El día que nos equivocamos

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Yo no dije nada. Me quedé impasible, sin pestañear, mirándolo a los ojos, tiesa como una vela.

—Supuse que estabais juntas y que habías venido antes con ella. —Se encogió de hombros, un poco apenado. —Por eso no te esperamos, lo siento.

Yo asentí, mirando al suelo, y suspiré. Subí la vista y le sonreí un poco, poniendo una mano en su brazo.

—Está bien, no te preocupes. —Le dije sinceramente. —Es solo que me he agobiado un montón... Me he quedado dormida y cuando he visto la hora que era...

—Está bien, Mery. —Dijo Pol. —Nos puede pasar a cualquiera.

Yo bufé.

—Es que soy un desastre, de verdad. Cuando he visto que os habíais ido sin mí...

—Ay, mi niña... —Raquel se acercó, abrazándome. —Si es que es muy pequeña... —Le dijo a los demás. —Ya está, ya estás aquí y ya podemos ensayar, olvidamos todo, ¿vale?

Yo asentí, respirando profundo e intentando tranquilizarme.


Chanel entró unos segundos después, apurada y maldiciendo entre dientes, y se paró en seco al verme, terminando de atarme los zapatos.

—¡Ay, amor!

Me abrazó con fuerza, abalanzándose sobre mí y haciendo que perdiera el equilibrio en el banco donde estaba sentada.

—¿Dónde estabas? No sabíamos dónde estabas. —Me miró con gravedad, sentada a mi lado y acariciando mi cara. —Estaba preocupada —alguien carraspeó—, estábamos preocupados.

—Lo siento, me... —Me quedé un poco atontada al verla, sus pestañas maquilladas hacían sus ojos mucho más grandes y me quedé un poco embobada por unos segundos. —Me quedé dormida.

—Ay... —Me miró con carita de pena. —Estabas cansadísima...

Chanel volvió a abrazarme, y yo me permití disfrutar de ese contacto, cerrando los ojos durante un momento.

—Chicas, deberíamos ir yendo. —Dijo Exon, bajito, sin querer romper la quietud del momento.

—Sí, claro. —Dijo Chanel, sin mirarlo, manteniendo la mirada sobre mí. —Id tirando, ahora vamos.


Los chicos salieron de la sala, y de fondo oí como Josh, el último en salir, dijo al resto "van a enrollarse", y me dio la risa floja. Miré a Chanel, que estaba aguantándose la carcajada, y al conectar nuestras miradas de nuevo no pudimos evitar reírnos en alto.

—¡Eres una maruja, Josh! —Gritó Chanel a la puerta, pero nunca supimos si Josh lo oyó.

Nos quedamos mirando unos instantes y ella suspiró.

—De verdad estaba preocupada. —Dijo. —Bueno, todos...

—Es que me quedé dormidísima, lo siento... —Me lamenté. —Y estos no me esperaron porque pensaban que venía contigo...

—Ya, se les ha quedado una cara al verme y no verte a ti... —Aguantó una risa.

—Josh nos vio. —Le dije. —En el ascensor.

Ella se rascó la nuca.

—Algo me haba imaginado. —Se encogió de hombros, despreocupada. —No es que me importe.

Tiempo muertoWhere stories live. Discover now