Rosas Rojas

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Los personajes son de Kioko Mizuki y Yumiko Igarashi, y la historia en su totalidad es de Alys Avalos (Mercurio).

 El ocaso se derramaba en luces doradas sobre la montaña. El auto estaba por llegar al último recodo del camino y Annie sabía que pronto podría ver el Hogar de Pony en la lejanía. Cada mes hacía el mismo viaje desde Chicago para ver a sus dos madres y a Candy. No importaba cuantos problemas le causara el gesto. La Sra Britter no acaba de resignarse con la insistencia de su hija en continuar haciendo esos viajes que, según su opinión, echaban por tierra todos sus esfuerzos por hacer de Annie una dama respetada en sociedad. No obstante, la joven había aprendido que solamente estando en paz con su pasado y en contacto constante con quienes amaba podía su corazón estar en paz consigo mismo.

Pronto esos viajes no serían ya problema, porque estaría casada con Archibald Cornwell y sería por fin dueña de sus actos, sin tener que dar cuentas a sus padres adoptivos. Para ello faltaban apenas dos meses y aunque había estado trabajando en los preparativos por casi un año, todavía sentía que tenía muchísimas cosas pendientes que arreglar antes de la fecha. Ese precisamente había sido uno de los argumentos de su madre para tratar que ella desistiera de visitar el Hogar de Pony esta vez:

-         Te casas en menos de ocho semanas y todavía no hemos completado tu ajuar. Podrías al menos posponer el viaje para después, Annie.

Poco valieron los intentos de la Sra. Britter. Annie estaba convencida de que ahora más que nunca debía ir a ver a Candy. De lo contrario su dama de honor jamás encontraría tiempo para ver a una modista y ordenar el vestido que llevaría en la boda. Sencillamente la obsesión de Candy por el trabajo era algo que exasperaba a Annie.

 -         Pues tendrá que darse tiempo para viajar conmigo a Lakewood y tomarse las medidas –se dijo Annie echando otra mirada al paquete que descansaba inocentemente en el asiento trasero del auto. Era la seda brocada más hermosa que había encontrado en su almacén favorito. En aquellos días de postguerra  era un verdadero milagro conseguir seda china y en cantidades suficientes para hacer dos vestidos. Un paquete igual había sido enviado a Florida para la Srta. Patty O'Brien y el otro sería para Candy.

Annie volvió a sonreír. Un segundo después la torre del Hogar de Pony pudo distinguirse en el horizonte.

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Los cubos de hielo tintineaban alegres en la jarra de té helado. Annie saboreó la frescura del líquido en su garganta mientras observaba con alegría la acogedora habitación en la que tantas veces había corrido y jugado cuando niña. La sala de estar de la Srta. Pony, con las ventanas hacia el oeste, se llenaba de luz durante las últimas horas del día y el olor a compota que venía de la cocina terminaba de completar el cuadro hogareño que ella guardaba en su memoria desde la más tierna infancia.

 -         ¿Qué conserva están haciendo ahora? –preguntó Annie a Candy mientras esta última volvía a servir más té en su propio vaso.

       -         Son manzanas y arándanos azules. Nuestras preferidas –sonrió la joven rubia haciendo un guiño–. El Señor Carwrigth nos trajo suficientes como para tener todo el invierno.

       -         Muy generoso de su parte –apuntó Annie recorriendo el cuarto con la mirada mientras recordaba a una pequeña Candy jugando a las escondidas en el armario. De pronto sus ojos se tropezaron con un gran ramo de rosas rojas junto al costurero de la Señorita Pony–. ¿Y esas flores? –preguntó Annie intrigada, a lo que Candy respondió alzando los hombros.

Rosas Rojas (a Candy Candy Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora