CAPÍTULO II

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— Nada más de secretos por favor, así que lo que tengas que decir te pediría que me lo dijeras ahora mismo —

Will miró a su madre entrecerrando sus ojos, mientras que Joyce otra vez volvió a desviar su mirada por una segunda vez, el castaño conocía demasiado bien a su madre como para saber que todo lo que le contó es algo que ella haría, y no podría molestarse con eso después de todo él amaba a su madre tal y como es y no existe algo que quisiera cambiar, y tan bien la conocía que también supo por su lenguaje corporal que tal vez esas no serían las únicas sorpresas que la matriarca Byers le iba a entregar.

— Nada más de secretos — terminó por decir, cerrando sus ojos en medio de una sonrisa; una señal inequívoca para el menor que hay algo más que su madre aún no le dice.

— Será mejor que me vaya a dormir, tengo turno en la mañana y debo dejar a teresa en la guardería — Joyce se levantó de su asiento y dio un pequeño beso sobre la coronilla de Will — bienvenido a casa y buenas noches —

— Buenas noches, mamá. — respondió, acariciando con suavidad las manos de su madre.

Tras lavar la taza que ocupó se dirigió a su habitación, entró procurando no caerse con algún bulto de sus cosas que aún no terminaba por desempacar, sin el ajetreo de la tarde pudo por fin tirarse sobre el colchón, la sensación era tal como lo recordaba en el techo aún estaba la misma grieta, en la pared de la izquierda aún habían unos dibujos que había dejado pegados, su cuarto de Hawkins era mucho más grande que el que tenía en nueva york y el nuevo espacio le produjo un escalofrío, Will sabía de sobra que no se iba tener que preocupar por las colchas en su cama y que no iba a pasar frío durante la noche.

Hizo sonar sus nudillos un hábito que llevaba realizando mucho tiempo después de que se sentía cansado o después de terminar alguna de sus pinturas.

Su pensamiento se detuvo en la nueva integrante de la familia, la pequeña niña de ojos grandes y cabellos color marrón que cada vez que se giró a verlo parecía inspeccionarlo con la mirada o al menos eso le pareció a Will, una chica dulce, de mirar soñador y probablemente muy ajena al tema de sus padres, notó que le hacía caso a todas las cosas que su madre le decía y a pesar de que en su presencia aún no emitía demasiadas palabras era bastante enérgica, Will pudo notar aquella ilusión de su madre de tener una hija o al menos una nieta cosa que el castaño veía bastante alejado debido sus problemas y a que Jonathan no estaba preparado aún para pisar tierra firme.

Ahora era tío, la noticia lo tomó de sorpresa, no ocultaba que le hacía bastante ilusión y quizás esa pequeña niña sería aquella luz de esperanza que necesitaba él y su madre para alegrar la estancia y hacer más relajado todo lo que estaba por llegar.

Su mirada se detuvo sobre su mesa de noche, específicamente en un marco de madera que protegía cuidadosamente una fotografía, su boca se torció en un una sonrisa dándose cuenta que antes de bajarse del bus ya tuvo el mismo pensamiento, sus cuatros amigos riendo a la cámara llevando los overoles café de los caza fantasmas, decidió que la próxima vez que Lucas y Max volvieran a Hawkins se las enseñaría y entre esos sentimientos de nostalgias surgieron un par más que obligo a Will a quitar sus ojos de la foto y mirar hacía la pared.

No tenía que adentrarse mucho a su cabeza para saber el porqué de esa reacción, llevaba demasiado tiempo sin ver el rostro de Mike, demasiado tiempo después de que pasó gran parte de su vida observándolo, mirando cada detalle cómo su nariz se arrugaba cuando algo lo molestaba, la forma en que su cabeza se giraba como si fuese un ave cuando algo lo tomaba por sorpresa, recordó en ese instante el gracioso debate entre él y Max sobre porque Mike era más un ave que una rana mientras el resto del grupo reía y Mike escondía su rostro bajo una almohada.

Apretó sus ojos y negó con su cabeza, esperaba que para ese tiempo ya se hubiese solucionado que sus sentimientos por Mike se hubiesen diluido con el pasar de los años, pero al ver esa foto se sintió como ese mismo adolescente que huyó de Hawkins cuando su amor no fue correspondido y su corazón había terminado roto, no podía seguir pensando en su ex mejor amigo de la misma manera, a su cabeza debió haberle quedado claro cuando él y Once se casaron, pero al parecer por mucho que su cabeza intentara hacérselo ver una parte de él que no controlaba aún no recibía el mandato de olvidarse de Mike Wheeler, además ya no estaba, nadie sabía dónde estaba y estaba seguro que había dejado el pueblo para buscar Once cómo si fuese una hermosa historia romántica en donde el chico busca el amor de su vida e intenta cumplir su promesa de estar juntos hasta que la muerte los separe.

