°✦Capítulo Cinco✦°

588 48 5
                                    

El sonido molesto de los autos derrapando por la calle le hizo despertar de su largo sueño, frotando sus ojos adormilados mientras se sentaba sobre la cama con desgano, deseaba seguir en el mundo de los sueños, pero tenía un problema y era que una vez despierto no podía volver a dormir.

Armando se había tomado el día para pasar su celo sin el uso de supresores, ya que provocaban efectos secundarios muy molestos en él, por lo que había dejado a cargo a Yun en el turno matutina y a Freddy en el vespertino del mecánico.

Confiaba en ellos, aunque muchas veces la liaran.

Estirándose mientras soltaba un bostezo, suspiró de gusto al sentir su espalda tronar, para seguido levantarse con dirección al baño.

Se quejó en voz baja al sentir el molesto lubricante caer por sus piernas, era lo que más detestaba del celo aparte de las olas de urgencia sexual que le atacaban por momentos.

El maldito lubricante que le hacía parecer grifo abierto.

Una vez dentro del baño se despojó de su pijama, colocándola en el cesto de ropa sucia que lavaría después de desayunar, notando un leve olor a feromonas viniendo de ahí.

Un exquisito olor a café.

Jadeó suavemente al sentir el calor aumentar, maldiciendo por lo bajo al recordar que no había lavado ayer su uniforme de trabajo, pues en él se había impregnado el olor de Conway por alguna extraña razón.

Rápidamente tomó un desodorante rociando sobre el cesto de la ropa sucia, haciendo desaparecer aquél aroma que lo estaba enloqueciendo.

Sintiendo un cosquilleo en su vientre y el lubricante bajar, supo que debía apresurarse y meterse a bañar lo más rápido posible.

[•••]

Después de un gratificante baño, se encontraba en la cocina vestido con un pijama limpio de color gris claro.

Si, amaba pasar su agotador sufrimiento trimestral en pijama, era reconfortante para él.

Mientras removía el huevo revuelto que hacía en el sartén, miró el calendario sujeto con un imán al refrigerador a su lado, mirando uno de los días encerrado en color rojo.

–Dos semanas–

Apagó el fuego para servir su comida en un plato, llevándolo a la mesa para dejarlo ahí con un tenedor.

Tomó un vaso de cristal para dejarlo al lado del plato, dirigiéndose al refrigerador para abrirlo y sacar un cartón de leche.

–Es tan extraño, ¿Porqué solo con él?–

Murmuró mirando aquél calendario nuevamente una vez cerrada la puerta del refrigerador.

Dos semanas de adelanto en su celo era demasiado, aparte siempre había sido estable, nunca había tenido adelantos o retrasos incluso al verse envuelto en feromonas de otros alfas en el mecánico.

De solo pensar en ello, hacía a su lobo volverse inquieto, por lo que lo llevaba a una sola conclusión.

–Somos compatibles–

Murmuró dejando el cartón de leche sobre la mesa, perdiéndose en sus pensamientos.

¿Cómo era posible? ¡Si discutían siempre que se veían!

[•••]

Por otro lado, Conway se encontraba en su despacho revisando los informes que habían sido entregados ese mismo día.

Pasaba su mirada por las letras, pero no alcanzaba a leer nada, pues realmente su concentración estaba en otra cosa.

Más bien, en una persona.

–¿Realmente fui yo?–

Murmuró intrigado.

Al estar tan molesto aquél día por fracasar en la persecución, no se había dado cuenta de que soltaba feromonas si no fuera por Volkov.

Entonces lo que Gustabo le había dicho el día de ayer vino a su cabeza de golpe.

Dicen que si un omega entra en celo con las feromonas de un alfa, es porque son compatibles el uno con el otro.

Ese día fue la primera vez que reveló sus feromonas de manera tan despreocupada.

–Entonces...–

Recordó las palabras de Armando.

Es culpa suya y su poco control de feromonas.

Nunca se hubiera imaginado que Armando tendría un delicioso aroma a chocolate, y nunca se hubiera imaginado que su lobo se volvería loco al percibir éste.

Dejó de lado el informe que leía al darse cuenta que de nada servía pasar una y otra vez la mirada por sobre las letras si realmente no estaba concentrado en ello.

Así que decidió seguir dándole vueltas a aquellas palabras.

–Compatibles...–

Comenzó a jugar con una moneda, pasándola por sus dedos de ida y vuelta.

¿Realmente eran compatibles?

–Yo adelanté su celo–

Murmuró sintiendo a su lobo inquietarse al pensar en ello.

–¿Qué probabilidad había?–

Sonrió tontamente teniendo en su cabeza la imagen de aquél omega.

Pero de un momento a otro, la radio lo sacó de sus pensamientos, escuchando la voz de uno de sus oficiales dar aviso de robo a joyería.

[•••]

–¿Identificaron a todos los sujetos?–

–10-4 superintendente–

Fuera de la joyería se encontraban los ems atendiendo a los cuatro atracadores.

Unos capullos que decidieron creerse pistelores si le preguntaban a Conway.

–Zuphe, ¿Es verdad que sale con el jefe de los mecánicos?–

Preguntó Leónidas, recibiendo las miradas sorprendidas de sus compañeros al escucharlo, al igual de señas de que se callara.

–¿Cómo has dicho?–

Todos se sintieron pequeños ante la mirada atemorizante que el superintendente les lanzó.

–Leónidas eres un idiota–

Susurró entre dientes Moussa a su compañero.

–Es que no quería quedarme con la duda–

Susurró de vuelta sintiendo la penetrante mirada de su jefe en él.




































__________

Hola! cómo están?^^

Cómo vuela el chisme he akfkaf

Nos vemos mañana con el siguiente capítulo <3

Besitos!

Llamado Especial-ArmanwayWo Geschichten leben. Entdecke jetzt