La nieta de la casera

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Esto sucedió hace unos años, había decidido trabajar en otra provincia lejos de donde vivía, había encontrado una casa que alquilaba sus cuartos, la dueña era una señora de aproximadamente 60 años llamada señora Gladys, el lugar era céntrico, eso sería de mucha ayuda para movilizarme al trabajo, pasaron los días hasta que llego el fin de semana, esa semana no viajaría a mi casa, al llegar a la puerta de mi casa la vi, una linda muchacha de aproximadamente 20 años, pelo negro, ojos negro, era una linda morena clara estaba limpiando los baños de la casa de alquiler, la salude mientras ella guardaba los artículos de limpieza.

—Hola, que tal—le dije.
—Muy bien gracias, tú debes ser el nuevo inquilino de mi abuela.
—La señora Gladys es tu abuela, un placer conocerte.
—Igual, mi nombre es Mariela ¿Cuál es el tuyo? —me pregunto.
—Me llamo Iván.
—Debo irme, mi abuela me espera, hasta luego—me dijo antes de mostrarme una sonrisa antes de marcharse.

La observe alejarse, se veía muy bien, su trasero era firme, destacaban sus caderas eso se adivinaba bajo su jean, sus pechos de tamaño normal eran proporcionales a su cuerpo, definitivamente era una atractiva chica. Pasaron los días, solo nos veíamos los fines de semana cuando limpiaba la casa donde me quedaba, nos hicimos muy cercanos, aprovechaba cada momento para conversar con ella, empezó confiar en mí, me contaba de su romance con el chico que era su novio, me di cuenta que se habían alejado porque él no le prestaba la atención que ella deseaba, ambos habían decidido darse un tiempo y esa noche se volverían a ver en una fiesta de una de sus amigas.

— ¿Esperas volver con tu novio? —le pregunte.
—Es lo que deseo, me hace tanta falta.
—Espero las cosas salgan bien entre ustedes—le mentí, ese no era mi deseo, pero no podía decir que pensaba.
—Gracias, Iván eres siempre tan considerado—me dijo un beso en la mejilla antes de alejarse.

Pase esa tarde viendo tv, muy cerca de dormir escuche varios golpes en la puerta de mi cuarto, cuando la abrí era Mariela quien a juzgar por la expresión de su rostro se notaba triste.

—Puedo pasar necesito contarte lo que paso hoy—me dijo.
—Entra—le abrí la puerta.
—Me siento fatal, ese estúpido fue con otra, no sabía que hacer deseaba regresar de esa fiesta apenas llegue, pero mis amigas no me dejaron.
—No te pongas triste, ese hombre no te merece—me acerque a ella, dándole un fuerte abrazo.

Duramos abrazados unos minutos, debo admitir que su cercanía me ponía nervioso, además vestía con un vestido de una sola pieza en negro que realzaba sus curvas, definitivamente era una deliciosa mujer, nos miramos al mismo tiempo sin darnos cuenta nos besamos, nuestros besos fueron tímidos al principio pero se convirtieron en unos besos duros y apasionados, la tome de la cintura para no dejarla escapar, pero note que ella no oponía resistencia, me respondía mis besos con la misma pasión que yo le daba, baje mi mano para tomarla firmemente de las nalgas y besar su cuello para rápidamente para volver a su boca, me estaba excitando, sentir su cuerpo me calentaba, sentí como mi pene se paró bajo mi pantalón, la tome de las caderas para levantarla y colocarla en un mueble donde colocaba mis artículos personales.

No paraba de besarla mientras me colocaba entre sus piernas, ella las abría abrazándose a mi espalda, empecé a moverme rozando mi duro pene bajo la ropa contra su cuerpo, ella me siguió el juego moviendo su cuerpo igual para que el roce fuera intenso, nos devorábamos la boca, nuestras lenguas se enlazaban mientras abajo nuestros sexos ardían con ese roce tan placentero, en ese movimiento que nos daba tanto placer, nos masturbamos prácticamente rozándonos,  mis manos la seguían tomando de las nalgas, nuestras bocas no se despegaban solo en momentos para que ella soltara suave gemidos, nuestros cuerpos cada vez más juntos se movían más rápido, era un deseo intenso, sentía como mi pene deseaba salir y hundirse en su interior, esos movimientos me lo habían puesto bien duro,  era tan duro el roce que la sentí temblar, estaba seguro que había tenido un orgasmo, mi pene estaba tan excitado que también me vine, temblando mi cuerpo con los espasmos de placer mientras soltaba mi semen bajo la ropa.

