CAPÍTULO XVIII: El tormento de Greyslan.

Start from the beginning
                                    

Ella se quedó observando por la ventana mientras veía como las nubes cargadas se juntaban en el cielo. Las gotas de lluvia no tardaron en caer. Una extraña sensación de melancolía comenzó a envolverla a medida que las gotas impactaban en el cristal, y formaban unos pequeños caminos que se perdían en los bordes.

A lo lejos pudo ver como Greyslan comenzó a acercarse, pero en cuanto logró verlo bien se dio cuenta del desastre que Kaia posiblemente había provocado. Su maestro traía el pelo desarreglado, el batón lleno de heno, y un paraguas medianamente torcido hacia un lado. Kaia, que estaba sujeta de mala manera en su brazo izquierdo se removía y trataba de soltarse a como diera lugar, y producto del brusco movimiento, había provocado que Greyslan ya tuviera toda la ropa empapada, pero por la dirección del paraguas ni una sola gota había caído sobre ella.

—Por lo santo y sagrado —dijo apenas entró, Kaia terminó picoteándolo para lograr soltarse y este producto del dolor terminó tirándola al piso—. Endemoniada criatura.

—¿Qué te pasó?

—¿Que, que me pasó? Fue ella —respondió indignado mientras la señalaba—. En cuanto se dio cuenta de que no eras tú comenzó a escarbar con sus patotas el suelo y me tiró todo el heno del corral en la cara.

—¡Kaia!

—¡Pip! —gritó ella indignada.

—Debes enseñarle modales, a este paso hará lo que quiera si no le pones límites.

—Lo siento, en verdad lo siento, no volverá a pasar.

Greyslan suspiró con resignación a medida que se despedía. Podía estar muerto, pero sentía que no le pagaban lo suficiente como para aguantar a una Hipermeria que era de todo menos agradecida.

Emerald terminó observando a Kaia, ella, haciéndose la inocente elevó el pico en el aire y comenzó a caminar en dirección a la habitación, al llegar picoteó la puerta y Emerald no tuvo otra opción que apresurar el paso para evitar que el ruido despertara al resto.

—Greyslan no es malo, es un amigo. No debes tratarlo así —le regañó.

—Pip —contestó, aunque claramente por el tono parecía que no se arrepentía en lo absoluto.

Aparentemente su mascota traía ganas de continuar con el berrinche, pero Emerald en ese punto se encontraba tan cansada que comenzó a quitarse la ropa, se enfundó el pijama y se metió rápidamente debajo del cobertor. La criatura, intuyendo que su ama no se encontraba demasiado bien, optó por acurrucarse a su lado para que de esta forma pudiera brindarle un poco de soporte.

Luego de eso la noche había pasado sin mayores contratiempos, aunque claro, Emerald tenía tantas cosas por repasar en su mente que apenas había podido descansar.

Por la mañana Kaia comenzó a picotear su frente, ella se removió con desgano y se cubrió la cabeza con el cobertor, la criatura chilló indignada y terminó bajándose de la cama.

Al ser consciente de que ya no podría dormir terminó emitiendo un largo suspiro, y colocando el cobertor a la altura de su nariz, observó con atención el techo. Kaía volvió a subir sobre la cama y con sus pequeñas patas se acomodó a su lado mientras observaba en dirección a la puerta.

—Ellos no me harían daño... —masculló a la nada, en respuesta su compañera recostó su pequeña cabeza sobre su pecho.

Si bien en su momento ella y Draven habían tenido sus diferencias cuando fueron niños, todo terminó solucionándose de la mejor forma posible, a esto se le sumaba el hecho de que en parte fue gracias a Draven que ella había sobrevivido al ataque en Navidia.

Diamond, el príncipe corrupto [PRONTO EN FÍSICO]Where stories live. Discover now