〔 Capítulo 4 〕

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Juan esperaba un insulto de regreso, pero aquello nunca llegó; de hecho, todo lo que salió de la boca del híbrido fue una suave risa, una que hizo que su corazón diera un vuelco. Si, definitivamente este no era un Spreen que él reconociera.

El grupo se encontraba siendo escoltado a un edificio hecho de ladrillos, contaba con paredes blancas y se notaba a kilómetros que era una especie de hotel

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El grupo se encontraba siendo escoltado a un edificio hecho de ladrillos, contaba con paredes blancas y se notaba a kilómetros que era una especie de hotel.
Muy al contrario de dejarlos irse, el híbrido había ordenado que todos se quedaran al menos un par de días en su ciudad; si bien muchos se negaron no era como que tuvieran más opciones, pues era obedecer al oso o morir a manos de este, y realmente preferían regresar a salvo a sus hogares.

Los soldados del dictador habían sido informados de la situación, y aunque propusieron ejecutar a los invasores y sacarse los problemas de encima, Spreen ordenó no actuar de forma violenta contra ninguno a menos que él lo ordenara directamente.

Ahora mismo la escolta iba dirigida por el alcalde de la ciudad, portando nuevamente su máscara y manteniendo su mirada dura al frente, Carola iba segundo detrás de él y el resto de sus empleados se encontraban cerrando el perímetro del grupo visitante, evitando que pudieran intentar escapar.

-Pst, falso Juan- El hechicero escuchó cómo Mariana le dirigía la palabra, mirando curioso al mexicano.-, ¿existo yo en tu mundo?

-Pues si, casi no hay cambios de hecho.

-¿Y yo qué hago ahí?, ¿tengo mi refugio de animales?

-Pues si, de hecho eres como un defensor de animales; tienes un refugio y estabas intentando cerrar un negocio que vendía animales exóticos como mascotas.

-Qué increíble mano.

A Juan le resultaba algo gracioso ver las similitudes entre esta dimensión y la propia, parecía que por más cambios superficiales existieran, las personas eran las mismas que él reconocía en su propio hogar.

-Che, ¿y qué hay de nosotros?, tipo ¿si nos casamos ahí?- Escuchó esta vez la voz de Carrera, notando recién el anillo a juego que llevaba con Robleis.

-A la verga, ¿están casados aquí?

-Obvio, me propuso casamiento en la embajada de Spreenfield, re romántico.- Comentó burlonamente Robleis, sacándole una carcajada a Juan, y unas cuantas risas disimuladas al resto de sus amigos, quienes se negaban a hablar.

-Pero bien que aceptaste, chupa pijas.

-Bueno, si hablamos de chupar pijas creo que los dos llevan mucha ventaja.

De repente el ambiente ya no era tan pesado, pues la amena charla que llevaba Juan con los soldados había relajado el entorno lo suficiente.

-¿Pero se pueden callar ustedes?, que se supone están trabajando.- Les reprendió Génesis, mirando de mala manera a los tres que habían hablado con quienes se suponían eran prisioneros.

-Dale Génesis, no seas pesado. Que esto ya de por sí parece un entierro.- Se unió a la burla Betra, puede ser que él no tuviera mucho que decir, pero si se trataba de molestar a Génesis siempre estaba dispuesto a unirse.

Y antes de que una pelea entre los soldados pudiera empezar, Carola anunció que habían llegado a su destino.

"Hotel de Barca."

Juan se emocionó al pensar que podría ver a su amigo después de algún tiempo, realmente sería reconfortante quedarse con alguien que veía como una cara familiar.

Las puertas fueron abiertas, revelando en su interior la recepción del hotel. El grupo caminó hasta la mesa, donde los recibió quien había sido el motivo por el cuál Juan logró convencer al grupo entero de ir al pueblo.

-Mayichi.- Escuchó la voz de Spreen, y esta variable no le gustó.

Tal vez no era capaz de ver la expresión del oso, sin embargo no creía que fuera diferente a la que la chica tenía.
Fastidiada, molesta, su ceño fruncido y la presión que sus manos estaban aplicando en el portapapeles que llevaba le podía ayudar a hacerse una idea de que no estaba feliz de ver al híbrido.

-Señor Spreen, oficiales.- Su voz salió tan fastidiada como la de Spreen, ¿qué demonios había pasado entre esos dos?

-Tenemos aquí a unos cuantos huéspedes que-

-Yo sé a qué vienen- Le interrumpió sin tacto, sacándole un gruñido al de máscara.-, a diferencia suya yo sé cómo hacer mi trabajo. Ahora si no es mucho pedir, fuera del hotel.

-Que no se te olvide que sigues viva gracias a mí.

-Preferiría estar muerta entonces, así no te debería nada.- Mayichi pasó de largo al oso, poniendo su mirada en el grupo; y casi al instante de esto Juan vio cómo todo en ella volvía a ser como la versión que él conocía.
Dulce, alegre, que si bien te podía hacer alguna putada no podrías enojarte con ella por su aspecto de buena gente.

El patrón y sus secuaces se retiraron del lugar, no sin que antes el híbrido le ordenara a Juan ir a un lugar específico más tarde, cuando estuvieran acomodados en sus respectivas habitaciones.

Una vez que se retiraron, Mayichi habló con los recién llegados.

- Bienvenidos al hotel de la ciudad, espero sea de su agrado su estancia y si necesitan algo no duden en pedirlo.

-Mayichi.- Tanizen, con ayuda de Noni, fue al frente del grupo, a juzgar por el tono de su voz Juan pudo notar cómo el hombre ciego estaba haciendo un esfuerzo por no llorar.- Mayichi, perdóname, de haber sabido que seguías viva habríamos intentado venir a buscarte antes. Pero no tendríamos que venir si no hubiese fallado en primer- No pudo terminar de hablar, pues fue interrumpido por un abrazo de la castaña, uno donde ambos se permitieron llorar.

-No tengo nada que perdonarte, Tani, sé que lo intentaste.- La castaña acarició con cariño el cabello del hombre, buscando calmar la culpa de su amigo.- Pero ¿por qué volvieron?, este lugar ya no es lo que antes fue.

-Si, lo notamos bastante.

-¿Qué fue lo pasó aquí?

Mayichi dirigió su mirada al hechicero, viendo como parecía pensárselo un poco antes de hablar.

-Es una historia bastante larga, que preferiría no contar aquí; las paredes tienen oídos.- Dicho esto, Mayichi señaló las cámaras de seguridad que se encontraban apuntando a todo momento a ella, cosa que le pareció horrible al mago.- Vengan, las habitaciones son más cómodas para hablar.

El grupo siguió a la chica, siendo llevados a una habitación lo suficientemente grande como para que todos pudieran dormir ahí sin problemas.
Una vez todos tomaron asiento, Mayichi tomó aire y valor para comenzar a relatar cómo es que el Pueblo Naranja, por miedo a morir, decidió sucumbir a la mano de hierro de un dictador con el corazón roto.

〔Why'd It Have To Be Him?〕; SpruanWhere stories live. Discover now