Contare las cosas de ahora en adelante como son, sin trabas. Les contare a las hormigas por qué estoy en el frio suelo esperando a oscuras el brillo de una idea que haga cambiar tu mundo. De repente se me ocurrió algo, una idea algo arriesgada, se las consecuencias de hacerlo, pero con tal cambiar tu mundo, con tal cambiar la historia, con tal cambiar el futuro, estoy dispuesto a pagar el precio.
No recuerdo exactamente cual fue mi primer dibujo, pudo ser un árbol, pudo ser una casa, tal vez intente dibujar a papa y a mama (personas de palitos). Se que dentro de mi mente hay un registro de todo dibujo que he hecho a lo largo de mi vida, pero este dibujo, este dibujo que hare se pondrá en la cima de los demás, no habrá comparación ninguna. Mientras estaba en el frio suelo, con las hormigas pendientes de mi vida, tome la decisión de dibujar tu único y bello rostro.
No hay nada más difícil que dibujar el rostro de una persona, es una serie de pasos a seguir, medidas que tomar, detalles que dibujar, etc. Pero esta misma practica se queda inútil y sencilla cuando la comparas con intentar dibujar el rostro de la persona que te gusta. Ya no peleas con medidas, no peleas con la forma de una cabeza, no peleas con la distancia de los ojos o con las sombras de una nariz. Si piensas dibujar a la persona que te gusta tienes que saber que hay consecuencias reales que pueden perjudicarte. Pero ojo, no me mal entiendas, lo gozaras.
¿Qué se siente saber que te pondrás un ratito en la silla del Creador y entenderás el por que ama tanto a su hija? Buscaras en lo mas profundo de sus ojos el brillo mas emocionante que nunca habías visto, y la experiencia es así, única, porque lo plasmaras en un papel con tu lápiz y demás utensilios como si fuera una fotografía, pero mejor. Sabes que te convertirás en una impresora y te dará igual si el resultado queda idéntico o no.
Tu pasaras horas y horas paseando por su hermoso cabello, horas y horas entre las sombras de sus mejillas. ¿Habrá cejas y pestañas mas hermosas que las tuyas? Te preguntaras mientras con delicadeza dibujas sus bellos ojos. Su nariz debe ser perfecta, le cambias algo y ya es otra persona. Estas temblando por no arruinar el retrato, tanto que imaginas que es tinta la que usas en lugar de carbón, no sabes si tienes a la mano un borrador o una piedra entonces borras con delicadeza los errores minúsculos para no arrugar el papel. Debes estar seguro que los nervios no te superan, el sudor no puede ser el villano de este momento, así que enciendes el ventilador, respiras hondo y continuas pues ya casi terminas. Solo falta el detalle más importante, la razón por la cual di gracias al cielo la primera vez que te besé, como si se me sumara unos segundos mas de vida. Estaba apunto de dibujar tu sonrisa. Ojalá nadie me esté grabando, los ojos delatan, pero mi sonrisa también y en este punto es de oreja a oreja. ¡Que bella eres!
El lápiz bailo sobre el papel por muchas horas, era la misión mas importante de su vida en aquel entonces. Cuando levanté el papel y di por terminada esta obra, vi la hora y me di cuenta que estuve viendo tu rostro por al menos seis horas sin parar. En estas seis horas dibuje y borre curvas hermosas con el sentido de encantar a los otros Alessandros del pasado que siempre quisieron dibujar un bello rostro, pero no pudieron, nunca se arriesgaron pues el riesgo es alto.
Hoy en día no sé qué será de ese dibujo, lo único que les puedo decir es que al dibujar a la persona que te gusta corres el riesgo de memorizar cada detalle de su bello rostro. No habrá otro dibujo igual, no volverá haber una emoción igual a esa que vivi porque el corazón se rehúsa a traicionar sus emociones. Si pudiera, sabes que lo haría; si yo pudiera lo dejaría.
Ojalá lo hubiera firmado, tal y como me dijiste que hiciera. Lo que pasa es que es tu dibujo, no mío. No es el dibujo de Alessandro, eres tu.
