El Diezmo y las Ofrendas

Comenzar desde el principio
                                    

6

La aplicación de la frase: “vivir del evangelio”, ha sido distorsionada de manera muy sutil, precisamente para la imposición de estos y otros fines. Muchos de los preceptos bíblicos han sido alterados en varios ámbitos y con fines diversos; esto aflige y contrista nuestro espíritu, porque en veces el nombre del Señor es utilizado por aquellos hombres y mujeres sedientos de un dinero fácil, pero sobre todo, de un dinero que no les pertenece. Sin embargo, se predica sustanciosamente que el siervo vive por fe, pero será ésta una fe diferente de aquella que Dios nos ha enseñado. Hay quienes no vacilan en pedir ofrendas por dos y hasta por tres veces consecutivas en un mismo culto. Lo increíble es que no parece saciar los apetitos mediatos o inmediatos y más bien sus necesidades crecen. No es raro que hasta se hayan cerrado los templos porque no existían los recursos para un determinado pastor; y no es raro tampoco, que ciertos pastores se hayan negado a dirigir una iglesia, porque ésta no les ofreció ingentes sumas de dinero mensual por sus servicios. Nada, al parecer, es gratuito en estos días; ni la sesión de consejería en ciertos casos, se libra de la ofrenda, la cual se la pide muy sutilmente argumentando los elevados costos del arriendo, las necesidades locales o los compromisos adquiridos. La palabra del Señor: “De gracia recibisteis, dad de gracia.” (Mateo 10:8), rueda por el polvo, y se la sustituye con otra más práctica pero mal interpretada, que les autoriza “vivir del evangelio”, como veremos más adelante. Quizá estoy empleando un lenguaje muy duro, lo reconozco; pero no estoy alterando la realidad ni me aparto de ella; pues, realmente hay verdades que duelen, pero debemos decirlas aunque causen dolor; y deben creerme que sufro ese dolor en mi alma, pero es necesaria esta cirugía en nuestras conciencias para que sane esa llaga que enferma y degrada a la santa iglesia de Cristo. Admiremos por un momento algunas de las cargas impositivas que el liderazgo cristiano ha depositado sobre los hombros de todos los fieles que han aceptado al Señor, por todo lo ancho y a lo largo del mundo: 1.- Entrega obligatoria de los diezmos bajo la acusación de robo a Dios si no lo hacen. 2.- Entrega casi obligatoria de ofrendas en las reuniones de todo tipo, ya en la iglesia, así como en las denominadas células de hogar o domésticas, en las campañas evangelísticas, festivales, discipulados, etc. 3.-Aportes sistemáticos para la compra de bienes muebles e inmuebles. 4.-Aportes regulares para compra de equipos de amplificación e instrumentos de música. 5.-Pagos por concepto de cursos, sean éstos para matrimonios, de líderes, discipulado, etc. 6.-Adquisiciones casi obligatorias de libros, folletos, revistas, etc., para evangelismo personal. 7.-Abonos por entradas a: Conferencias, Conciertos, Festivales de Música, Convenciones, Campamentos, Retiros, Películas, etc.; todos de carácter cristiano. 8.- Adquisiciones casi obligatorias de CD`s, artesanías, etc., que promueve el propio liderazgo, muchas de las veces con valores superiores a los del mercado secular. 9.- En ciertos lugares, se promueve la entrega de aportes mensuales destinados a misiones, muy aparte de todas las demás contribuciones. 10.-Aportes varios, destinados a fundaciones de carácter cristiano. 11.-Colaboraciones con material didáctico para la Escuela Dominical de niños. 12.-Colaboraciones periódicas para Prensa, Radio y Televisión Cristianas. 13.-Ofrendas para hermanos en necesidad, que muy aparte piden ciertos pastores, ya en dinero, ropa o víveres.

7

14.-Ofrendas para viajes de los líderes, dentro o fuera de la ciudad, y aun del país. 15.-Colaboraciones con ferias, bazares, comidas típicas, mercado de pulgas, etc., destinados a la recaudación de fondos para la iglesia. 16.-Aportes con refrigerios diurnos o nocturnos, así como con flores y adornos para el templo. 17.-Ofrendas con elementos para la cena del Señor, como son el pan y el vino especiales. 18.-Colaboraciones para campañas y atención a visitantes de otras ciudades o naciones. 19.-Aporte con medios de transporte, de quienes lo poseen, y su correspondiente combustible, para misiones, evangelismo, bautismos, retiros, o programas diversos de la iglesia. 20.-Teletones cristianas y ginkanas especiales. 21.-Ofrendas o regalos por el Día del Pastor, etc., etc. La lista puede ser mucho más larga; pero bástenos la anterior para saber que en realidad esto se ha vuelto muy común en la iglesia. Si bien en muchos lugares no se imponen todas estas cargas a la vez, en el contexto congregacional, todas ellas se aplican; yo las he vivido y por ello doy fe de su verdad. Sin embargo, no puedo decir que mucho de esto está mal; sé que las obras de fe de un cristiano obedecen a un patrón definido, conforme son los requerimientos del Señor, y deben seguir ese ejemplo, pero tampoco mucho de esto está bien. No es difícil advertir que la administración de los recursos es una tarea bastante complicada en nuestro medio, y no siempre tenemos a buenos administradores, cuyo don especial de parte de Dios les haya sido dado. Hay una falta de idoneidad en las personas, porque a veces ocupamos trabajos no acordes con nuestras habilidades. Bien se ha dicho que Dios es dueño de todo el oro y la plata del mundo; y así es, pero muchos de nuestros pastores nos aseguran que Dios pide nuestra contribución para Él; se dice que debemos “apartar la parte que le corresponde a Dios”, es decir el 10% de nuestros ingresos, y depositarlos en la cesta o ánfora del templo. La Biblia, por supuesto, sufre una alteración, porque el dinero de Dios es tomado para otros fines que no son los suyos precisamente. Los diezmos y las ofrendas que son del Señor, obviamente no pueden ir a parar en los bolsillos de alguno, sino en las necesidades básicas de SU iglesia, esto es de la gente que llena la casa del Señor y que en definitiva es su pueblo. La casa somos todos los hijos de Dios, y para este pueblo se ha previsto un especial bienestar, progreso y bendición. El dinero no lo podemos enviar al cielo en ningún correo ni en ninguna transferencia, para que allá lo reciba el Señor, porque Él no los necesita, los bienes entregados a su nombre son para la casa de Dios en la tierra, y esto es cuanto deberíamos hacer. Algunos ministros independientes, especialmente, hombres o mujeres que están dentro de este ámbito, no le dan cuentas de los ingresos a nadie, nunca se habla de los recursos que genera el pueblo, y la administración de esos bienes es un mito. Muchos son al mismo tiempo predicadores, maestros, administradores, tesoreros, comisionados, músicos, etc., verdaderos “hombres orquesta” que todo lo abarcan, sin duda para no tener que compartir con nadie; y esto se da en iglesias pequeñas que a ese ritmo no crecen porque hay rebelión y omisión, que en definitiva es pecado delante de Dios. Muchos pastores creen que todas las ofrendas y los diezmos les pertenecen, porque cual levitas sirven en el templo, porque predican y enseñan a la gente. Estos conceptos equivocados se promueven en gran medida y son tomados como ejemplo por otros jóvenes ministros que anhelan “vivir del evangelio”, en medio de cierta comodidad material y sin mucho esfuerzo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 11, 2011 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Diezmo y las OfrendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora