C: ¿Puedes voltear para otro lado?
Creerás que es algo tonto pero...ahora siento pena ( sonrió)

F: Si...vístete, yo...ya vuelvo.

Se calzo rápidamente el pantalón y salió de la habitación. Apoyo ambas manos en la baranda que daba al entrepiso y respiro hondo.

F: No puede ser...( Murmuró)

Poco despues oyó la puerta del cuarto abrirse.

C: Federico...

F: Aquí estoy. ( Dando la vuelta)

C: Ya... debo irme.

F: ¿No te quedas a desayunar?

C: Gracias, pero es tarde y ya llame a Benigno. Debe estar en camino.

Federico no insistió. Y por más que por dentro hubiese querido pasar más tiempo con ella, una parte suya quería que se marchara. La culpa lo inquietaba.

F: Entiendo...
Se acercó y se quedó unos instantes observandola. La veía tan dulce, tan frágil...que se sintió un imbecil.

C: ¿Estás bien?

No, era obvio que no lo estaba.

F: Si, ¿y tu?

C: Creo que si...

Y si fuera por él volvía a tomarla en brazos y la llevaba otra vez a la cama. Pero luego de saber aquello no sabía ni siquiera como comportarse.

C: Bueno...me voy.
Dijo notando cierta inquietud.

Le extendió el brazo para que la ayudara a bajar las escaleras y él así lo hizo.

Ni bien llegaron a la sala, Federico insistió en que tomara asiento en unos de los sillones para que su tobillo descansara. No paso mucho tiempo que uno de los peones entro rápidamente para avisar que había llegado un coche para recogerla.

An: En la puerta estan esperándola señor.

F: Bien Antonio, puedes irte.

Cristina se incorporó recordando que habían pactado pasar solamente una noche y que a la mañana siguiente lo olvidarian.
¿ Habría sido ese el motivo por el cual estaba actuando extraño? O más bien ¿Distante?
La despedida resultaria un tanto incómoda para ella.

C: Bueno, lo pasé bien.

F: Igual yo...

C: Adiós.

Quizás sería la última vez que la vería en esa situación. En su casa y luego de haber pasado la noche juntos. No por el pacto que inicialmente hicieron, pacto que obviamente Federico no estaba dispuesto a cumplir. Pero ahora todo era diferente...

F: Cristina...

C: ¿Si?

La beso, y con ese beso pareciera pedirle perdón aunque sabía que no lo tenía. Ella jamás perdonaría lo que le había hecho. Estaba claro que no la volvería a ver, no podría...

Se separaron y ella sonrió aunque muy a su pesar sabía que eso terminaba allí.
En el fondo no quería que eso sucediera. A decir verdad jamás había experimentado aquellas sensaciones de la noche anterior y mucho menos con Angel Luis. Y, tal como Federico se lo había adelantado, la había hecho disfrutar como nunca.

La acompaño hasta el auto y la vio marcharse mientras comenzaba a sentir su cuerpo cada vez más pesado; quizás era la rabia acumulada, rabia hacia sí mismo por haber sido tan cobarde aquella tarde...

Caminó a pasos largos hacia la casa y subió las escaleras para ir directamente a la habitación.

F: Maldita sea! Maldita sea!
Gritó mientras dió un manotazo arrojando la charola con el desayuno para dos que había preparado Casimira.

Redención ⚖️ (Completa)Where stories live. Discover now