Kinkweek Rineider

Kink 1 Neighbor

Kink: Vecino

Aclaracion: época antes de la banda; Schneider vivía con Richard y eran vecinos de Oliver, más o menos 1988

Disfrútenlo

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Narrador, Schneider.

 
—¡Despierta Schneider!

Sentí la luz del cuarto darme directo en los ojos, era menos molesto eso que la voz demandante de mi compañero/mejor amigo, Richard.

—Saldré esta noche con Tatjana, hay pizza congelada si tienes hambre —anunció su salida usual con una chica cuyo nombre ni iba a recordar en las siguientes horas— ¡Me llevó el dinero de hoy, no me esperes!
 
Naturalmente no pude siquiera quejarme al respecto, mi cerebro seguía adormecido por la siesta de cinco horas que tomé. Eso sí, estuve maldiciendo a Richard por gastarse el dinero en sus salidas diarias en lugar de comprar algo más que esas pizzas congeladas.

Sentí algo caerme sobre los párpados, probablemente pintura blanca del techo, ese edificio era tan viejo que el moho había descascarado casi toda la superficie pintada.

—Odio este lugar…

No mentía, estaba hartándome de vivir de esa forma; 20 años de edad, joven y afortunado según los adultos que jamás te escuchan, tratando de vivir por tu cuenta junto a tus amigos y compañeros de banda.

No pienso volver a casa sabiendo que solo me esperaba un sermón de mis padres respecto a “las bandas de rock no son un trabajo real".

Y ahora me tienen justo aquí: pasando todo el día agotado de tolerar a compañeros de una banda sin dirección y un departamento sin nada interesante más que una pila de revistas porno que ya vi varias veces.

Creo que había una sola cosa que realmente disfrutaba de verdad en este punto de mi vida.

—¡Saldré un momento mamá! —esa angelical voz que podía oírse a través de las delgadas paredes.

No tardé ni cinco minutos en asearme lo suficiente en el baño del lugar, seguía viéndome andrajoso y con el cabello revuelto, pero normalmente eso no importaba.

No para esa dulce preciosidad…

—Schneider —oí que tocó a la puerta, lo recibiría tal y como a él le gustaba más.

—Oliver…. Buenas noches —salude con mi mejor expresión al abrir la puerta, pudiendo ver a mi vecino adolescente.

Bueno si, su nombre es Oliver Riedel, vive con sus padres en el departamento junto al mío, es cinco años menor que yo (demasiado alto para tener solo 15 años), se que en parámetros normales no debería estarme fijando en alguien tan joven, pero en mi defensa, sus casi metro ochenta de altura me hicieron pensar que tendría al menos 21 cuando lo conocí.

Por fortuna su madre fue comprensiva conmigo cuando me reveló que tenía 14 al momento de conocernos, claro que no le conté sobre la hora y media que pasamos besándonos en el sofá de mi sala, pero el punto es que no le molestó que fuésemos cercanos (ni yo seria tan cínico para decir que somos solo amigos).

—Mamá hizo algo de estofado, te traje un poco —sus palabras me hicieron sonreír más de lo normal.

—Eres mi salvador, Ollie —sepan que ya estaba harto de las pizzas congeladas.— Adoro el estofado de tu madre.

—Este te gustara, tiene carne de res y papas —dejo el recipiente que traía sobre una mesa.— Quise invitarte para cenar en casa pero sabía que estarías dormido.