- Juan Pablo Isaza - es lo único que dice sin siquiera verme a la cara.
Un signo de interrogación gigante se forma justo sobre mi cabeza porque a menos que hayan empezado a cobrar por ser simpático no tiene sentido que este man sea tan maleducado.
- ¡Justo a tiempo! - dice Leo.
- Yo diría más bien muy tarde - lo regaña Amaia - Pero quién se daría cuenta de que vienes con 37 minutos de retraso ¿No?
Respiro muy profundo para aguantar una carcajada.
- Perdón, continúen por favor - dice otra vez el padrino ocupando su espacio a mi lado.
Es bastante alto, le llego por el hombro a pesar de que tengo unas sandalias con algo de plataforma, el pelo le cae liso a los costados de la cara y emana un ligero olor a café.
Damos los primeros pasos hacia lo que será el altar y aunque yo solo quería hacer esto perfecto para terminar rápido, la vida claramente tenía otros planes para mí.
Juan Pablo Isaza, a quien he decidido nombrar El Descortés porque le sienta mejor, pisa con sus gigantes pies el borde de mi vestido de chiffon y trastabillo unos cuantos pasos.
Blanca básicamente me ataja en el aire mientras escucho algunas risitas y suspiros de alivio del resto de los presentes... Vale destacar que el descortés ni siquiera se disculpó o intentó ayudarme para no caerme, así que ahora su nuevo nombre le va aún más.
Gilipollas.
- Por favor todas las damas cojan el brazo de su compañero, primero para que todos os veáis iguales y segundo para evitar posibles accidentes - aunque Blanca lo pida, todos sabemos que es una orden, sin embargo Juan Pablo está más rígido que una columna así que más o menos debo maniobrar para tomarle el brazo.
El ensayo sigue su curso y el pelilargo parece estar más interesado en su teléfono que en la boda de su mejor amigo porque no ha dejado de mandar mensajes en todo el rato así que apenas termina el ensayo salgo corriendo al lado de Amaia.
- ¿Me emparejaste con él solo porque también es colombiano? Porque déjame decirte que debe haber mejores manes en esta ciudad con los que comparto nacionalidad - le reclamo.
- ¿Acaso me crees subnormal? Ha sido idea de Leo que lo ha propuesto porque son muy buenos amigos.
- Mmm, ya ¿Y entonces tú qué le dijiste a Leo cuando lo propuso?
- Que igual no te vendría mal una follada de transición - dice tomando de su champaña justo después.
- ¡Ahí está, lo sabía! - resoplo con frustración - Siempre lo mismo.
- ¿Siempre lo mismo? Siempre lo mismo tú, que por cobarde no te enamoras nunca. Leo dice que este chico es bueno - dice como si estuviera hablando de una licuadora de diez velocidades que me está vendiendo.
Le hago caras como una niña pequeña remedando lo que me dijo.
- ¿Qué te hace creer que me quiero enamorar? - le reprocho.
- Ese carácter de mierda lo está pidiendo a gritos, pero si no lo quieres aceptar pues bien.
- Que te jodan, Amaia.
- A mí sí, todas las noches, por eso siempre estoy de buen humor - dice mostrándome todos sus blancos dientes - Es más, le pediré a Leo que lo hagamos en el baño mientras se termina esto - dice alejándose en dirección a su casi esposo aunque sé que no le va a preguntar absolutamente nada sobre eso.
Cruzo una mirada con el descortés a quien ya encuentro mirándome y aparta la vista apenas nota que me di cuenta, movimiento que copio al instante.
Creo que es la primera vez que no está viendo el bendito teléfono desde hace un par de horas, pero de inmediato lo retoma como si su vida dependiera de eso.
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Como 16 horas más tarde me encuentro de nuevo en el jardín de los Hernández y oh sorpresa, mi compañero y compatriota no ha llegado.
Si Amaia se entera le corta los dos huevos con un cortaúñas.
Todo está literalmente listo para comenzar, a excepción de que no hay padrino.
Blanca está despotricando por la demora y todo el cortejo ha comenzado a preocuparse así que ya se está planteando cambiar de padrino cuando mi no-querido compañero hace su entrada triunfal disculpándose con todos los presentes.
Dos minutos después comienzan a sonar un violín y un piano, lo que nos da la señal de entrada al cortejo.
Al salir al jardín se disparan tantos flashes que agradezco no ser epiléptica aunque las piernas me tiemblan como si fuera una gelatina que ni siquiera terminó de cuajar.
Respira, sonríe, no te caigas, respira, sonríe, no te caigas, respira...
Cuando llegamos al borde del altar estoy tan concentrada que doy un respingo cuando escucho la voz de Juan Pablo en mi oído susurrando.
- ¿Ya me puede soltar el brazo?
Lo suelto tan fuerte que casi es un empujón y me voy a mi puesto.
Cuando veo pasar a Amaia se me hace imposible contener las lágrimas así que se me desbordan un poco. No sé por qué está nerviosa si Leo está llorando dos mares desde que la vió porque claramente se aman más que los protagonistas de cualquier película romántica pero la veo frotarse el tatuaje de Ama y ya que lleva en la muñeca.
Siento que apenas parpadeé y ya se acabó la ceremonia, así que comienza la recepción.
¿Adivinen en qué mesa estoy? Exacto, en una con los novios y el padrino.
El jodido padrino.
- ¿Él no suelta nunca ese teléfono, verdad? - le susurro a Amaia.
- ¿Estás celosa? Porque puedo darle tu número.
Le ruedo los ojos.
- Ja, ja. Graciosilla.
- Oigan ¿Ya se conocieron? - pregunta el novio dándole una palmada de lleno en la espalda a su amigo que lo hace espabilar.
- Sí, sí - se apresura a responder - Ayer me presenté con Amalia.
- ¿Con quién? - preguntan los novios al unísono tan confundidos como yo.
- Amalia - y me señala por si quedaban dudas.
Leo y Amaia se ríen a carcajadas y yo me pongo del color de un tomate no sé si por la vergüenza o por la rabia.
Maldito Juan Pablo Isaza.
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¡Holaaaaaaa! Estamos de vuelta💪🏻
Espero les guste este inicio y se queden hasta el final porque creo que esto estará bueno💕
Como siempre las dudas, inquietudes o sugerencias haganmelas saber 😜 Últimamente no tengo demasiado tiempo libre así que trataré de actualizar cada que pueda.
Este es para la incondicional @NiaaMont para no perder la costumbre de enviarle capítulos como si fueran flores 💐
