Los panes de la tienda de la esquina

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Los panes de la tienda de la esquina nunca me gustaron, sin embargo cada domingo compraba algo, no tiene sentido, ¿Verdad? Hacer algo que no te gusta, sin embargo empieza a tener sentido cuando te digo esto, detrás del mostrador se encuentra un chico, un chico de cabello largo, negro y sedoso, más alto que yo, de piel pálida, una hermosa sonrisa con la que revela su impecable dentadura, con las manos más suaves del mundo y su mandil con el logo de la panadería.

La primera vez que fui a la panadería fue por un descuido, era la encargada de llevar un pastel al cumpleaños de mi hermana, lo cual había olvidado por completo, así que me desvíe del camino y convenientemente en una esquina estaba la panadería con sus grandes ventanales, entre y me recibió una luz anaranjada cálida, me dirigí al mostrador, estuve por un rato contemplando las opciones cuando escuché su voz, "¿Te puedo ayudar con algo?", me tardé unos segundos en encontrar la fuente de aquella voz grave, y cuando lo hice me quedé tan embelesada que no pude asentir, simplemente negué.

Lo siguiente que sucedió fue que elegí después de varios segundos es pastel ubicado en la segunda repisa, un pastel de dos pisos, con crema batida y fresas, bizcocho de vainilla con detalles de menta, mi hermana es fan de la fresa y no le gusta mucho el azúcar, así que cuando lo vi supe que era el indicado, lo mismo sucedió cuando volví a ver al empleado, era el indicado.

—Llevaré éste, por favor. –indiqué sin dejar de verlo.

—¿Es un regalo? Tenemos cajas especiales para regalo. –ofreció un tanto roboticamente.

Lo medité por unos segundos, mi hermana sabía de todo esto, para nada era una sorpresa, bueno, inicialmente si era una sorpresa, solo que a alguien no diré nombres se le salió, o mejor dicho no prestó atención cuando hablaba por teléfono mientras planeaba los últimos detalles.

—Por favor. –acepté gustosamente, después desvié la mirada hacía un reloj en una de las paredes, casi se me salió el alma cuando vi la hora.– Bueno, pensándolo bien, no es necesario.

Aquel chico que dejó mi corazón latiendo más rápido de lo normal asintió, hizo el pedido y sacó el pago. Pagué, tomé el pastel y salí del local. No pasó más, como era de esperarse, fue nuestro primer encuentro, supongo yo que él pensó en mi tan solo como una cliente más, pero para mi fue mucho más que eso, no soy el tipo de guiarse por las apariencias, era en sí un hábito bastante extraño de mi, nunca perdía la oportunidad de imaginarme la vida de los demás, sí me encontraba en el transporte a un señor pensaba, ¿será oficinista? Luego me fijaba en los detalles, como sí usaba o no portafolio y así hasta armar una historia sobre su vida.

Había veces en las que me sentía mal, y pensaba que justamente en ese momento en el cual no era mi mejor día, para alguien más sí lo era, y no solo era el mejor día de una persona, sí no de varias, pasaba lo mismo cuando tenía un buen momento, de esa forma me mantenía humilde y me ayudaba a no tomarme las cosas por hecho.

Sabía que la vida eran muchas cosas, pero para nada era una línea constante y tranquila, parecía más una montaña rusa, en donde podía estar cayendo en picada y después elevarme.

Tenía otra costumbre, disfrutaba los días, no porque pudieran ser los últimos, sí no por lo que eran, eran pequeños fragmentos de todo el tiempo en donde yo existía y gracias a ello me daba cuenta que a pesar de ser tan solo un punto en el universo y un pequeño tiempo durante toda la existencia, ser un punto y un momento ya era mucho que decir, y eso es sin duda algo importante, porque a pesar de que hay muchos más, hubo muchos más y abra muchos más, yo estaba ahí justo en ese momento y justo en ese lugar, y tengo la oportunidad, la bendición diría yo de estar ahí.

Así que, a la semana siguiente regrese, no iba por algo en particular, me desperté sin mucho por hacer y decidí ir a dar una vuelta, me encontré frente a la panadería, así se me hizo la costumbre de ir una vez a la semana, esa vez compre un emparedado, que incluso ahora no estoy segura de lo que era, solo que fue una mezcla de sabores emmm bastante interesante y desordenada por decir menos.

Cuando iba nunca hacía nada, a veces estaba aquel chico y a veces no, después de un tiempo me di cuenta que solo trabaja ahí medio tiempo, desconozco lo que haga con el resto de su tiempo.

A pesar de habernos visto varias veces seguíamos siendo un par de extraños, e'no sabía mi nombre, ni yo conocía el suyo, cuando le conté a mi hermana se emocionó tanto, me imagino que es porque hace tiempo que no había estado interesada en nadie, había estado demasiado ocupada en mis estudios y tener una relación nunca estuvo en ninguna de mis prioridades, claro, estuve en un par de relaciones, pero nada que funcionara a mi parecer, al final siempre fuimos dos personas con direcciones diferentes que por una causa u otra chocaron como dos líneas y nunca más se volvieron a encontrar, a medida de que avanzaba el tiempo se distanciaron tanto que se perdieron en el espacio.

Un día de lluvia lo encontré de regresó de trabajar, ese día las calles se encontraban inundadas, por lo que tuve que tomar otro camino, estaba sacando el agua del local, las grandes ventanas estaban llenas de gotas como todo. Aparqué el auto y baje a darle una sombrilla, al inicio no entendió, pero con el tiempo pienso yo se dio cuenta de quien era por su comentario.

—Hoy no es domingo. –dijo de la nada provocando que me riera. 

—Toma. –le dije extendiendo mi brazo con la sombrilla.

—Deberías usarla tu, no tiene caso que la ocupe yo. –rechazó mi oferta confundiéndome un tanto.

—Pero estás mojado. –insistí.

Hizo un sonido nasal, tomó la sombrilla, la extendió y cuando me iba a dar la vuelta para irme me la volvió a dar.

—Te estás mojando.

Una pequeña sonrisa de lado se escapó de mi rostro, lo vi bien y me di cuenta de que no había ningún rastro de gracia o broma en su cara.

—Hay una razón por la cual entre todos los empleados soy yo quien hace esto, es la misma razón por la que no puedo estar en la cocina, no puedo sentir la lluvia, sí me quemo no me doy cuenta, podría desangrarme y yo no me enteraría, así que no te preocupes sí me llego a mojar, ni siquiera lo siento.

De todas las cosas que me pude imaginar, nunca pensé que no pudiera sentir, pensé que podía ser un estudiante, ser del extranjero, tener un hobby que tendría que ver con películas, pero nunca se cruzó por mi mente algo así.

—No tienes que decir nada, la mayoría se queda callados. –rompió el silencio que se había creado.

—Bueno. –dije reuniendo todos los intentos para evitar algo incómodo.– De todas formas dejo mi sombrilla, sientas o no el agua no es bueno que te mojes. –y me fui sin decir nada más, decidí ahora que habíamos tenido una conversación de más de diez palabras seguir yendo más días además del domingo y quien sabe, tal vez algún día sepa su nombre.

Fin.

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⏰ Last updated: May 16, 2023 ⏰

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