Lo peor no está tan mal.

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Era un día de esos en los que las horas pasan lento, pero disfrutas cada detalle, cada minuto. Un día de esos en el que las peores cosas no parecen tan críticas, en donde notas agradable cada ráfaga de aire, el afinado canto de los pájaros y te detienes a fotografiar flores que te gusta cómo se ven. Estás en un estado de tranquilidad total. Era un día de esos, en el que nada podía perturbar.

Después de una larga jornada de trabajo, Lía caminó hacia la parada del autobús que la llevaría a casa. Se sintió bendecida porque la distancia que recorría era corta.

Esperó algunos minutos pacientemente, pero el bus parecía haberse retrasado un poco, aunque ese detalle no le importó mucho, pues disfrutaba del momento de paz que estaba teniendo, sentía cómo el aire corría y movía su cabello, el cual se pegaba a su cara.

Miraba a la gente pasar de un lado a otro, algunos se acercaban a esperar el autobús y otras personas simplemente permanecían paradas esperando otros autobuses, como en la parada que estaba cruzando la calle, había 5 personas, y en las tiendas también se veía un poco de revuelo.

No era tan tarde, tal vez las 4 y media, hacía un poco de calor estando debajo del sol, pero el clima se sentía agradable en la sombra.

Al contrario de ella, que se encontraba perdida en las flores de un árbol cercano, la gente alrededor de Lía se encontraba impaciente porque llegara el siguiente autobús, pero de un momento a otro Lía escuchó un fuerte golpe y un dolor en el pecho, se miró el cuerpo y se dio cuenta de que su pecho chorreaba sangre abundante que manchaba y empapaba su ropa. No lo entendía. ¿Qué demonios había sido eso?

Lo siguiente que supo fue que estaba tirada en el piso con un montón de desconocidos a sus costados. Algunos llamándola para que regresara, pues empezaba a sentirse débil. Otros solo la miraban con morbo o con miedo, unos llamaban por teléfono diciendo "Acaba de haber un accidente", mientras ella solo sentía cada vez más frío.

Le costaba un poco respirar y la gente a su alrededor no ayudaba mucho.

-¡LLAMEN A UNA AMBULANCIA! – gritó alguien que parecía estar cerca de ella.

-Llama a mi mamá. – Logró a murmurar Lía, y con la poca fuerza que le quedaba señaló su mochila, mientras poco a poco el frío que sentía se volvía más crudo.

-Ahí debe estar su información personal... - Dijo la voz de quien parecía ser una abuela.

Y en esos pocos segundos en los que todo pasaba, Lía solo podía pedirle a todas las deidades en las que nunca había creído, que no muriera.

Pero, aunque era un día de esos en los que todo parece tranquilo, y en donde lo peor no parece tan malo, Lía murió.

Su corazón sin más, dejó de latir y todo se volvió negro. su tacto dejó de sentirse, dejó de oler y dejó de escucharlos a todos. Su cuerpo se apagó.

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⏰ Last updated: Aug 15, 2022 ⏰

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Entre la oscuridadWhere stories live. Discover now