capítulo 20

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Llegamos al club.
Las luces color neón invadía todo el lugar al igual que la música electrónica.
Cientos de personas bailando al ritmo de la musica, otras bebiendo de sus vasos whiskey y cerrando tratos.

Fuimos a una barra extremadamente elegante donde había asientos altos y algunas personas bebiendo.

Marco y yo tomamos asiento uno al lado del otro y se acercó uno de los chicos que estaba al otro lado de la barra ofreciéndonos un sin fin de cócteles y cosas para beber.

—¿qué me recomiendas? — le pregunté a Marco.

— ¿qué te hace creer que soy bueno escogiendo licores? — preguntó él.

— Vi tu hoja de vida Marco. Universidad de élite, grandes cargos en otras empresas. Seguro tenías muchas reuniones y fiestas.

Él se quedó mirándome con una sonrisa de boca cerrada y con la expresión pícara.

— Bien. Para ti que no estas acostumbrada al licor, te recomiendo el agua de valencia que tiene zumo de naranja, ginebra y vodka.

— Perfecto. Entonces uno de esos para mí. — le dije al amable camarero.

— A mí me traes un Navy Grog por favor someone explain me why finn wolfhard do a super terrorific role in the turning? — ordenó Marco con una sonrisa de suficiencia.

No pude evitar la sorpresa que me dio al que el ordenará ese cóctel tan fuerte, por lo cual solté una pequeña y disimulada risa. — ¿tú eres consiente de que mañana hay que trabajar y apenas es lunes?

— Tú lo has dicho. Soy experto en tragos según tú — respondió el con tranquilidad.

Trajeron las bebidas y comenzamos a hablar animadamente sobre nuestras vidas.

Me llamó la atención que su padre hubiera trabajado en la misma empresa donde trabajó el mío. Tal vez lo recordara de allí o algo así.

Su madre era columnista de un periódico lo cual lo convertía en el niño de papi y mami que no tenía que compartir nada con nadie al ser hijo único.

Se sentía bien hablar con alguien. Solía ser una persona que solo tenía dos cosas en la vida: casa y trabajo.
No existía otro lugar para mí, ni más mundo ni más personas.

— ¿bailamos, señorita Dawson? — preguntó Marco ofreciéndome su mano.

— Sería un honor señor Jensen — respondí con una sonrisa en mis labios que dejaba ver los dientes.

Nos dirigimos a la pista de baile y comenzamos a movernos a ritmo de "summer" de Calvin Harris que sonaba por todo el lugar.

Las luces y el humo artificial inundaban todo el recinto al igual que la música.

Hubo un instante en que me giré y me encontré con los ojos de Marco. Esos ojos que pueden engatusar a cualquier y más aún en la forma en la que me estaban mirando.

La verdad no se hace cuantos años no salía a bailar. Creo que la última vez que fui a una discoteca fue cuando me gradué de la preparatoria.

Marco le devolvió esa vida a la vida que llevaba.

Estábamos bailando muy tranquilamente cuando vi que su mirada se posó en algo o alguien específico detrás de mí.








MARCO.

Esta mujer me trae loco. Definitivamente me voy a casar con ella. Es la mujer más maravillosa de este mundo.

La forma en la que mueve su cadera dejaría a cualquiera hipnotizado y como su pelo se mueve de un lado a otro.

Miré mi reloj digital de muñeca, eran exactamente las 11:11 pm, estabamos en medio de la pista de baile de él club, ya habíamos tomado dos o tres copas de nuestra bebida y bailado unas siete canciones.

abrazados uno con el otro, cuando de repente siento esa sensación que todo ser humano siente cuando alguien lo está observando.

Levanté mi mirada y me encuentro con lo que Menos me quería encontrar en este mundo.

"Mierda, me encontró" pensé para mí mismo mientras se desenvolvía en mi mente millones de recuerdos, así como una película. Recuerdos que no quería en mi vida.

Todo a mi alrededor se tornó oscuro, incluso Andy desaparece, solo estamos ese personaje y yo. Solo estaba frente a mi ese engendro del diablo.

— Cariño, ¿todo bien? — preguntó Andy sacándome de ese infierno.

— Si cariño — respondí aún con la mirada fija en aquella persona. — Deberíamos irnos. Ya es tarde y mañana hay trabajo.

Ella me miró algo confundida pero luego asintió con su cabeza - Si, concuerdo contigo cariño. Vámonos.

Lo bueno que había en tener la membresía en el club es que solo anotan lo que tomaste esa noche y después te pasan una cuenta a nombre tuyo.

Tomamos un taxi y dejé a Andy en su departamento.

Seguí en el taxi y llegué a mi casa a unas pocas cuadras de donde vivía Andy.

Cuando llegué desajusté un poco la corbata, me pasé la mano por mi pelo, desordenándolo un poco y me tiré boca arriba sobre el sofá de la sala.

No podía ser posible. Me había encargado muy bien de hacer las cosas de manera que jamás me volviera a encontrar.

No había dejado ninguna pista, ninguna cosa con la que pudiera relacionar lo que hice. Es imposible que me haya encontrado.

Pero se lo que vi y sé a quién vi. Esa persona que atormentó mi adolescencia. Quien se encargó de hacerme mi vida un maldito infierno y esa mirada desafiante que siempre había tenido.

Me senté en el sofá, tomé mi celular y llamé a mi madre desesperado. Necesitaba escuchar que estaba bien: sana y salva.

Al tercer bip de él teléfono contesta.

— Si, ¿Quién es?

— Gracias al cielo estas bien.

— Hijo ¿Qué haces llamando a esta hora? Es casi media noche. — preguntó mi madre algo confundida.

— Solo quería asegurarme que estuvieras bien mamá — dije intentando sonar tranquilo, aunque no lo estaba. En cualquier momento podría pasar cualquier cosa.

— ¿Por qué no lo estaría hijo?

— No lo sé. Una corazonada que tuve. Buenas noches mamá.

— Marco. ¿Tu estás bien? — preguntó ella con ese amor de madre.

— Si mamá, yo estoy bien. Solo que te extraño y.... últimamente he tenido pesadillas y me haces falta. — respondí con sinceridad a medias.

Era cierto lo de las pesadillas, pero más que extrañarla, quería mantenerla a salvo.

— Cariño. Sabes que te quiero muchísimo y no te preocupes por mí. Estaré bien.

— Bueno mamá, no te quito más tiempo de dormir. Que descanses.

— Tu también cariño. Que duermas bien. Te quiero.

— Yo también mamá — y colgué.

Tomé un largo respiro y exhalé de manera que me dejara caer los hombros.

"Te quitare lo que más te importa en tu vida de mierda Antony Rogers."

Vuelve esa frase a mi cabeza una y otra vez. Pero tenía que tener en cuenta que ya no tenía una sola carta en juego.

Llegaba a tocarle un pelo a Andy y la historia cambiaría en giro de 360 grados. Despedazaría pieza por pieza a ese infeliz.

¿me merecía su amenaza? Quizás sí, es probable que me lo merezca por haber sido un cretino y cometer tal atrocidad, pero no pretendía que alguien que no fuera yo pagara por eso. Jamás lo permitiría.

11:11 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora