Para ser feliz, a veces, hay que mentir

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K A G E Y A M A     T O B I O

Caminaba hacía el colegio, mientras el sol aparecía en el cielo todavía tenía un tono oscuro. Había salido mucho antes de casa, aparte de que me había despertado mucho antes (no sabía si era porque estaba preocupado por el montón de noticias que tenía que anunciar, o por las toses y dolores), y al no poder seguir durmiendo decidí acercarme antes al cole. 

Antes de salir, me había mirado al espejo para ver qué tan mal estaba. Me sentí tan idiota al ver que no había notado el estado deplorable en el que estaba. Había adelgazado bastante, no lo había tenido en cuenta, porque la verdad, no me parecía mal adelgazar un poco. Pero mi palidez había aumentado, al igual que mis ojeras, tenía un aspecto que ciertamente se parecía al de un enfermo. 

Llegue a la puerta del instituto cuando justo abrían las puertas, algunos estudiantes ya estaban entrando, charlando entre ellos. Me encamine hacía la puerta nervioso, temía que se diesen cuenta de mi estado, no quería, ni me sentía preparado para decírselo.

Calculaba que todavía faltaban veinte minutos, y no me apetecía esperar todo ese tiempo sentado en clase, aunque no sabía si era mejor esperar a que llegasen los del equipo. 

No pude decidir qué hacer, porque poco después, detrás de mí se escucho a alguien llamándome. Di un respingo al notar que esa persona me empujaba, obviamente en modo de saludo. 

— ¡Kageyama! — me tambaleé ligeramente por el golpe.

Me gire para ver detrás mío, un chico bajo, con un color de pelo naranja intenso,  cabeza redonda, con ojos grandes y castaños, Hinata, bloqueador central del Karasuno, de primer año.

— ¿Qué haces tan temprano aquí, Kageyama? Normalmente llegas mucho más tarde. 

Me encogí de hombros, tenía miedo de hablar y empezar a toser como loco, o de simplemente mirarle a los ojos y notase lo mal que me sentía en ese mismo momento. Sujete con más fuerza la cinta de mi bolsa y apreté los labios. Estaba muy tenso, me sentía muy incomodo en ese momento. 

Por suerte, Tsukishima llego al rescate, interrumpiendo este silencio, aunque no sabía si "rescate" era la palabra correcta.

— ¿Qué pasa rey? Te veo un poco tenso, ¿hoy no has desayunado tu comida de primera clase? 

Típico de Tsukishima, en vez de ayudar (aunque él no sepa qué esta ayudando), tiene que empeorar la cosa haciendo relucir lo que quería evitar que se notase. Me cago en sus muertos. 

Le di una mirada de pocos amigos, que a ninguno de los dos pareció raro, ya que, era Kageyama, "el rey". 

Tsukishima e Hinata continuaron hablando, aunque yo desconecte de la conversación, mirando a la nada, me sentía triste. Había pasado la mayoría de la noche en vela, con la expresión de pena que me había dirigido, ¿lo poco que me quedaba serían miradas compasivas hacía mi persona? 

— ¡Hola Kageyama! — dijo una voz, que reconocí como la de Yamaguchi, tocándome el hombro para llamarme la atención — ¿Estas bien? Te veo un poco... deprimido.

Una mirada de preocupación apareció en su rostro pecoso. Definitivamente, odiaba esas miradas, tristes, preocupadas, compasivas... las odiaba, eran tan deprimentes, no quería verlas, no quería este ultimo mes teniendo sobre mi múltiples ojos. 

Mire Tsukishima e Hinata que ahora en vez de charlar, Hinata insultaba a Tsukishima porque se había burlado de él. 

Me gustaban estos momentos, tan naturales, tan cálidos y amigables, ¿desaparecerán después de la noticia? No tenía la menor duda de que sí. 

Solo un triste mes para vivir, ¿para qué entristecerlo más? ¿Porque no simplemente vivir estos cortos treinta días, como si no fuesen tan cortos? ¿Porque no simplemente ignorar mi condición? No era tan difícil, ¿no?

Una pequeña mentirijilla no hacía daño a nadie. 

— Sí, estoy bien — mire a Yamaguchi, ya sin temerle el hacer contacto visual, no me había sentido tan confiado en las ultimas horas —, no te preocupes Yamaguchi. 

The Month  | Kageyama TobioWo Geschichten leben. Entdecke jetzt