22. Con las venas abiertas

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A Jeno no le importaba lo que otros pudiesen decir. Su padre le crió como a un niño, como a un adolescente, como a un hombre, todo al mismo tiempo. Y quizá Jeno había salido algo torcido, ¿pero no lo estábamos todos?

La única cosa que su padre no le enseñó fue a como pasar a través de las ausencias.

Cómo sobrellevar el hecho de que una vez este día terminase, no volvería a ver el rostro de su padre.

No volvería a sujetarle la mano.

Y solo tendría la pobre memoria para recordar el tacto, el aroma, la voz, la mirada y la cercanía del viejo.

No recordaba salir del hospital, no recordaba hacer el trayecto a las oficinas funerarias donde un encargado lo condujo a un lugar privado. Yeeun eternamente postrada a su diestra, sujetándole la mano, fuerte y renuente. Jungwoo esperaba junto a Renjun en el exterior, ambos en silencio, ambos observando los pasos inseguros de Jeno.

-Velaremos a su padre las doce horas correspondientes y una vez el servicio esté listo nos contactaremos con usted.

Jeno admiró los ojos falsamente compasivos del sujeto. Tenía más o menos su edad y Jeno tuvo la urgencia de preguntarle cuántos familiares deplorables veía por día. Se quedó en silencio, asintiendo como lo hizo ante cada una de las conversaciones que intentaron entablar con él.

-¿En cuánto tiempo sería eso? - quiso saber Yeeun. Jeno miró el perfil cansado de su amiga, las uñas de un rojo brillante estaban rasgando la piel de la mano de Jeno.

El hombre les entregó una planilla que Jeno debía de completar.

-Después de tener sus datos y de concluidas las doce horas, la cremación será realizada el domingo a primera hora y el lunes estaremos contactándonos con ustedes.

Jeno quería cubrirse los oídos. Quería alejar las uñas de Yeeun. Quería sujetar la camisa del tipo y darle un puñetazo hasta que la frialdad se extinguiese. Ya tenía suficiente pensando en que su padre estaría solo durante toda la noche, en una habitación sin habitantes, con la compañía de la muerte. E incluso esta última le soltaría la mano.

Dolió.

Dejó de mover la lapicera. Arrastró la silla hacia atrás, su caligrafía desprolija fue un recordatorio de la ansiedad que le carcomía por dentro. Avanzó fuera de la habitación, deteniéndose una fracción de segundo frente a sus amigos.

-Vamos- le dijo Renjun, alcanzándole la chaqueta que había sido olvidada en la casa de la familia Jung-, es hora de descansar, hombre.

Jeno miró a Yeeun que se mantenía detrás de él. Ella parpadeó y sacó las llaves del bolsillo de sus pantalones.

-Hablaré con el resto de los chicos- aseguró, intentando quitarle esa presión a Jeno-, no te preocupes.

-Gracias.

Ingresó en el escarabajo de su amiga, descansando la frente en la ventanilla y observando la oscuridad de la ciudad. Una canción tranquila sonaba desde la radio interrumpiendo el sonido del motor y la vibración del asiento.

-Jen, si tu quieres...- comenzó ella, apenas dándole un vistazo por el rabillo del ojo-, puedes venir a casa. Renjun estará allí también y-

Jeno dejó de escucharla. El simple pensamiento de seguir rodeado de personas le hacía entrar en pánico. Quería estar solo, pero temía cómo se sentiría la verdadera soledad. Cerró los ojos, pensando e imaginando la última vez que su casa no se había sentido fría y su corazón había estado expuesto de una forma agradable, como si la coraza que lo protegía se hubiese derretido. Pensó en la última vez que el peso del mundo, del dinero que no le alcanzaría, de la comida que se le acabaría antes de fin de mes, del poco tiempo que tenía para dormir, no estuvo sobre sus hombros.

𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐎𝐧 𝐌𝐞 - {𝙽𝚘𝙼𝚒𝚗}Where stories live. Discover now