Nos separamos sorprendidos, ella no dijo nada se disculpó que se tenía que ir, todo había sucedido de repente, deseaba seguir, pero comprendía su temor, le abrí la puerta para que se marchara, me fui a dar un baño para terminar la calentura que nos había sorprendido. Pase la semana sin poder verla, estaba ansioso que llegara el sábado siguiente, ese día regrese temprano al cuarto, ella iba de salida, se acercó para decirme.

—Quiero verte esta noche, fingiré que iré a una fiesta para poder visitarte—me dijo mientras me daba un breve beso.

La espere impaciente hasta que anocheció, cuando pensé que no iba a llegar, escuche que tocaron mi puerta, la abrí, Mariela me sonrió, saltando sobre mí para darme un beso antes de entrar, cerré la puerta, la lleve a la cama, la empecé a desnudar dejándola con solo su ropa interior, la puse de espaldas para besar esa zona, mis besos bajaron hasta casi el nacimientos de sus nalgas para subir y besar su cuello, lamer el lóbulo de su oreja, volví a bajar para besar sus nalgas, estaba muy excitado, deseaba besar todo su cuerpo, concentre mis besos en su espalda baja al mismo tiempo que usaba mis manos para acariciar sus pecho, llegando a endurecer sus pezones con las caricias de mis dedos, le quite el sostén liberando sus pechos, subí a besos hasta su cuello, succione el lóbulo de su oreja mientras acariciaba sus pecho, jugaba con sus lechos, los apretaba, halaba sus pezones, la presionaba con mi pene las nalgas, la deseaba tanto.

Deseaba probar su sabor, la coloque en cuatro mientras la terminaba de desnudar, le abrí las piernas mientras metía mi lengua en esa posición, usaba mis manos para abrir sus nalgas mientras mi lengua la acariciaba desde atrás, acariciando suavemente sus labios vaginales mi lengua la atacaba con deseo abarcando  su sexo con mis rápidas lamidas, intentaba meter mi lengua en esa posición, probaba sus jugos, la escuchaba gemir, eso me excitaba demasiado, seguí acariciando, me encantaba su sabor, me excitaba, la acariciaba con deseo, dure varios minutos chupándola hasta que no aguante más mis ganas de penetrarla, me desnude mientras ella me esperaba en esa posición, tome sus caderas, con la cabeza de mi pene jugaba en la entrada de su vagina, un rica sensación de anticipación a lo que sucedería, ella gimió suplicando que la penetrarla, él se contuvo, pero el calor de la piel desnuda de ella venció su resistencia, la tomo de sus caderas, de un solo empujón me hundí en su interior, disfrutaba el calor de su cuerpo, me movía suave, disfrutando cada embestida.

La penetre más rápido, me empezaba a dejar llevar por el deseo, le di dos fuertes nalgadas para escucharla gemir excitada, mis embestidas se volvieron frenéticas, tan duras, tan profundas, baje mi cuerpo para tomarla de sus pecho, masajearla mientras la penetraba, nos levantamos abrazados, apretaba sus pezones mordía el lóbulo de su oreja, nos movimos buscando el máximo placer, cambiamos de pose, se colocó boca arriba, puse sus piernas en mis hombros, buscaba entrar lo más profundo en su dulce interior, lo estaba sintiendo todo era tan caliente, tan intenso, embista de forma dura, sin compasión, nuestros gemidos se mezclaron creando un ambiente tan pasional digno de una escena de película porno, nuestros sudores se mezclaron, nuestros corazones se aceleraban al mismo ritmo que nuestras embestidas, mi cuerpo se tensaba, sus paredes vaginales se aferraron a mi pene, sus ricas contracciones me hicieron perder en control, viniéndome en un fuerte orgasmo.

—Me gustó, todo fue tan caliente, creo que te visitare cada vez que pueda—me dijo.

Le sonreí, esta situación amenazaba con descontrolarse, se ponía de lo más interesante y estaba dispuesto a llegar al final.

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