Ese último pensamiento dolió más de lo previsto y frente a su fragilidad del momento, y que todo su interior estuviese inestable por la enfermedad de su madre y el cambio incierto que iba a tomar su vida sus ojos se humedecieron y en esa misma cama Will volvió a llorar por Mike Wheeler cómo lo había hecho cuando recién comenzaba a darse cuenta de sus sentimientos por él.

— Tienes veintidós años Will Byers y aún no lo superas— se dijo a sí mismo y limpió una lágrima que cayó por su mejilla.

Decidió dar por cerrado el tema Wheeler al menos por ese día y cerrado las cortinas, poniéndose el pijama y metiéndose a la cama dejó que el cansancio y el nerviosismo acumulado hicieran lo suyo y lo dejaran durmiendo apenas cerrara sus ojos.

***

Jamás imaginó que reorganizar su cuarto y sus cosas le tomaría todo el día, su madre debía estar por llegar del trabajo y aún tenía dos grandes bolsos con materiales de pintura que no supo donde dejar y estaba decidiendo que tan necesario era tener ese espacio determinado para los sweaters, pensó en comprar más ganchos para la ropa y colgar gran parte de ellos a pesar de todas las réplicas de su madre de "la lana no se cuelga o pierde su forma" pero por muy grande que fuese esta nueva habitación sintió que era más difícil de organizar que la otra.

Will se tiró a la cama dándose por vencido por ese día, se dijo así mismo que se iba tomar esa semana completa para ordenar sus cosas, aclimatarse una vez más en Hawkins, dar unas cuantas vueltas por el pueblo antes de comenzar la tarea más difícil a sus ojos, encontrar un trabajo, supo apenas al llegar que mantener la vida de artista en el pueblo sería imposible, no habían muchas personas interesadas en el arte, no hay lugares para exponer sus pinturas y cómo tampoco existía un museo sus opciones se redujeron bastante, en caso de tener suerte conseguiría algún trabajo de cajero, o atendiendo algún negocio local y él estaba dispuesto a emprender en un nuevo oficio si fuese necesario pese a que sabía que no es lo más idóneo para él.

Nunca fue alguien tan extrovertido con el resto de sus amigos, se prometió no pensar en Mike, pero cualquier tema termina brincando al chico de cabellos negros — es Hawkins— se repitió mentalmente, Hawkins abre el baúl de recuerdos y por supuesto que en ellos se encuentra una de las personas más importante para Will, su primer amigo, su primer compañero, su primer amor.

Will rodó sobre las colchas, fue difícil hacer amistades en la universidad y hasta eso no puede decir que salió del todo bien, tuvo suerte de la necesidad de uno de sus compañeros por encontrar alojo y tuvo suerte de que sus comportamientos se adecuaran al otro, pero de ahí a decir que era un gran amigo no, no lo era, no existe en la vida de Byers alguien con quien compartir esa otra cara de él, ya no, no después de lo mal que salió la última vez.

Sus oídos captaron el sonido de la puerta abriéndose y la voz de su madre anunciando su llegada, Will dejó sus pensamientos fatalistas de lado y caminó para recibir a su familia, agradeció haber echo la cena antes de que llegaran. Will notó que el cielo ya estaba oscuro y que necesitaba encender las luces de la casa.

Con lo primero que se encontró fue con unos pequeños brazos que corrieron a abrazarlo y aferrarse a sus piernas y aunque lo tomó por sorpresa correspondió el afectuoso recibimiento acariciando el cabello de Teresa.

— Bienvenida pequeña — habló mostrando sus dientes y arrugando sus ojos en una sonrisa.

— Tío Will— alcanzó a entender el castaño, recibiendo entre sus manos una hoja de papel en donde la niña lo dibujó a su madre, a él y a ella.

Su pecho se sintió cálido, más parte de esta nueva familia que nunca, Will sintió sus ojos humedecerse y antes de comenzar a sollozar decidió que era mejor agacharse para rodear con sus brazos a la más pequeña de la familia Byers.

Of Memories, Dreams and Hopes || BylerTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang