Y habrá rumores de guerra

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El arrullo del río a la mañana, dormiría a los diferentes seres que habitaban el bosque de la Castilla medieval, si no fuera porque un joven tenaz y decidido golpeaba sin piedad la corteza de un grueso árbol con su espada. Aquel desdichado ser estaba a punto de caer desgastado gracias a los violentos mandobles que recibía del castellano.

Para el muchacho, era una costumbre aparecerse en aquel paraje a la temprana hora en la que rompía el alba, para entrenar con cualquier árbol de grueso tronco, hasta que cayera o no pudiera sostenerse en pie. La intención no era otra que la de aumentar su fuerza en el golpe. Y sólo se le ocurría atacar a estos buenos y silenciosos combatientes. "Algo tengo que golpear. No puedo hacerlo con un hombre", solía pensar.

Últimamente su padre había estado demasiado ocupado como para acompañarlo en sus prácticas. Esperaba que en breve retornara porque fuerza casi le sobraba. Realmente lo que necesitaba era a alguien que le hiciera sudar, pero de miedo. Y daba fe, que su padre lo lograba.

Una vez que dio por acabado su entrenamiento, tras un revitalizante baño en las frescas aguas primaverales del río, partió de regreso a la villa en donde tenía su hogar.

Villanueva del Bosque era una población de organización peculiar. El señorío no había colonizado esas tierras aún y, de momento, no había señor o terrateniente que quisiera controlar una zona tan cercana al terreno almohade. Era un lugar conflictivo y dado a esporádicas escaramuzas.

Tras varios encuentros en los primeros días desde su fundación, los vecinos llegaron al acuerdo que el habitante de más antigüedad, cuya casa estaría en el centro de la villa, tendría que ser su cabeza visible. Este factor suponía la consideración que este vecino debería ser quién más se preocupara por todo lo concerniente al pueblo y sus gentes —aunque en la historia del pueblo, estos dirigentes no siempre habían gobernado con equidad. El "jefe" era quién tenía la última palabra en las asambleas populares, reuniones en las que se decidía cualquier cosa relativa al diario vivir en Villanueva del Bosque. Y, cuando no quedaba más remedio, Toledo era la que se hacía cargo de los problemas que sobrepasaban al gobierno local, como invasiones que de momento lograban repeler.

No es cuestión de perder tiempo para explicar que, sobre muchas de las decisiones, planeaba cierto halo de duda referente a sus supuestos beneficios. Eso conllevaría más libros que este. Pero en la política, desde tiempos inmemoriales, no todo lo que se prometía se cumplía.

En forma concéntrica a la casa del jefe de la villa, se hallaban los que le seguían en antigüedad y en rango. Así, se encontraba que las casas pertenecientes al círculo más exterior de la ciudad eran de los convecinos llegados hacía cortas fechas y, por ende, los menos influyentes.

A pesar de dicha organización, se trataba de evitar las jerarquías en el día a día de Villanueva del Bosque. Aquel que había llegado el día anterior era tan respetable como el que llevaba toda la vida allí.

Tras un paseo por el bosque, el joven castellano alcanzó un camino que se bifurcaba. Si seguía hacia el este, llegaría a Villanueva; si optaba por el noroeste, hallaría la ciudad de Toledo a dos jornadas a caballo. Si uno fijaba la vista, también se podía hallar rastros de lo que fue un camino hacia el sur que se internaba en territorios almohades tras otro par de jornadas. Evidentemente, ese camino estaba en desaparición por no existir nadie con la intención de transitar por él.

Dos años ha que hubo una guerra frente a los ejércitos moriscos al sudeste de Toledo —en la frontera no muy lejana de los territorios de Villanueva— en la que nuestro joven guerrero quiso tomar parte. Su padre, no obstante, le obligó a permanecer en la carnicería de la que era propietario, pues era más necesaria su ayuda ahí que en esa estúpida batalla por el dominio de la península, un recuerdo que hacía que Leon, estuviera enfurecido al no haber podido demostrar su valía.

27: La Leyenda Sangrienta (#1)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu