|Capítulo 8|

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—Porque no me dijo de inmediato... vamos, cambiase de ropa, los llevo al hospital, no perdamos tiempo ... —habla con cierto nervosismo.

—Señor, no es necesario. Es más tarde iré al hospital, Matt duerme, no quiero interrumpir su sueño, él está mejor. Además, usted tiene compromisos en su trabajo —anhelo mi cielo se encuentre bien, lejos del peligro, por lo menos espero posean delicadeza y paciencia con mi bebé. Debería pedirle ayuda a mi jefe, es alguien con poder, pero él no tiene ninguna responsabilidad conmigo, yo debo defenderme con mis propios medios, de que su ayuda sería muy valiosa, es algo con obviedad, estoy siendo una tonta en toda la extensión de la palabra. Pero no sería apropiado, tampoco quiero meter al seño Enzo en problemas con los Clark. Quiero recuperar a Matteo del depender de nadie.

—Está actuando con argullo, Marie. Es por su hijo, mi trabajo puede esperar —elevo las cejas, sin creen lo escuchado. Es señor, es muy entregado a su trabajo, cuando se encierra en su estudio en el pent-house, hago lo menos posible de ruido, su trabajo es muy sagrado.

—No es nada de lo que supone, mi hijo debe descansar para ir al doctor, Matt se encuentra mejor, solo quiero prevenir cualquier cosa...

—¿Segura? —intento mantener una postura serena para no delatarme.

—Si, señor... ahora si me disculpa debo descansar, así estoy decente en el hospital —el señor Enzo mantiene una mirada inquisidora en todos mis gestos.

Es grosero en demasiada echar indirectamente a mi jefe, pero no aguantare tantas preguntas. O que le dé por pedir ver a Matteo, toda mi mentira se iría al caño, quedaría mal vista delante del señor. Eso puede ser mi despido si me descubre por mentirosa, y no puedo darme la calamidad de quedar sin empleo cuando requiero de dinero para un abogado. Porque si busco a mi hijo hoy, Dereck continuara con su dichosa demanda de igual modo. De paso no lo dejare como si nada, la demanda por sustracción de menores va.

El señor suspira con aires de vencido.

—Bien, le creeré. Jamás dude en decirme, si me necesita. A pesar del poco tiempo junto a usted, la aprecio. Estoy para usted y su hijo —declara con honestidad. Un revuelo de culpa me carcome por mentir, pero no se puede dar marcha atrás —. Búsqueme si me necesita, por favor.

Toma mi rostro, sostenemos la mirada durante unos cuantos segundos. El señor Enzo, planta un beso firme en mi frente. Atolondrada quedo por esa imprevista acción. En mi vientre y pecho crece una sacudida, como si algo aleteara por dentro. Los vellos de mi piel se alteran, y los latidos de mi corazón afligido aumentan de velocidad.

»Hasta mañana, si lo también precisa de mañana intente avisarme.

Con ello se va.

Una cálida conmoción en el pecho vibra en mi pecho.

***

—Marie, desgastaras el piso. Cálmate nos atenderán enseguida...

—Te ruego no me pidas calma —Alicia rueda sus negros ojos. Tenemos media hora en el ministerio público, en espera de que nos atienda. Hace media hora una secretaria nos dijo que nos atenderán pronto. Eso pronto me parece eterno.

Ansío ir a recuperar a mi hijo. Pero este proceso lento me enerva.

Posterior se fue el señor Enzo, me duche deprisa, de paso solo comí una rebanada de pan integrar y medio vaso de jugo de limón y, eso fue a la fuerza con las amenazas de Ali, no poseo apetito.

Al estar nuevamente con mi hijo, regresare a mi sensatez.

Percibo el sonido de unos tacones, enfoco mi atención en la mujer que viene a nosotras, es la misma que nos atendió media hora atrás. Con un rostro apenada se planta delante nuestro. Parpadeo confundida por su visible expresión. Mal augurio se instala en mí.

—Señoritas, lo siento en nombre del procurador. Le surgió un improvisto de último minuto, por ende, no las podrá recibir. Disculpen por hacerles perder su tiempo...

