𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟥

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Una mano rosando mi mejilla me hizo despertar. Extrañamente, tuve un nombre que espetar aquel día, sin embargo, comprendí a la perfección que sería imposible que fuera él, por lo que cuando mis ojos se abrieron por completo, lograron visualizar sentado en la camilla contigua de en donde yo yacía recostada al rebelde Ichigo. Su mano sobre mi rostro fue removida con inmediatez tras mi despertar para poder volver a tomar su postura inicial.

—Un uno —comenzó de pronto a decir, al tiempo que me mostraba una moneda emergida del bolsillo de su saco—. Sabes lo que cuesta para un seguidor conseguir una moneda como esta —continuó haciéndola pasar entre sus dedos con una extraordinaria agilidad hasta que la detuvo frente a mis ojos—. Las personas podrían imaginar que este simple uno no puede afectar en nada a nadie, sin embargo, piense que este uno podría ser la diferencia entre ser salvado o condenado. Que una moneda como esta me salvó de la esclavitud de un fuerte, mientras que a usted, la condenó a estar a la merced de alguien como yo, un seguidor.

Dedicó una nostálgica mirada a aquella moneda, al tiempo que yo solo fui capaz de sentir desprecio ante tales palabras, pues de alguna manera, todas ellas eran muy ciertas.

—Es una mujer muy difícil de matar, sabe. Creí que no despertaría después de aquel profundo sueño en el que se sumergió por casi un día —no fue hasta ese instante que observé el sitio y me percaté que eso no era más la prisión sino la enfermería del palacio.

Realmente aquella tortura debió dejarme en graves condiciones como para terminar por despertar en ese sitio, pensé.

—Cuando me contaron que había luchado como toda una guerrera en la ciudad de Hidal me costó creerlo, aunque he de admitir que ya me ha convencido de su valentía, princesa.

—Quién te lo dijo, ¿Diego? —respondí con suma furia—. ¿Te contó también ese bastardo cómo fue que acabó con la vida de Magnolia por igual? —conseguí removerme ligeramente de la cama sin éxito, pues mi cuerpo dolía al mismo grado que mi sedienta garganta suplicaba un trago de agua, siendo que mis labios se partían en cada movimiento realizado por ellos. Mi voz era rasposa y se esforzaba en salir debido a la sofocación sufrida en el pasado.

—Sí, sombra me lo contó. Y si continúa llamándole de esa forma, se ganará cada venida a este lugar ¿lo comprende? —el tono de su voz sonó más como un consejo que advertencia.

—En ese caso, valdrá la pena.

Para mi confusión Ichigo solo sonrió.

—Eres como ella —susurró.

—¿Es por eso que me mantienes con vida? —me decidí a mirarlo fijamente—. ¿Soy lo más parecido que encontrarás a Vanss? —pronunciar su nombre le alteró, por más que fingiera que no, ocultándose como siempre en esa sonrisa suya.

—Usted nunca será ella, aunque si continúa por el mismo camino no dude que acabará de la misma forma.

Algo en mí me hizo comprender el nombre de su debilidad y sin duda lo utilizaría a mi favor si eso me brindaba algún tipo de ventaja, aunque Ichigo consiguió dar vuelta a la conversación.

—Tengo dos teorías —comenzó—: O no sabe en dónde se dirigió realmente su hermano, o realmente es una excelente mentirosa.

—¿Y qué crees que sea yo? —reté.

—Pienso que es muy fuerte de mente. Y ya que Sombra tuvo su oportunidad y lo único que consiguió fue hacernos perder un día, me parece que es mi turno.

II. LA NACIÓN EN LLAMAS 🔥Where stories live. Discover now