Capítulo 2: Un trato entre locos

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Algunos días después...

Nuestro profesor había estado más inquieto de lo habitual. Desde su reunión con aquel chico no se le quitaba algo de la cabeza.

Tanto era así que después de la inesperada presentación llevada a cabo en las afueras de la universidad, luego de varias reflexiones, recordó un punto importante de su plan al que hacía tiempo no le prestaba atención.

Era uno de gran peso y el muchacho era la solución inconsciente al problema.

Comenzó a mirar en todos los escondrijos de su casa. En cada gaveta desordenada, en cada papel descolocado, arrugado o tirado que coloreaba de forma "pintoresca" ese recibimiento que ofrecía la morada de Vincent.

Después de una exhaustiva búsqueda encontró por fin unos documentos que rebelaban unos preocupantes números. Estos eran casi ceros y representaban el estado de su cuenta de ahorros.

Fue allí cuando se desplomó en el sofá y se dio cuenta de que desde hacía años no destinaba ni un solo centavo a la recaudación para su viaje. Era como si al pasar el tiempo, poco a poco, sus ilusiones con esta ambición, fuera del ámbito investigativo, se hubiesen ido apagando.

Cuando sacó de su bolsillo la tarjeta que le había dado Josh y contempló por unos momentos el dorado que maquillaba sus bordes, movido quizás en un inicio por interés más que por amistad, se decidió a que después de todo si iba a necesitar ayuda si por fin quería llevar a la práctica de una vez por todas las teorías que tantas veces había puesto en papel.

Es así como lo encontramos en ese momento, frente a una gran y ostentosa mansión. Había llegado a la lujosa zona residencial y enseguida divisó la casa pues se hacía notar.

Un poco sombría por sus tonos oscuros pero bastante imponente por sobre las demás.

Con algo de reparo tocó el timbre, no se imaginó nunca hacer una visita así. La verdad no era un hombre de hacer muchas visitas a nadie. Mucho menos con las intenciones que traía de por medio.

—Buenas tardes, señor—Vincent no supo de donde provenía la voz en primera instancia. Luego al identificarla como algo robótica y al ver un extraño objeto cuadrado y metálico que prendía de la reja se dio cuenta que era un intercomunicador—¿En qué puedo servirle?—

—Buenas tardes, me gustaría hablar con Josh, si no es molestia. Mi nombre es Vincent Gaddis—

—Oh, sí. El jefe me dijo que pasaría por aquí uno de estos días. Adelante—La voz del intercomunicador tenía seguridad en sus palabras. Casi como si hubiese avisado su llegada con antelación, cosa que no fue así. Debido a que fue un impulso decidió no postergarlo en caso de perder la iniciativa.

Las grandes rejas se abrieron por si solas dándole paso al interior al profesor. Caminó por el largo sendero hasta llegar al portón principal.

Al abrirse revelaron a un menudo señor con uniforme, reluciente calva y nariz aguileña. Por encima de sus ropas se notaba que gozaba de mucho porte y gracia.

—Señor Gaddis, sígame por favor, lo llevaré hasta donde se encuentra el jefe—Habla y se nota que es la misma voz robótica de la reja. Es Richard, el mayordomo de la familia desde hacía muchas generaciones.

Vincent se maravilla con todos las decoraciones de la casa, no hace más que mirar de un lado a otros a medida que van pasando de una a otra habitación. Casi parece que la casa no tuviera fin.

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⏰ Last updated: Nov 23, 2022 ⏰

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El Misterio De Las Tres PuntasWhere stories live. Discover now