"Los caídos" libro 4 de la saga "Todos mis demonios". Capítulo 2

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Vicente pasó la bufanda por encima de mi cabeza.

- Quieres café, está recién hecho- ofreció apuntando con la cabeza en dirección al otro extremo de la suite en el que se encontraba el comedor y una pequeña cocinita muy bien equipada.

- Ve vendrá genial un café bien caliente.

Vicente me devolvió la bufanda y partió rumbo a la cocina.

Arrojé la bufanda sobre el sillón más cercano de camino al baño, una vez allí me quité el abrigo y lo dejé caer al suelo. Sonó a trapo pesado y húmedo. Se me revolvieron las tripas al recordar que esa humedad se debía a mi sangre. Esta fue la primera vez en mi nueva vida, que hago algo semejante. Herirme de lo que se considera “de muerte” para un humano, y curarme en segundos para continuar viva como si nada, fue una experiencia de lo más extraña. Esperaba no tener que volver a pasar por una situación semejante. Ver y sentir la sangre brotando de ti de esa forma no es agradable y por un instante tuve medio de no curar, de morir.

Sí, sin duda había cometido una estupidez, todos los demás podían sanar así de rápido, yo les había visto hacerlo, pero que tal, si por ser hija de quien soy, por ser tan especial como dicen que soy, o vaya a saber Dios porqué, no funcionaba igual conmigo. Podría haber muerto por una tontería, no necesitaba hacer aquello, quizá hubiese sido mejor que le confesase a la chica quien soy, tengo tantas otras formas de probarle que no bromeo.

Enfrenté a mi reflejo en el espejo. Esta era la mujer a la que le silbaban, a la que muchos extraños intentaban complacer sin saber muy bien a razón de que tanta desesperación por ganarse mi aprobación. Esta era la mujer capaz de darse una puñalada en el estómago y no morir, la misma que guarda en su interior un montón de poderes sin desarrollar.

Me quité la camisa, la cual fue a parar al suelo junto al abrigo.

Bajé la mirada sobre el espejo, hasta mi abdomen. Nada, limpió, igual de plano que siempre.

Lo vi llegar por encima de mi hombro derecho.  Dejó la taza a un lado y me abrazó por la cintura al tiempo que besaba mi cuello.

- Quedó una marca- susurró en mi oído izquierdo mientras acariciaba la piel en el área en que yo había empujado la daga contra mi cuerpo.

- No la vi.

- No debiste hacer eso, yo fui un tonto al hacerlo y de haber sabido que me imitarías un día, no lo habría hecho jamás. Herirte a ti misma no es buena idea. Ya sufriste suficiente dolor como para encima tener que continuar pasando por eso. No tienes porqué someter a tu cuerpo a ese tipo de cosas, inmortal o no, el dolor es dolor y el miedo continua siendo miedo.

Vicente me conocía mejor de lo que yo me conocía a mí misma.

Me dio la vuelta y me empujó contra los lavatorios.

- ¿Todavía no me odias por cambiar?

- No podría odiarte ni aunque me dieses motivos. Te amo demasiado y sin ti, demonio o no, no sería nada.

- Te apuñalaste para demostrar lo que eres, eso no es lo que deseaba para tu vida.

- No es lo que será todas las noches, esta es una mala noche, es todo.

- ¿Entonces, vas a contarme que pasó?

- La encontré, es…Dudo que Gaspar jamás se hubiese arriesgado a aventurar algo semejante. Es una bomba en potencia, un arma de destrucción masiva.

- Tal vez no sea buena idea que…

Adiviné lo que insinuaba y lo corté en seco.

- No vamos a acabar con su vida-. También habían intentado acabar con la mía por razones similares, bueno, al menos una de las razones era esa-. Es una niña, Vicente. Apenas si tiene dieciséis años y está asustada. Sé que su vida ha sido un calvario y aún continúa siéndolo.

"Los caídos" cuarto libro de la saga "Todos mis demonios".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora