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Habían pasado tres meses desde la muerte Eddie. Y él había comenzado a verlo por todas partes.

Recordó aquella vez que creyó verlo en lo que alguna vez fue Benny's Burguers.

En otra ocasión lo "vio" en Zona De Guerra. O creyó verlo.

Y una última vez cerca del parque de remolques. Pero en un pestañeo, Eddie desaparecía. 

Eran casi como ilusiones o delirios. Quién sabe. Tantas batallas y monstruos tal vez lo habrían dejado un poco trastornado.

Dudaba mucho en decirle a sus amigos, probablemente lo tomarían por loco, aunque después de batallar contra Demogorgones, Demodogos, Demobats, El Dezuellamentes y Vecna podría llegar a haber una pequeña posibilidad de que le creyeran, pero ¿Ver gente muerta? eso ya era otro nivel, y más aún después de ver con sus propios ojos al fallecido. 

Todos habían visto morir a Eddie, todos habían visto su cuerpo. Dustin había sido testigo de cómo los Demobats mordían y destrozaban su cuerpo. 

Si les decía que el susodicho se le presentaba todas las noches, no le creerían en absoluto. 

—Steve ¡Steve! —la voz de Nancy lo sacó de sus pensamientos, trayéndolo de regreso al sótano de los Wheeler. 

—Sí, lo siento ¿Qué decían?

—Estábamos discutiendo quien cuidara de Max esta noche —Robin se encargó de ponerlo en contexto. 

—Oh, ya. Yo puedo hacerlo si lo desean, no tengo nada que hacer esta noche —se ofreció, necesitaba alejarse un poco de su casa vacía, de su habitación, de su propia cabeza y que mejor que hacerlo cuidando a Max.

Su dulce y rebelde Max. Maxine. MadMax. A pesar de que ella había sido la cuarta elegida de Vecna, había peleado y había sobrevivido gracias a la ayuda de Once, quien la había protegido valientemente desde la distancia dentro de la mente de la pelirroja. 

A consecuencia del ataque de Vecna, Max había obtenido varios huesos rotos, ambos brazos y piernas, además de que había quedado parcialmente ciega. Durante el primer tiempo luego del ataque de Vecna había estado en coma farmacológico, para luego ser despertada y operada reiteradas veces, pero estaba viva y eso era lo que importaba. Estaba viva y junto a ellos.

—Bien, entonces irás a cuidarla tú durante la noche y luego Robin te relevará por la mañana —le informó Nancy. 

—Está bien. Me parece bien. Iré a casa a recoger un par de cosas y me iré al hospital. Nos vemos chicos.

Se despidió de todos y salió de la casa Wheeler. 

Llego a casa 20 minutos después, como siempre su casa estaba completamente vacía. No había ni rastro de sus padres. 

En una bolsa metió varios libros, se les había hecho costumbre ir y leerle a Max mientras estaba en coma por lo que ahora, aunque estuviera despierta, iban a cuidarla y a leerle. También guardo una pequeña patineta de juguete, de esas que se podían usar con los dedos, el médico había recomendado que, ahora que ya no veía como antes, Max comenzara a desarrollar y profundizar el resto de su sistema sensorial y que mejor que mejorar su tacto con uno de esos juguetes. 

Partió al hospital cuando apenas el reloj marcaba las 8 p.m. y llego justo a tiempo para relevar a Susan, quien tenía turno nocturno en la cafetería. 

La saludo con una sonrisa y entró en la habitación. 

Max estaba recostada en la cama, sus brazos y su pierna derecha ya estaban libres de los molestos cabestrillos y férulas pero su pierna izquierda aún continuaba inmovilizada. 

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