—¿Que paso? —pregunto mientras refregaba uno de sus ojos.
—¿Vamos a una joda? —le pregunté y ella negó mientras miraba la puerta de su habitación.
—Apenas me dejan salir a comer con ellos, no quiero arruinarlo otra vez —me respondió Tori mientras cubría sus brazos por el frío.
—Bueno, mi vida, no pasa nada —le dije y ella me sonrió. Me acerque para darle un beso.
—Voy a tratar de convencer a mi viejo para que me deje de salir tres veces por semana —dijo Tori mientras me daba otro beso de despedida —nos vemos mañana, si es que vas al colegio…
—te prometo que voy, espérame con un paquete de pepitos. —le dije y ella asíntio mientras comenzaba a cerrar su ventana.
—Trato, mañana te veo, dy —la ví cerrar la ventana y cortina por completo. Solté un suspiro de enamorado y después me di la vuelta para seguir mi camino hasta la casa de Melina.
Al llegar ví a varios conocidos del colegio y a otros que ni siquiera sabía quiénes eran. Abrí una latita de cerveza que me ofrecieron por ahí y me la mandé de una.
Sentí que gritaron mi nombre, me di la vuelta y me encontré a Melina.
—¡Dylancito, viniste! —la escuché gritar mientras se acercaba y me daba un beso muy cerca de los labios. Ignore eso ya que de seguro está muy borracha para darse cuenta.
—Feliz cumpleaños, vieja de mierda —le dije y ella me sonrió coqueta mientras me agarraba de la mano y me llevaba hasta el patio.
—Acá están los chicos, quédate que ya vengo —dijo Melina y asentí. Mire a mis compañeros de curso y algunos conocidos del curso de Melina.
—¿No vino Vicki? —pregunto Nicolás mientras aparecía junto a Tomás.
—Deja de romper las pelotas, no vas a conseguir nada con ella —le dije y el hizo una mueca.
—¿Estás seguro de eso, Masa? —pregunto en un tono retador, lo miré mal y asentí.
En eso llegó Melina y nos sonrió a todos.
—Ay, vamos a bailar Dylan, este tema me encanta —dijo Melina y yo negué.
—No, bancame un toque que tomo algo más —le dije y ella negó mientras me tironeaba del brazo.
—Dale, no seas gato —dijo Melina mientras me llevaba hasta dentro de la casa.
—¡Que no se entere victoria nomás! —escuché a Tomás gritar.
No estaba haciendo nada malo, ¿No?
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Victoria Echeverría
Me subí al auto de mi "papá" con rapidez, acomode mi mochila bien para que el termo con té no se vuelque. La persona que más odio en el mundo comenzó a manejar hasta el colegio, a mitad de camino se me dió la valentia de hablar.
—Pa, quería preguntarte algo… Más bien proponerte algo —le dije y el me miró de reojo.
—¿Que querés? Habla —dijo volviendo su mirada al volante.
—Que me dejes salir tres veces por semana, lunes, martes y viernes… Por favor —le pedí y el me miró de reojo de nuevo. Note su mala mirada sobre mi.
—¿Y vos qué harías a cambio? —dijo y yo sentí que podría tener esos tres días para mí.
—Ayudar a mamá en la casa y en los días que no pueda salir los aprovecho para estudiar —le dije y el soltó un bufido.
—Lo voy a pensar, victoria —me dijo mientras paraba el auto fuera del colegio. Estaba por bajar del auto cuando lo escuché hablar. —Si traes una nota alta hoy capaz te deje…
—Bueno, muchas gracias —le dije mientras cerraba la puerta y comenzaba a caminar hasta la entrada del colegio. Iba con una sonrisa, estaba segura de que tendría esos tres días para mí.
Entre a mi curso y dejé mi mochila sobre mi asiento, después de eso salí y me metí al baño para arreglar un poco mi pelo. Mientras me miraba al espejo note que la chica con la cual Dylan había hablado ayer entro al baño.
—Hola…—la saludé con una sonrisa. Ella no respondió y se metió a un cubículo.
Algo en ella había llamado mi atención, ella traía puesto el buzo que Dylan me había prestado la otra vez que me quedé en su casa.
Tal vez sea solo una confusión o Dylan se lo paso como me lo presto a mí… Tal vez.
Salí del baño y volví al curso, espere a que Dylan llegara pero este nunca llegó. Tocó el timbre y saque el termo con las galletitas para desayunar, lo había preparado para dy pero como no había asistido me lo tomo yo.
