La mañana antes del juego.

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El jueves prácticamente no vió a Eddie en todo el día, de hecho, no vió a casi ninguno del Hellfire club, supuso que estaban demasiado ocupados mejorando sus tácticas o consiguiendo un integrante medianamente bueno. Así que comió su almuerzo en el césped, bajo el sol y disfrutando el silencio, prestó atención a sus clases y aprovechó los cortos recesos para anotarse en algún club para el próximo semestre.

Durmió una corta siesta, cuando se despertó tomó un baño bastante largo para luego arreglarse sus uñas, nutrir su cabello, escuchar música y finalmente escribir la carta a su papá. Su mano fluyó por arte de magia, contaba cuán emocionada estaba por la universidad, le habló sobre Eddie, de hecho, la gran parte de la carta hablaba de él, le contó sobre el juego, sobre cómo las cosas con su mamá parecían estar en perfecto estado, y finalmente volvió a hacer las mismas preguntas, ¿por qué no me buscas? ¿Cuándo sabré algo de ti? ¿Me extrañaras como yo lo hago? Te amo papá, no importa que suceda siempre te estaré esperando". Lloró, después de unas largas semanas se permitió llorar, se permitió sentir todo el dolor que acumulaba, se permitió recordar, se permitió soltar hasta que su cabeza dolió, se permitió dejar ir una parte pequeña de todo lo que aún guardaba para luego irse a dormir dejándole la cena hecha a su mamá.

Ahí estaba la mañana del viernes, apenas eran las seis de la mañana cuando abrió sus ojos, observando el techo de su habitación, ¿a qué hora habrá vuelto su madre? ¿habrá cenado? ¿iría Eddie hoy al colegio? ¿Qué le diría a Chrissy y Jason sobre el juego? Bueno, honestamente dudaba que alguno de ellos notara su ausencia. En completo silencio decidió levantarse de su cama y dirigirse al baño, donde abrió la canilla del agua caliente dejando que corriese unos minutos para luego llenar la bañera.

Colocó unas gotas de esencia corporal de vainilla en el agua, dejó en la estantería su crema corporal de frambuesa junto a su perfume y su labial, en una silla pequeña que estaba junto al lava manos dejó un pantalón ancho color rosa pastel y la clásica remera de tiras blancas junto a la ropa interior. Se hundió en la bañera cerrando sus ojos, se quedó allí unos minutos, honestamente no sabía cuántos pero si sabía que aguantaba demasiado la respiración bajo el agua, finalmente cuando sus pulmones le suplicaron ella levantó la cabeza y procedió a bañarse.

Se quedó allí un rato bastante largo, hasta que el agua se enfrió, para luego salirse y terminar de alistarse.

En el comedor su madre la esperaba en bata, waffles sobre la mesa con caramelo y granola con frutos rojos. Por la sonrisa en su rostro y sus pintas le fue fácil adivinar que era su día de franco, hizo un pequeño puchero al notar que no lo pasaría con ella como lo había habitualmente.

Desayunaron entre risas, aquella mañana su madre estaba de muy buen humor, le deseó suerte en su día y le deseó suerte a Eddie en el juego, obviamente le dijo a su hija que le diera un beso en la frente por ella, logrando que la rubia se sonrojase al imaginarse aquello.

Subió al autobús con su sonrisa, saludando al chófer y dirigiéndose al fondo, ignorando las malas miradas del grupo de porristas. Tomó asiento junto a un muchacho moreno que se notaba a kilómetros que estaba nervioso, observaba fijamente a una pelirroja a varios asientos de distancia, frunció su ceño molesto ante la ignorancia de ella.

El bus iba repleto de estudiantes con sus uniformes, banderas apoyando al equipo, caras pintadas, el ambiente era tan feliz, la mañana antes del juego era tan feliz sin embargo ella no podía dejar de sentirse rara, con miedo, aquel cosquilleo en la punta de sus dedos, completamente incómoda.

perdón es que estoy en una crisis universitaria y tengo que preparar cuatro finales para antes del quince de julio.

DAISY DAISY ~ Eddie Munson Where stories live. Discover now