〔 Capitulo 5 〕

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—Les va a quitar las ganas de romper las bolas.

—¡Esto es absurdo, Spreen!

—Para vos, pero los demás están de acuerdo. De hecho, es bueno que estén acá— Dicho esto, el Patrón chasqueo los dedos, y el grupo fue separado de Noni, Tanizen y Julio, mientras que los demás quedaban inmovilizados por los soldados del oso.—, ninguno se va de acá, pero ustedes dos son libres de irse. Spreenfield no necesita traidores en sus líneas.

—¡Perdiste la cabeza!— Le gritó la castaña, comenzando a lograr que el oso perdiera poco a poco la paciencia.

—Intento proteger tu hogar.

—¡Esto ya no se siente como un hogar desde que empezaron sus pleitos estúpidos!

—¿Y qué querías, eh?, ¿que nos siguieran atacando hasta quedarnos sin nada?

—¡No parece tan malo viendo lo que es ahora!, ¿¡qué te crees, un dictador!?

—¿Dictador yo?, ¿qué mierda hablás?, ¿querer proteger el pueblo donde he vivido los últimos meses es cosa de un dictador?

—¡Estás lastimando gente que nunca te hizo nada!, ¡no puedes castigar al mundo por tu propia pérdida!

—¿¡Y qué sabés vos que te montaron cachos tu mejor amiga!?, ¿¡me vas a venir a hablar a mí sobre relaciones y sentimientos!?

—¡Aparentemente tengo qué!, ¡porque te la pasaste siendo un cobarde y ahora la persona que amabas está muerta!

Todos los presentes habían guardado silencio, y ambos, híbrido y castaña, desearon no haber dicho lo que dijeron cuando cayeron en cuenta de lo que habían soltado. Se habían prometido ser el confidente del otro, guardar sus secretos hasta la tumba y nunca llegar a algo como esto; nunca pensaron que llegarían a pelear a un nivel donde utilizarían las cosas que sabían del otro para atacarse.
Y sin embargo ahí estaban, sintiendo la misma culpa por hablar, pero solo uno de ellos siguió escalando en la cúspide de la rabia.

—Si, Juan se murió.— El oso la empujó fuera de su camino, haciendo que Carola la sostuviera para evitar que se moviera.— Y los traidores tendrán el mismo destino; así que, Noni, Tanizen, a partir de hoy son considerados traidores de la Gran Spreenfield. Vuelven a poner un pie acá y sus cabezas van a decorar mi oficina.

Y dicho esto, el grupo que planeaba escapar tuvo que ver cómo sus amigos eran enviados a través del portal. Y aunque fácilmente podrían haber ido tras ellos, no pudieron prevenir que el argentino tenía explosivos encima, colocándolos en el portal y volándolo en pedazos.

〔Why'd It Have To Be Him?〕; SpruanWhere stories live. Discover now