—Pedí un vuelo, sale mañana en la mañana y llego allá a la una de la tarde, mamá.

—¿Que hiciste qué cosa? —luego de regañarme y decirme que no era necesario que fuera a verla; le dije que ya estaba hecho el pago y que eran aproximadamente menos de quinientos dólares estadounidenses—. Cariño, no debiste hacerlo, estaré bien; solo necesitaba desahogarme con alguien y tú fuiste mi primera opción.

—¿Realmente lo fui?

—De acuerdo, tu abuela fue la primera opción; pero resulta que ella y tu abuelo están en Hong Kong con todo y pandemia.

—Pero después fui yo, ¿verdad?

—Probablemente llamé a tu tía, pero recordé que tuvimos un par de problemas por la cena de navidad de hace cuatro años.

—Ok, ¡no me interesa saber qué número de opción fui! —casi grité, sin embargo, sí me interesaba—. Voy para allá, llego a la una de la tarde.

—Con cuidado, amor. Nunca quise que renunciaras a tu trabajo ni a tu sueño por mí —ellos debían entenderlo, porque eran problemas personales, mamá casi volvía a llorar—. Dice mucho de ti como hijo que hagas eso por mí.

—¿Es una broma, mamá? —ella me negó mientras engujaba sus lágrimas y se sonaba la nariz—. No es nada, comparado a todo lo que has hecho por mí, ¿sabes?

—Gracias, cariño —después, mamá se despidió y eligió seguir durmiendo, al igual que yo; pero ¿dónde estaba papá? ¿Por qué tanto misterio? Who knows?

Decidí seguir durmiendo un ratito más, pero no pude hacerlo porque mi equipaje no iba a empacarse solo, decidí tomar: camisas, pantalones, ropa interior, lentes de sol, muchísimos cubrebocas y un par de dulces mexicanos; palanquetas de cacahuate y alegrías de amaranto (bastante sabrosos, a decir verdad) para mi madre. Después sí me fui a dormir y decidí poner mi alarma a las cuatro de la mañana porque se supone que debía llegar unas dos horas antes al aeropuerto. Desperté y rápidamente me di una ducha, desayuné algo ligero y volví a revisar que todo estuviera en orden y en su lugar.

Basura✓
Equipaje✓
Ventanas cerradas✓
Gato…

¿QUÉ? Me llevé mi mano a mi cara, ¿qué carajos iba a hacer con Hades? Llamé a Diego, llamé a Leo y llamé a Fátima; no pensaba dejar a mi gatito en manos de Jair, Esteban o alguien de la discográfica.

Fátima me respondió:

—¡Buenos días, Louis! —me saludó alegremente—. ¿Todo en orden? ¿A qué debo el honor de tu llamada?

—¿Cómo estás, Fátima? —intenté no hacer mucha conversación con ella debido a que ya era algo tarde y debía estar en el aeropuerto muy temprano, quizá solo dormiría un par de horas. Pero elegí ser sincero con ella y le pedí, de favor, que si podía mudarse a mi casa un mes para cuidar a Hades. Ya iba saliendo de mi casa con todo y maletas.

—No creo poder mudarme aún, hablaré con mi mamá y depende mucho lo que ella me diga; aunque sí da por seguro que hoy iré y trataré de quedarme lo más que pueda a cuidar a Hades. Me encantan los gatos, ¿sabes?

—Te lo agradecería mucho —hablé sin ningún tipo de condescendencia en mi voz o algo parecido—. Te dejo la llave debajo de mi tapete de entrada, yo estoy por salir y confío en que lo harás.

—No te preocupes, ¿puedo invitar a Diego y a Leo? —le respondí que sí, sí los podía invitar—. Mil gracias, eres un sol, no haremos nada malo, puedes estar tranquilo. Suerte en tu vuelo y ya vete porque ya son cuarto para las siete; básicamente, me despertaste —me disculpé y despedí de ella, llamé a un Uber y me fui en dirección al Aeropuerto; no llegué tan tarde (de hecho, el Uber tardó en llegar como 28 minutos a una calle cerca del aeropuerto, tuve que caminar después). Claro que en el aeropuerto había mucha gente que esperaba que les diera un autógrafo o una foto (mis fans me reconocieron, a pesar de que llevaba gafas de sol), tuve que negarme a un par. Todo por no llegar temprano a mi vuelo.

Anochecer Tras El Amanecer (Dylan's Version)Where stories live. Discover now