—¡¿Cómo?! —exaltada me incorporo de mi antes asiento —. ¡No pueden hacernos esto! ¡Media esperando como tontas para que salga con eso! —Alicia me arrastra lejos de la mujer, quien ahora cambio su gesto de pena a terror.

—Intenta relájate, la señorita no tiene culpa de nada para que le grites de ese modo. Con tus gritos lo único que conseguiremos, es no saquen de aquí, contrólate y piensa en Matteo.

—Comprenda señorita, son circunstancian que se salen de nuestras manos...

—Por favor, no me hagan esto —digo con un sollozo —. Se lo ruego, es urgente ver al procurador. O alguien más que no sustituya... —sin una autoridad de alto mando, estoy atada de manos, para presentarme en esa casa de nuevo debe ser con un fiscal enviado por el ministerio público, ellos son los encargados de la sustracción de menores. Ir a ese lugar sola, es atenerme a que el maldito de Dereck llame otra vez a la policía o me envié a sus matones.

—Lo lamento, pero no podremos atenderlas hoy —retira la mujer con pesar en su voz. Ella se va sin darnos un razón obvia.

—¡Como que no! Acaso mis derechos no valen. ¿Por qué me niegan sin razón realizar mi denuncia? ¡Se supone son ustedes que validan nuestros derechos! —impotente es poco para cómo me siento. No justo esto que suceden conmigo. En menos de 24 horas las adversidades se adueñaron de mi vida. ¡Por Dios no soy una mala persona! ¡No merezco esto!

Creí tendría una vida tranquila, junto a mi cielo y mi amiga. Lejos de esa realidad se hallaba aquel pensamiento, lo estoy aprendiendo de manera dolorosa. Sin cohibirme dejo fluir mis lágrimas.

—No veo una respuesta lógica, para justificar no atendernos... —dice Alicia con incredulidad —. Vamos Marie, luego regresaremos...

—Quedemos, debe haber alguien que nos reciba —pido esperanzada.

—Mejor es irnos. Seguiremos en nada si continuamos acá en espera. Buscaremos un abogado que nos guie en este caso. Camina, por favor y digas nada —derrotada acedo a caminar.

Dentro de mi sube una sospecha de que alguien sobornó o amenazó al procurador por ello se niega a recibirme. No razonable esa actitud. Ojala este equivocado por con mi duda, eso quiere la parte esperanza de mí.

***

Fuerza, mucha fuerza.

Es lo que requiero para aguantar este caos. Extraño demasiado a mi cielo, una asfixia entrelaza mi alma por su ausencia, en cualquier momento desfalleceré por no saber las condiciones de mi bebé. Buscare vigor de donde no tengo, por mi Matt debo mantenerme en pie. Porque lo recuperare sí o sí.

Suena el timbre del departamento.

Quisiera no abrir, sin embargo, debo. Alicia no se encuentra, se fue al trabajo, no tuvimos tiempo de ir a conseguir un abogado. Su jefe le regalo solo 2 horas de retraso. Por ello me encargare yo de ir a encontrar uno, no puedo depender de Ali en todo.

Paso mis manos en mis rostros cansado. Con pasos cortos llego a la puerta, un señor de un traje gris de 2 piezas es lo que me recibe.

—Es usted, Marie Harrison —asiento despacio. Extiende un sobre. Dudosa lo tomo —. Es una demanda en su contra por la custodia del menor Matteo. Es todo con permiso... —petrificada permanezco.

¿Enserio? ¡Tan rápido me demando!

Estrujo es sobre entres mis manos. Los problemas me caen como una avalancha, no me dan tiempo a procesar uno, cuando otro más se le suma con el doble de peso.

Mantengo una postura serena, aunque por dentro arda de rabia y dolor. Tomo el pomo de la puerta para cerrarla, pero aquello no frustra por una mano.

—Tiempo sin vernos, Marie.

—Señora Clark...

¿Qué busca la madre de Dereck en mi casa? 

Enzo Vitale |Vitale 1|Onde histórias criam vida. Descubra agora