-como si el rey le hubiese creído-dijo Amelia separándose de su hermano

-te creyó a ti, eres igual a él, pero más hermosa- dijo Ecgfrith sonriendo -bueno he de irme, debo decirle al rey que su amada hija esta bien cuidada y esperando nuestro retorno

-no permitas que me de en matrimonio a un hombre feo o poco inteligente- dijo sonriendo Amelia acompañando a su hermano a su caballo

-primero muerto que permitirle semejante atrocidad-dijo su hermano guiñándole un ojo, luego beso su mejilla y subió a su caballo, dando la orden para partir su comitiva.

Amelia espero su despedida desde la entrada de la cocina el monasterio, como tradición siempre antes de perder de vista con su hermano o padre, ellos le lanzaban un beso y ello lo recibía en su corazón, era su costumbre que su madre le había enseñado, y ella les había enseñado a ellos.

-ya era momento que entrara princesa-dijo el monje Peter sonriendo

-perdón, no sé de qué habla - dijo Amelia incomoda y tomando sus faldas subió las escaleras que la llevaban a su dormitorio

-las paredes tienen oídos- dijo el monje para que ella lo pudiera escuchar

Amelia estaba en su habitación orando, cuando sintió los gritos y el ruido de las espadas, en el momento que se acerco a la venta vio una flecha entrar, se movió rápidamente antes de ser alcanzada por esta, no sabía qué hacer. En ese momento comenzó a sonar la campana, que advertía de un ataque, su hermano no debería estar tan lejos de la isla, y rogaba que pudiera escuchar el sonido y regresara por ella.

Tenía que pensar que hacer y rápido, no podían descubrir que ella estaba acá, salió de su habitación apresuradamente chocando con un monje que corría escaleras abajo.

-quienes nos están atacando? -pregunto Amelia asustada.

-los vikingos, mi señora- le respondió el monje- corra y escóndase, si la descubren, créame querrá estar muerta-

Amelia sintió un escalofrió, sabia muy bien que le pasaría si los vikingos la descubrían, la violarían en masa y después le darían muerte, si es que no moría mientras la violaban, había escuchado de las brutalidades de esas bestias, de sus sacrificios humanos y sus vejaciones.

-no hay tiempo mi señora... debemos irnos- dijo el monje abriendo una puerta secreta a la mitad de la escalera, tomándola del brazo la hizo entrar y así bajar una escalera mas pequeña y empinada, ya que la habitación de Amelia se encontraba en la torre de la abadía

-donde nos lleva este pasadizo? - pregunto Amelia aterrorizada

-al gran salón, desde allí podre ocultarla en la bodega que está en el suelo y ahí tendrá que esperar a su hermano, él sabrá que hacer- dijo el monje

-esta bien...- dijo Amelia intentado ver en la oscuridad

Cuando llegaron al final del pasadizo, el monje miro y no había nadie por lo que se apresuro a llevar a Amelia al lugar correspondiente y ocultarla, su hermano había mandado a construir esa bodega por si algo salía mal, y él era el único dentro de la abadía que tenía estima a esa muchacha, los demás habían escapado y los que no ya estaban muertos, ninguno se había preocupado de ella.

-gracias- dijo Amelia, y el monje cerró la puerta de la bodega, corriendo nuevamente al pasadizo para ocultarse

En una de las habitaciones del monasterio, se encontraban los vikingos, ya se habían encargado de eliminar al monje que hizo sonar la campana para que no siguiera alertando del ataque.

-no maten a todos los monjes quiero algunos vivos, necesito que me digan donde están ocultas las riquezas -dijo Neils a sus guerreros, habían escuchado que en ese monasterio se encontraba una joya de la realeza y ellos la querían.

-que buscamos? -pregunto Björn uno de sus guerreros.

-una joya? -dijo Neils riendo, ya habían matado a la gran mayoría de los monjes y los que alcanzaron a escapar no volverían, por lo que podrían buscar tranquilamente por un tiempo.

-él que la encuentre se la queda? - pregunto Einar su otro guerrero

- es de todos, tendremos que dividirla-dijo Neils dirigiéndose a otra habitación seguido por sus guerreros.

Buscaron por todas partes, hasta que llegaron a la última habitación que era bastante grande, lleno de libros por todas partes.

-aquí solamente hay libros -dijo Björn quejándose, habían atacado ese monasterio por nada, no se quejaba de eso, le encantaba la destrucción, solo que él quería tener esa joya para pedir la mano de su amada Kaysa.

-debe haber algo, no por nada había dos soldados reales-dijo Neils percatándose que una parte de la gran alfombra había sido movida.

Mientras tanto Amelia escuchaba a los vikingos acercarse donde ella estaba, se arrodillo y comenzó a orar, quizás Dios la haría invisible, se podría salvar.

Neils señalo a sus guerreros el lugar de la alfombra y les hizo la señal de silencio, y se acercó sigilosamente, hasta dar con la puerta secreta, y la abrió, un par de grandes ojos violetas le miraron desde su posición.

Amelia arrodillada supo que había llegado su fin cuando sintió el crujido de las tablas del suelo, cuando la puerta se abrió y miro hacia arriba, quedo totalmente anonadada al ver un par de ojos azul verdosos la estaban mirando, y el propietario de eso ojos era un hombre hermoso.

-encontramos la joya del rey- dijo Björn mirando por encima del hombro del vikingo apodado la muerte, hacia el lugar donde estaba Amelia.

Todos los vikingos que estaban en esa habitación comenzaron a hacer ruidos extraños de felicidad y a golpear sus armas contra su cuerpo.

Es mi fin- pensó Amelia y cerro sus ojos



hola viajer@s espero que le guste esta nueva historia, espero sus comentarios y no se olviden de votar.

Amando a un vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora