Capítulo Uno

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Capítulo Uno.

Dentro del gran continente de Halkenia sus dos naciones Annp y Romalia se encuentran en enemistad. Nacieron tras una guerra por la obtención de los siete anillos mágicos, las reliquias más preciadas para ellos. Los cuales pueden conceder un deseo solo si todos sus siete portadores están de acuerdo. Por dicha enemistad los pobladores de Halkenia adhirieron a sus vidas un sentimiento de desconfianza hacia las personas ajenas a su reino.

Len, un humano se despertó en un lago dentro del gran bosque del Reino de Romalia, el cual se ubica cerca a la cordillera fronteriza con Annp. El chico no sabía cómo llegó a ese lugar, frotando su cabeza al parecer por el dolor del impacto con el agua, alzó su mirada al cielo empapado y con mucho frío. Observó un gran nevado, el único en dicha cordillera ya que el resto eran volcanes, junto a estos visualizó a dos lunas las cuales eran los satélites naturales de todo el continente de Halkenia. El chico con un poco de preocupación se dió cuenta que no estaba en el planeta Tierra y empezó a preguntarse ¿Cómo terminé en este lugar? Y su vez dar respuesta a la interrogante más importante ¿Cómo regresaré?

De repente vió correr a una chica de cabellera larga, de atuendo un poco extraño para él, llevaba consigo un arco y muchas flechas arrimadas en su espalda, tenía ojos verdes y una piel demasiado blanca como la nieve. Pero lo que más le llamo la atención a Len, fueron sus pronunciadas y alargadas orejas.

- ¿Es una elfa? -Pensó el muchacho-. ¿Aquellas criaturas que se ven en los cuentos de fantasía? ¿Las que pueden curar personas con magia?

En medio de sus pensamientos no pudo darse cuenta de que aquella chica había notado su presencia. Ella tomó la mano de Len sorpresivamente y comenzó a jalarlo con fuerza. Len atónito y fuera de sus casillas pronunció:

- ¿Qué es lo que pasa? -disminuyó la velocidad de sus pasos y soltó la mano de la chica agresivamente.

- Muévete si no quieres meterte en problemas con ellos -La chica suspiró en un tono rudo volteando su mirada hacia él, señalando a guardias de Romalia que se acercaban al lugar.

- ¡Alto ahí! -Gritaron los soldados que venían persiguiendo a la chica-. ¡No podrás escapar esta vez!

- ¿Y yo que tengo que ver en esto? -Preguntó Len jadeando de cansancio luego de varios metros corriendo.

- Te lo explicaré luego, si es que salimos vivos de este bosque. ¡Ahora, corre! -Dijo la chica en un tono autoritario.

Ambos muchachos siguieron corriendo de la manera más rápida que sus piernas lo permitían. Cuando dieron por perdidos a los soldados decidieron reposar un momento, adentrándose en una cueva a las faldas de uno de los volcanes. La chica tenía el conocimiento de dicho lugar ya que había estudiado muy bien todo el reino de Romalia. Len estaba muy cansado, y ella por su parte, tramaba un plan moviéndose en círculos.

- Dudo que te encuentren si seguimos escondidos en esta cueva -comentó Len con una notable expresión de cansancio y agotamiento en su rostro.

- Ya me di cuenta, esos miedosos no tienen las agallas suficientes como para entrar en un sitio como este, o tal vez, no saben de su existencia -miró alrededor de la cueva y prosiguió- Por cierto, mi nombre es Arling, gracias por ayudarme a escapar de ellos – la elfa notó su cansancio- No seas tan dramático chico, solo corrimos un poco y ya estás muy agotado -dijo entre risas.

- Pues no agotado totalmente, pero sí adolorido -comentó Len alzando su brazo derecho, estaba con unos pequeños cortes ya que al atravesar el bosque había un sin número de arbustos con espinos el cual era un método de protección natural de Romalia para no recibir un gran número de intrusos en su territorio.

El Séptimo Anillo (Versión Final) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora