Ganadoras del Primer Concurso Navideño

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El día de navidad.

Cuando la puerta se abrió, los rostros de sus padres lucían más viejos, pero en sus ojos había vida y felicidad. La vida volvía a estar bien y su corazón volvía a sonreír.

Su padre comió muchas galletas esa noche y ella las horneó aquella vez, mientras su madre las decoraba. En esa ocasión la casa de galletas era maravillosa y brillante. Cuando la mujer la vio terminada no pudo evitar echarse a llorar, porque llorar también era vivir.

A la medianoche, mirando el cielo estrellado con lápiz y papel y lágrimas escribió:

"Te dedico esa enorme casa de galletas de jengibre, Jenn. Sé probablemente que tú harías una desastrosa y con glaseado en todas partes. Me duele recordarte y saber que no estás, ojalá nunca hubieras salido aquel día, ojalá nunca ese carro fuera llegado hasta ti, apagando el ser que serías. Recordaré nuestros buenos momentos, pensaré que alguien nunca muere realmente mientras los sigas amando. John y yo siempre lo haremos.

Con amor, tu amiga.

Feliz Navidad"

Se sentía triste porque era inevitable no estarlo, pero cuando su madre la vio mirando por la ventana, sabía que se derrumbaría, aún así, esa noche ella quería volver a ser feliz. Corrió por la casa y horneó las galletas, y su padre reía viéndola comer de su descuidada casa de galletas. Quería recuperar los sueños, y creer en la magia. Volvió a tener un suéter y esa noche volvió a dormir con sus padres. Cuando se levantó al día siguiente en la mañana de navidad, encontró algo entre sus viejas cosas:

"¿Qué es la navidad realmente?"

Se preguntaba qué había sido de su vida, cuando comenzó a llorar más que a sonreír.

Volvía a ser feliz, mientras John, su esposo, cargaba regalos y cantaba canciones navideñas, los padres del hombre también los acompañaban y su hermana menor, Susie. Cuando llegaron su madre abrió la puerta y su padre salía de la cocina, olía a jengibre, canela y a buenos recuerdos. Ella recordaría esa navidad como la mejor de su vida, por un hecho muy importante.

Nunca vio tantas casas de galletas. Nunca. Hicieron tantas, todos juntos. Tampoco escuchó tantas risas, jamás vio tantos ojos vivos. Pensó que verlo, era sentirlo y que una fotografía nunca podría superar aquel momento, que los sueños podrían ser reales, y que sentir la vida significa mirarlos a todos ellos.

Sin embargo, no fue hasta que todos se durmieron, que ella bajó escaleras, miró por la ventana, y ahí, hermosas y preciosas estaban las estrellas de la madrugada de navidad.

Ella escribió:

"Creo que amo los días en que vuelvo a recordar vivir, aunque nunca sabré definir un día de navidad"

Sin duda, no sería la única que se encontraba despierta.

—Es increíble que aún hagas eso—la voz suave de John la sobresaltó. Tenía una taza en mano, y un pedazo de lo que fue su tradicional noche de armar casas de galletas, tenía migas en la barbilla, y sus ojos se dirigieron a lo que antes escribía, su sonrisa se amplió, y con ese tono que parecía saber algo que ella no, soltó:—. Tú eres el significado de la navidad—afirmó con una sonrisa.

Ella lo miró como si se hubiera vuelto loco.

—¿Cómo podría serlo?—él solamente asintió—. Eso podría ser cualquier cosa...yo... Oh, sí, ¡Feliz navidad, cariño! Lo olvidaba.

Él lanzó una carcajada.

—Feliz navidad, Esperanza—dijo haciendo un énfasis especial en el nombre.

Concurso de NavidadWhere stories live. Discover now