La caceria

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   Era una noche fría en el pueblo de Asfil. Tomaba un café en la cafetería del centro, cuando de repente ojeé por la ventana y lo vi.

Caminaba bajo la lluvia sin interés alguno de cubrirse. Era un tipo alto de cabello castaño corto, tenía rostro de ángel, pero era todo un demonio.

Iba vestido de traje negro y corbata muy elegante. No quería mojarme, pero tuve que seguirlo para ver hacia donde iba, rara vez se veía un hombre de ese tipo en el pueblo.

Sin que me notara lo seguí, evitando que mis tacones rojos hicieran mucho barullo en los charcos que habían en el suelo, vi cuando entró al hotel cerca de la plaza mayor, me oculté entre los arbustos cuando él volteó, tal vez presintió que alguien lo seguía.

Esperé un rato a que entrara, para luego hacerlo yo disimuladamente, pidió la llave de una habitación en recepción, por suerte alcance a ver donde estaba colocada la llave.

Entré y le hice un par de preguntas a la recepcionista para distraerla mientras yo veía el vacío del estante donde antes estaba la llave. Habitación 69, un número muy curioso.

Pedí una habitación en el hotel para poder subir a las habitaciones y así no levantar sospechas, me ofrecieron la contigua a la de él, pero elegí una un poco más alejada.

Me acomodé en mi habitación y puse en marcha mi plan. Pasé la noche planificando todo. Al día siguiente muy temprano salí del hotel rumbo a mi casa. Busqué algo de ropa y la llevé al hotel.

Soborné a uno de los botones para que me dijera el tiempo que se hospedaría allí aquel hombre.

Cinco días, tan solo tenía cinco días para hacerlo caer en mis redes. Esa misma tarde, comencé con mi plan.

Lo vi entrar al restaurante del hotel, pidió una mesa alejada de todos, para que nadie lo molestara. Llevaba yo un vestido ceñido al cuerpo de color rojo, me llegaba a mitad de los muslos y tenia una escote corte corazón que me hacia exhibir mis atributos.

Al entrar al restaurante exigí una mesa cercana a la de él, me senté y fingí no verlo, pero sentía su mirada sobre mí.

En un movimiento fingido, hice caer la servilleta que estaba en mi regazo al suelo, inclinándome a recogerla, dejando que se vieran mis pechos desde su lugar. Por supuesto que no pudo evitar mirarme, sonreí por lo bajo, por haber logrado mi cometido.

El mesero se acercó a mi mesa y pedí el menú, un rato después de haberse retirado el mesero con mi pedido, regresó a mi mesa con una copa de vino diciéndome que el hombre de la mesa contigua me la había enviado.

La recibí con gusto y se la mostré en señal de gratitud, el hombre sonrió en respuesta a mi gesto, llevé la copa a mi boca y bebí un sorbo, luego pase la lengua por mis labios sin quitarle la vista a mi víctima.

Se movió incómodo en su silla al ver mi gesto, e inmediatamente se levantó, lo vi caminando hacia mi mesa, se paró frente a mí, extendió su mano y me dijo

— Permíteme presentarme principessa.

Besó mi mano y dijo que su nombre era Antoni Mascherano, cosa que ya sabia desde antes, es la punta de la pirámide de la mafia y hacedor de la droga más temible, el HACOC (el HACOC, es la aleación de 5 drogas: heroína, anfetamina, cocaína, opioides y cannabis).

Sé que es un hombre muy poderoso pero, eso no me va a detener en mis planes, me propuse que sería mi presa para el día de mi cacería y lo será.

Charlamos un rato y luego nos dirigimos arriba cada uno a su habitación. Al día siguiente salí muy temprano por la mañana
para continuar con los preparativos para la cacería.

La cacería de los novenosOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz