Dalina se sienta abanicándose con las manos.

-Dios mío... -me froto las sienes tratando de calmar el martillo en mis sienes que está buscando que me suicide.

-Hay otra persona que se lo puede quitar, capitán.

Trago con fuerza enfrentándome a la cara de la hechicera, que me mira impasible. Esta mujer ha tomado mucha resiliencia últimamente.

-¿Quién?

-Marino Tártaro. -comenta sentándose enfrente mía. -Es un hechicero muy poderoso desde hace tiempo. Es una tortuga ancestral, tiene doscientos años pero su magia sigue siendo conocida y poderosa.

-¿Dónde se encuentra? -pregunta Dalina separando su cuello de la ropa para airearse.

-En la Isla Esmeralda, casi a las afueras del país.

-Me niego a mandar a los tripulantes tan lejos otra vez. -farfullo.

-Pues es la única opción, las brujas séptimas no quedan y las sextas viven escondidas desde que su magia se criminalizó -dice-. Así que, usted decidirá. -se levanta de la silla. -Lo dejo descansar, debe asimilar esto y necesitará fuerzas para lo que, de nuevo, se le viene encima. -me da una sonrisa ladeada antes de desaparecer por los pasillos del barco de nuevo.

x

Dakota.

No se atreve a mirarme a la cara; esa maldita perra no me mira a la cara. Han pasado dos días desde que encontré a esa vagabunda encamada con Jason.

<<Se tira a mi marido y no es capaz de mirarme a la cara.>>

Gilda se acerca oliéndome las ideas.

Necesito desquitarme, esa ramera se merece el escarmiento que le hace falta para que se centre en limpiar y no en levantarme el marido.

-Estate quieta que te conozco. -farfulla la ama de llaves.

-Se está acostando con mi marido. -siseo iracunda. -Se merece un escarmiento.

-Dakota, que te estés quieta. -musita. -Tu marido está haciendo diligencias; ha desaparecido un miembro de un partido político y está ocupado, no le des más trabajo, te lo suplico.

-Yo puedo valerme sola y no darle trabajo ni nada a nadie. -digo enfadada. -Estoy molesta porque ahora solo la veo saltando sobre mi esposo...

La ama de llaves se gira del fregadero y golpea la mesa con las manos, exaltándome.

-Sí se han acostado es porque los dos quieren. -me regaña. -Asume que el rey no te quiere de una vez. ¿No ves que no la ha despedido?

Sus palabras retumban en mi cerebro durante unos segundos pero me recompongo contestando:

-Sí me quiere, el único problema es esa zángana persiguiéndole y provocándole -siseo en voz baja justo antes de levantarme. -. Ahora le voy a dar el regaño que se merece.

-¡Dakota, no!

Salgo corriendo hacia la mujer que plancha ropa, abalazándome sobre ella, llevándonos la tabla y la plancha al suelo.

-¡Maldita zángana! ¡Mosquita muerta!

La tomo del pelo moviéndola contra el suelo. Sus cabellos rubios se revuelven en lo que la muevo contra el suelo, golpeándola en la parte de atrás de la cabeza.

-¡Dakota!

La ama de llaves se acerca tratando de separarme de la sirvienta que no deja de cubrirse, sin embargo, no me ataca.

MAR DE CORAZONES ✓ [MAR 2 ©]Kde žijí příběhy. Začni objevovat