Aquí no

Único

Han pasado a lo mucho tres días y medio desde que dejo a su mecanismo de afrontamiento en Appleton, esperando que Ron pueda encontrar la felicidad que tanto deseaba, tan insistente en dejar el trabajo en las sombras para obtener una vida normal.

Fue fácil y eso es lo que más duele.

Fue jodidamente fácil. Sólo necesito un disparo y un guión para darle fin a esa página en su vida pero, no se siente lista para cambiar la hoja sin importar cuánto pase, aún con eso no dejaría que los demás vieran como le afecta por más obvio que fuera; por eso está ahí, siento que es la cosa más patética al desear que Bear-0 fuera útil y le diera un abrazo, porque no para de repetir el fragmento de esa realidad donde Ron está con esa mujer, quién sería su futura esposa y la madre de su hija, compartiendo un beso y jugueteo de narices para que después llegué su hija a ser levenatda por Ron, la escena cliché de cualquier película de romance heterosexual con final feliz.

Para Reagan eso no era feliz.

Una extraña mezcla de impotencia, irá, celos, envidia y melancolía invadía su cuerpo cada que repetía la escena como tortura personal, el exquisito cóctel de sentimientos nocivos se manifestaba con ese dolor en el pecho, sus puños cerrados y temblando, sus piernas fallando y sus ojos cristalizados. Todos sabía de los ojeras por su mal sueño, sin embargo, esas bolsas obscuras estaban mucho más marcadas y se veían mucho más insanas que lo habitual.

Separa sus labios para darse cuenta de la dolorosa tención que mantenía en su mandíbula, dándole inicio a la razón por la que está ahí.

En poco tiempo las cosas comienzan a deformarse para darle paso a esa vida imaginaría, decide cerrar los ojos para tranquilizar a su cuerpo, siente unas manos en sus hombros y un pequeño beso en su mejilla.

Se siente real.

Pero no lo suficiente.

—Reagan —habla cálido.

La mencionada suspira, intentando formar una sonrisa sin parecer dolida, observando por la ventana el paisaje falso que se muestra, volteando para ver el maravilloso semblante tranquilo y feliz de su pareja, sin poder contener las ganas de besar por una vez más al hombre que tiene enfrente.

De nuevo, intenta hacer memoria para recordar cada detalle de sus besos, incluso mejora su mala postura para más comodidad, dejando el contacto físico para sentirse vacía una vez que mira los ojos contrarios, muerde su labio inferior para contener la lágrima que quiere huir. La cara de Ron cambia de expresión, sus gruesas cejas se arrugan con preocupación y su boca se tuerce, Reagan se siente miserable por no poder llegar a la siguiente escena de su fantasía, es incapaz de seguir ahí al ser invadida por la inminente necesidad de querer huir pero, sus piernas ya no responden, no le obedecen, sólo retroceden hasta llegar a la pared para después desplomarse.

Esa habitación estaba siendo como la vainilla, una aroma tan dulce y seductor le hizo creer que eso serviria para su dolor, sólo para probar la cosa más amarga y desagradable porque nunca imagino que se sentiría así.

Cuando menos lo noto, ya estaba dando la lloradera de su vida cuando su respiración anormal comenzó a sofocarla y su visión era completamente inútil por la cantidad de gotas contenidas que la mantenía borrosa, llevando sus manos a esta para intentar limpiarlas, tirándose al suelo y acomodarse en posición fetal, ignorando que la habitación estaba blanca nuevamente y la puerta abierta, el pitido de sus orejas con su creciente dolor de cabeza no le dejaron percatarse de los zapatos negros que se acercaban a ella, no pudo reaccionar cuando los pantalones negros se pusieron de rodillas y una mano palpa su hombro para después darle unas leves caricias temblorosas.

Reagan siento eso demasiado real, abriendo los ojos con la patética esperanza de ver a Ron... Pero sólo vio a Brett.

Brett, su mejor amigo.