribiendo esta historia, me dolió mucho porque ninguno de los dos tiene la culpa de nada. En fin, ya veréis.

Creo que no tengo nada que aclarar en este capítulo, en el próximo posiblemente sí, pero en este nada, así que me despido aquí, ¡nos vemos!

—  ඩා

De tu amor nace mi odio - ItaFushiWhere stories live. Discover now