CAPÍTULO II

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— Ya se durmió —

Joyce llegó hasta el comedor de la sala empujando la silla ligeramente para sentarse, vio a su hijo con las manos juntas tomando la taza de té trayéndole aquella sensación de bienestar en el corazón de poder volver a ver esas escenas que tanto extrañaba observar. Will podría estar algo más alto, con su rostro menos infantil y con un corte de cabello ligeramente distinto al que llevaba antes de irse a la universidad, pero Joyce aún podía ver a ese pequeño niño de ojos grandes, tímido y risueño que recordaba.

— ¿Por dónde quieres empezar? — dejó salir la mayor de los Byers.

— La que sea más rápida de explicar estaría bien — respondió Will, después de dar un sorbo de su té.

— Lo supe hace poco, fue en un examen de chequeo que me hago todos los años, tú sabes, — pausó unos segundos — es cáncer de mamas. Los doctores no dejan de decirme la suerte que he tenido de encontrarlo en un estado tan temprano, la próxima semana me harán una operación para extraerme parte del pecho izquierdo y luego cuando haya cicatrizado y me haya recuperado lo suficiente comenzaré con un tratamiento de radioterapia en el hospital. —

Will miró a su madre se notaba decidida, calmada, firme en cada una de sus palabras, Will admiraba demasiado a la mujer frente a él y con el tiempo que pasaba sólo lograba sorprenderlo aún más, le impresionó como esa mujer había podido criar a dos hijos casi ella sola y se preguntó cómo es que ninguno de los dos era ni la mitad de fuerte que ella.

— ¿Cómo te sientes? — Will estiró una de sus manos siendo sostenida inmediatamente por la de su madre.

— Ahora... mejor, los primeros días fueron difíciles, temí, lloré, tuve mucha ira, pero luego de eso sólo determinación

— No dejaré que esto me gane, no dejé que esos extraños monstruos le hicieran daño a mi familia, esta vez no será diferente. — Sonrió Joyce

— No dejaremos que te gane — Will apretó la mano de su madre entregándole su cariño en el agarre — sólo me hubiese gustado que me hubieses dicho cuando te enteraste — añadió.

— Quería hacerlo, pero hay cosas que no son fáciles de decir por teléfono. Tú tenías tu vida allá, tu tiempo estaba dedicado en conseguir esos empleos, no quería que me odiaras por interponerme entre tus...

— Mi único deseo es que mi mamá esté bien, ningún empleo tiene la importancia cómo para dejarte sola en esto y además jamás podría odiar a la mejor mamá del mundo — finalizó levantándose de la silla y cubriendo la cabeza de su progenitora entre sus brazos.

— Debería llamar a Nancy para agradecerle, me hace feliz que a pesar de que ya no esté con Jonathan se preocupe por mí — Joyce soltó en una sonrisa a la que Will correspondió mientras el castaño tomaba la silla frente a ella porque aún quedaba otra cosa de la cual su hijo tenía dudas.

— Yo igual debería hacerlo, me estuvo consolando por más de media hora en el teléfono, por cierto... Teresa es una niña bastante tierna ¿Hace cuanto que soy el tío Will? — Will enarcó una ceja y Joyce desvió su mirada hacía la cocina como si quisiese esquivar esa pregunta.

— No hace mucho, un par de meses — dijo — es hija de una de las chicas con las que trabajo toda su familia murió en un accidente, era una chica muy buena y la niña no tenía ningún familiar y hablé con protección social para ser su tutora legal y si, Teresa es una niña muy tierna— terminó por añadir.

— Mamá — suspiró, mientras se acariciaba el entrecejo con una de sus manos — estoy haciendo un esfuerzo enorme para procesar todo ¿sabes? — volvió a suspirar Will.

Of Memories, Dreams and Hopes || BylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora