Negué con la cabeza divertida y alcé mi brazo para que no pudiera alcanzarla. Él gruñó a modo de respuesta y yo solté una carcajada.

Resignado, dejó de intentar hacerse con la gorra y entramos por la puerta de la cafetería. Esperamos nuestro turno para coger nuestra comida y nos sentamos en la mesa que siempre solíamos compartir mi mejor amiga y yo y en donde habíamos compartido tantos momentos y experiencias a lo largo de los años de instituto.

Echaría de menos aquello cuando terminara el curso y tuviera que irse a la universidad.

— Maggie — salí de mi ensimismamiento y miré a mi hermano, que sostenía sonrisa y se estaba levantado del asiento lentamente. Le miré con curiosidad y resolvió mi duda:

— Tengo que ir un momento al baño — asentí mientras echaba un vistazo a nuestro alrededor para ver si Amy ya había llegado.

— No tardes, las chicas están al llegar.

Él asintió y caminó con calma fuera de la cafetería.

Unos minutos más tarde, localicé a Amy a su hermana pequeña en la cola de la barra de la comida esperando ansiosas su turno. Me localizaron con la mirada y me saludaron con la mano. Les asentí con la cabeza y unos minutos más tarde ya estaban sentadas a mi lado.

Amy me preguntó qué tal estaba y cómo me había ido mi última clase de la mañana. Omití contarle la situación extraña que había vivido con Alexander y me limité a responderle que todo bien y que quería irme a casa porque estaba realmente cansada.

Estaba a punto de preguntarle qué tal le había ido a ella cuando Alice nos interrumpió:

— ¿Dónde está Byron? — giré mi cabeza hacia la voz de la hermana pequeña de mi mejor amiga y me quedé quieta por unos instantes.

Mi hermano se había ido al baño hacía unos...

¿Cinco?

Tal vez... ¿Diez minutos?

Negué con la cabeza y miré mi reloj. 

Byron se había ido al baño hacía veinte minutos y aún no había vuelto.

— Ha ido al baño — contesté con poca seguridad mientras me debatía internamente entre si ir a buscarle o quedarme sentado esperándole.

— Llevamos casi quince minutos aquí contigo — aseguró mi amiga. Yo bebí un poco de agua y traté de tranquilizarme —. ¿Cuánto tiempo lleva en el baño? ¿Está bien?

Asentí con la cabeza tragando saliva y respiré profundamente. No me consideraba una hermana sobreprotectora o paranoica porque le pudiera pasar algo a mi hermano en cualquier momento, pero sí que me estaba comenzando a resultar un poco extraño que estuviera tardando tanto.

¿Y si le había pasado algo?

Me habría avisado, ¿no?

Mis dudas y el nerviosismo que comenzó a surgir en mi interior me impidieron quedarme quieta y empezar a comer tranquila. Miré la bandeja de comida de mi hermano y me levanté sin previo aviso de la mesa, dirigiéndome a los baños más cercanos a los que supuse que habría ido.

Estaba tan decidida en llegar a mi destino que ni siquiera reparé en que alguien estaba siguiéndome y me había cogido del brazo. Me giré bruscamente y me solté de su agarre, observándole con atención mientras intentaba descifrar qué quería y porqué me había parado.

— Hola Mag, ¿cómo estás? — cuestionó intentando ser amable e ignorando mi reacción.

—Bien, ahora tengo algo de prisa — me limité a responder, no dándole pie a que me dijera algo más. Tenía prisa y tampoco quería mantener una conversación con él después de lo había pasado esta mañana en clase —. Hablamos luego, Alexander.

Oscura SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora