7. SKYE

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Fue algo de lo más extraño cuando Susan me hizo ir a atender a aquellos clientes, normalmente si LeMond no estaba era ella la que se encargaba de los halagos. Pero tras descubrir que estos clientes habían comido allí al mediodía, entendí en parte porque insistió tanto en que saliera alguien de cocina.

Obviamente no había fallado al pensar que esos chicos no jugaban en mi liga, en cuanto dijeron que habían comido allí al mediodía, todo se volvió claro para mí. No esperaba que fueran tan educados, normalmente la clase de clientes que pedían ver a LeMond solían ser más altivos, en cambio estos chicos no lo eran. Al menos, no todos... Porque el chico que había grabado como la bomba se deshacía con su móvil era otra historia.

Sinceramente se ganó mi antipatía en el momento que aun viendo que intentaba ayudarle para que su video quedara bien presentado no me alcanzó el carrito de los postres. ¡Y eso que estaba a su lado! Casi deja que su amigo, quien, por cierto, estaba sentado al otro extremo de la mesa se levantó expresamente para hacerlo. Eso crispó mis ya de por sí crispados nervios, así que no pude evitar ser un poco más brusca de lo que debería, con esta clase de clientes. Pero al cuerno con eso, él había empezado primero. Así que ni corta ni perezosa, sin soltar lo que sostenían mis manos, me encaminé al carrito, y valiéndome de mi pie, lo guie hasta ponerlo delante de mí como una autentica profesional, ¡jódete niñato! Acto seguido procedí a preparar el plato, para que el señorito lo pudiese grabar bien, y una vez hecho, me aseguré de dejar el plato impecable antes de plantárselo en las narices. Aunque algo me chocó, pues cuando estaba limpiado el borde del plato, como hice en todos los platos, aunque no se hubiesen salpicado, como fue en este caso; todos gritaron "NO". Pero fue demasiado tarde, ya estaba hecho, así que le puse en plato con un bonito voilà y una sonrisa de suficiencia en la cara, mientras me aguantaba las ganas de estamparle la cara en tan sofisticado postre.

Durante unos instantes nos sostuvimos la mirada, como si nos estuviésemos retando en silencio a ver quién perdía antes los papeles, pero el hechizo se rompió, cuando el chico con un estilo más similar al mío dijo:

                         - Dios... Está tan bueno...

Como había pensado no eran americanos. Tampoco me sorprendió acertar sobre la nacionalidad de estos clientes. Como dije, mi instinto nunca me fallaba. Lo que realmente me sorprendió, fue la fluidez con la que el coreano vino de nuevo a mi cabeza para contestarle:

                         - Me alegro mucho de que le guste. Es un honor saber y ver en primera persona que ha sido de su agrado.

No me sorprendió que los chicos se quedaran un poco patidifusos, pero bueno, no todos los días tienes a una "americana" hablando coreano por ahí. Aunque tampoco era americana... Lo que realmente me sorprendió, al menos a mí, fue como de seguida caí en el viejo habito de hablar coreano, cosa que no hacía desde que hice de stagier en Seúl ya hacía unos cuantos años.

Todo fue tan natural, era como si hablara con gente que hubiese trabajado conmigo o con algún conocido de la época. Pero en cuanto el chico engreído del video abría la boca, no podía evitar, contestarle con cierta mala baba. Pero la cosa, se puso un poquito más tensa cuando el tipo me agarró de la muñeca y volvió a preguntar por LeMond mientras añadía algo así como que el Chef siempre salía a saludar a sus "clientes más selectos". Si creía que con esas me iba a impresionar... iba fino filipino. Esas cosas poco me importaban a mí. Le respondí lo más educadamente posible, pero no pude evitar contestarle con un borde afilado, al fin y al cabo, ¿quién demonios se pensaba que era para menospreciarme y, sobre todo, agarrarme del brazo? ¿Dónde estaban sus modales? Además, me aseguré de darle una mirada asesina que fuera bien acorde a mis acuchillantes palabras. Por suerte para él sus compañeros de mesa eran más agradables que él y a pesar de que aún estaba intentando zafarme de su agarre intenté ser educada con los demás.

Con dos FogonesDove le storie prendono vita. Scoprilo ora