Capítulo n°°12: Primera parte: "Viviendo en paz hasta que...."

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Sentados sobre enormes rocas tapadas de musgo, empiezan a quitarse sus sandalias para que se sequen y sea más cómodo disfrutar el breve descanso.

- ¿Crees que llegaremos a tiempo? – interroga el adivino a su guía.

-La verdad, no estoy muy seguro – intenta secar el sudor con una hoja – el rey suele cambiar de parecer a cada instante. Es muy probable que no esté en el sitio sino en otro.

-En ese caso solicitaremos ayuda de la casa Blue – frunce el ceño mirando a su compañero – ellos son los únicos capaces de poner entre la espada y la pared a nuestro rey, tampoco permitirán que no haga caso a mis visiones.

-Yo que usted no me confiaría tanto porque desde que entro ese señor Monroy nadie ha podido disuadir al rey – Cijon no esperaba ese comentario – y creo que será muy difícil entrar.

-¿Por qué? Cuando se trata del peligro que acecha al pueblo deben escucharnos – hace una pausa – por lo menos, por lo menos.

-Ya lo veremos – le pasa la botella con agua antes de que se la acabe – tengo a la persona ideal para que nos ayude a hablar con el consejero del rey.

- ¿De quién se trata? – no puede detener su curiosidad.

-A su debido tiempo lo sabrá, no se preocupe por ello – el guardia le sonríe como si guardara un secreto de gran valor para todos.

Para continuar juntan agua, envuelven sus pies en hojas agregándoles algunas gotas de Salman por las dudas tengan heridas difícil de ver. Poniéndose en movimiento regresan al camino que les falta recorrer.

El rey Zamuro y la reina Mírela, su esposa, disfrutan de un rato en familia con sus tres hijos. Sin tener plena conciencia de lo que puede pasar en unos días sino escuchan a Cijon.

Los herederos al trono corren detrás una pelota que patea su criada, Emun. Ella lleva tiempo al lado de la familia Soller – Amatista, siendo custodiados por los guardias Gemas Boro. Fueron entrenados para defender a sus súbditos de cualquier peligro incluso con su vida, es lo que no le parecía a la princesa Ballas; la hija mayor del rey.

Para ella su vida valía tanto como la de ellos, sin embargo, su padre no opinaba lo mismo. Siendo poseedora del título de futura reina, en caso de que su padre falleciera estará en sus manos gobernar y cambiar ridículas leyes que no favorecen a ambas partes.

El rey piensa en tener un heredero más mientras dos hombres se acercan bastantes agotados, sudorosos y casi muriendo para hacerlo entrar en razón. De que debe reunir a los guardias de la Gema Boro para un combate que se aproxima sino perderá mucho más que su trono.

-Pero adivino Cijon y Aveto ¿están locos? ¿qué hacen aquí? – la aparición de los dos hombres causa desconcierto en el soberano.

-Ne...necesito hablar con usted – Cijon toma aire tambaleándose para no caer – agu...agua deme agua – pide antes de desfallecer casi inconsciente.

-Guardia denle agua, rápido – ordena el rey. Todos esperan que Aveto hable, pero no le salen las palabras por tener la garganta seca. -¿Por qué vinieron hasta aquí? Imagino que es un asunto muy urgente sino no estarían frente a mi ¿verdad?

-Así es mi rey – responde Cijon ya con más aliento – necesito que escuche lo que tengo que decir.

- ¿De qué se trata el asunto? – el rey no parece muy convencido de oír lo que tiene para decir – aunque, será mejor que coman algo antes para reponer energías.

-Está bien rey – hacen una reverencia cuando el mismo se aleja para hablar con su esposa tratando de hacerles ver que no hay nada porque temer.

Aunque la repentina aparición de su guardia con el adivino le causa cierta preocupación ya que en muchas ocasiones sus predicciones fueron acertadas, su instinto dice que es muy importante oírlo.

Los príncipes continúan con su juego y él regresa para conocer el misterio de la premonición de Cijon. Porque está seguro que no vinieron por la nada, no arriesgarían sus vidas y trabajo.

- ¿Ya se encuentran mejor? – las miradas alternas entre el rey y sus guardias son de que pueden retirarse dejándolos solos – Me pueden explicar exactamente que vinieron hacer hasta Avezado ¿Cuál es esa razón tan importante? ¿Cijon?

-Rey Zamuro es necesario que conozca las premoniciones de los astros – eso lo inquieta un poco – Lo único que le pido es que preste atención y no se ría de mis revelaciones. Algo muy malo se acerca y debemos actuar antes de que sea demasiado tarde.

- ¿A qué te refieres? Ve a lo que nos interesa – el rey se impacienta con la lentitud de sus palabras, Avento no deja de masticar la comida que le ofrecieron de los nervios.

-¡Como lo desee rey! – exclama intentando pararse se desestabiliza, por lo que tiene que aferrarse al tallo del árbol detrás – Al terminar el eclipse de la luna rosa, los astro me mostraron que los enemigos de Critonita preparan un nuevo ataque, el planeta elegido es Mercuriano.

-Eso no puede ser verdad, Cijon – últimamente el rey ya no cree en sus revelaciones porque puede más la presión de su nuevo adivino – Además, no hay señales que atacaron a otro planeta ¿por qué querrían destruir al nuestro?

-Ya atacaron a otro planeta buscando la esfera – el hombre de túnica marino con pequeños círculos que caen alrededor de las terminaciones no confía en sus dichos, pero a la vez no tiene motivos para que le mienta de forma tan descarada – No entiendo que pueden querer de nuestro planeta.

- ¿No se lo imagina, rey? – Aveto que parecía lejano a su conversación interviene – Todos quieren la esfera de los poderes para llegar a la piedra rosada.

-Nunca podrían llevársela, está muy bien protegida – camina de un lado a otro con la mano en la cintura – Cijon crees que es necesario estar preparados ¿o me equivoco?

-Jamás me equivoco porque se trata de proteger a los habitantes de Turquesa, ya que el lugar indicado y quieren robarse la esfera azul.

-Bueno; debemos volver de inmediato a pedir ayuda – el pánico se apodera de todos – solo te advierto Cijon, que si esto es una mentira lo pagaras muy caro.

-Nunca jugaría con semejante problema, mi rey.

Él asiente, reuniendo a todos terminando con el paseo familiar, sus hijos son muy compresivos intuyendo que pasa algo. Se preparan recogiendo las pertenencias para emprender el regreso.

El rey solo piensa como ganar tiempo y tenderles una trampa, Cijon se mantiene alejado tratando de acomodar sus ideas para darle una posible solución. Tarda más de lo planeado en volver a la ciudad, ciudad alborotada por los rumores.




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