- Hasta para pedir matrimonio -mi abuelo suelta una carcajada mirándome y yo le respondo de igual manera. Agarro una de sus manos y me la llevo a la cara- ¿eres feliz, cariño?
- Ahora mismo...no lo soy -le contesto con un deje de tristeza en mi voz y si, intentando reprimir las lágrimas
- Cariño. No puedo ser eterno, y lo sabes... sé que me estoy...
- ¡No lo digas! -alzo un poco mi voz para hablarle. Las lágrimas van saliendo por mis mejillas sin poder controlarlas. Yo no quería llorar delante de él, y lo estoy haciendo
- Valeria, mi niña...
- Por favor, abuelo...
Dejo que mi cabeza repose en su mano. Mi abuelo me acaricia muy despacio y con mucha ternura. En la televisión, los gritos del locutor de una forma enloquecida llaman mi atención. Giro mi cabeza para ver como Charles ha soprepasado a Max y se ha puesto segundo. Sonrío al ver todo lo que está haciendo el monegasco, como lucha por ganar.
- Pues yo si soy feliz Valeria - vuelvo a mirar a mi abuelo escuchando cada palabra que sale de sus labios- soy feliz porque sé que cuando yo no esté, tú no estarás sola. Que tendrás a tu lado a una persona que te cuidará y protegerá más que a su vida. Tienes que prometerme algo mi niña
- ¿El qué abuelo? -mi voz apenas quiere salir de mi garganta. Me castañean los dientes y tengo mucho frío
- Que seguirás con esa sonrisa en tu cara
Trago saliva, y unas cuantas lágrimas. No quiero llorar otra vez. Aunque sea lo único que pide mi cuerpo. Asiento ante las palabras de mi abuelo y él me indica que miremos la pantalla para ver la increíble carrera que están haciendo los dos pilotos de Ferrari.
- Es un gran piloto -me dice mi abuelo con orgullo- nunca he visto a nadie igual que a él
- Lo es -le respondo de la misma manera
- ¿Te pondrás el apellido Sainz cuando te cases?
- ¡Abuelo! ¡Ni de coña! que la abuela se pusiera el tuyo no quiere decir que yo vaya a serlo
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55LOVE (Runner 1)
RomanceA Carlos Sainz , su equipo le da un ultimátum. Tiene que cambiar su actitud o el año que viene lo echan de la escudería. Arrogante, engreído y prepotente, nunca está dispuesto a admitir que la culpa es suya. Pero toda esa fachada de tipo duro, se ca...
𝟨𝟪. 𝐿'𝓊𝓁𝓉𝒾𝓂𝑜 𝒶𝒹𝒹𝒾𝑜
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