Luego de todo el desastre que fue para Juan el enterarse que era hijo del Profeta, sus poderes lo llevaron a otra dimensión.
¿Cuál es el problema de esto? Que en su mundo dejó a otro Juan, uno que está ahí para sembrar el caos.
『 - Se shipean cubito...
Habíanperdidocomunicación con el Pueblo Verde, quién sabía si era para siempre.
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—Carre, Robleis, Mariana, ustedes son panas y ciudadanos de Spreenfield, así que tienen vía libre para hacer lo que quieran. Pero me llego a enterar que se mandan alguna cagada y se me va a olvidar que somos amigos, ¿quedó claro?
Luego de que los portales fueran destruidos, el Patrónhabía ordenado construir una alarma especial para el lugar; si a alguien se le ocurría reconstruirlo y recuperar la comunicación de los pueblos él se enteraría y se encargaría de castigar a quien haya osado desafiarlo.
Si pensaban que los castigos de Xena eran malos era porque no se habían topado nunca a alguien como él.
Cuando los tres hombres fueron sacados de su oficina, el híbrido y el vikingo quedaron solos en la oficina con las tres chicas; dos de ellas lo miraban con odio, y la otra no podíadespegar su vista del suelo.
Mayichi se sentíaculpable por todo loquehabía dicho, realmente no le gustaba la confrontación, no le gustaba pelear con la gente que quería.
Por ello nunca le reclamó nada a Cris cuando se enteró del beso, por eso nunca peleó con Aroyitt por haberla traicionado, por eso nunca habíalevantado la voz del modo en el que la habíaalzado en contra del oso. Por eso no podía mirarlo a la cara, le daba vergüenzadarse cuenta que había hablado de más, con el enojo del momento y el estrés que al final de cuentas no era enteramente culpa del híbrido.
—Entonces, señoritas— Las tres escucharon su voz, y Mayichi casi podía jurar que vio a Aroyitt apretar la mandíbula, comoconteniendo la rabia.—, ¿qué haré con ustedes? Tipo, Mayichi sigue siendo ciudadana de Spreenfield, no debería haber mucho problema. Pero ustedes dos...
—¡No te tenemos miedo, animal!— Cristinini le escupiócuando lo vio acercarse, sacando un gruñido de advertenciadelhíbrido; pero esto no la intimidó, sólo la motivó a provocarmás.— Si, si, ¡gruñe lo que quieras, oso! Pero cuando el pueblo se entere de loque haz hecho—