El deseo de todo eso ardía tanto en su interior que le invadió la necesidad de ponerse en marcha para hacerlo realidad. Sabía lo que tenía que hacer.

Ya era hora.

***

—Dios, Yibo —, dijo su agente al teléfono. —¡Es casi medianoche aquí!

—Lo sé. Aquí también lo es. Sólo estoy en Shenyang, ya sabes.

—¿Pasa algo?

—No. No exactamente. Iba a esperar hasta que estuviera de vuelta en la ciudad, pero no quiero esperar.

—¿Esperar qué? Espera... ¿Qué carajo? ¿Después de todos estos años me vas a...?

—No —, dijo Yibo rápidamente. —No estás despedido, Haikuan. Nada de eso. Por supuesto que no.

—¿Y entonces?

Yibo se sentó en el banco del vestuario vacío del gimnasio del hotel. No tenía ni idea de cómo iba a redactar esto. Como de costumbre, su cerebro había tomado una decisión repentina y él iba a seguirla.

—Estoy pensando en hacer un anuncio.

—¿Un anuncio? ¿Qué, te retiras? Yibo, aún te quedan años...

—No. Eso no. Un... anuncio personal.

Haikuan suspiró.

—Mira, Yibo. Es tarde. ¿Quieres ir al grano?

Yibo echó un vistazo al vestuario una vez más, por si acaso. Estaba solo.

—Soy gay —, dijo, por primera vez.

Se hizo el silencio.

—¿Haikuan?

—Te he oído. Dame un minuto.

—Claro.

Más silencio. Entonces Haikuan exhaló con fuerza.

—Muy bien. Eres gay. Lo tengo. Ahora dime que no es eso lo que quieres anunciar.

—Lo es.

—Yibo —, dijo Haikuan con cansancio. —No. No puedes hacer eso.

—¿Por qué no?

Haikuan realmente se rió.

—¡Sabes por qué no!, ¿De verdad tengo que explicártelo? ¿Sabes cuántos jugadores están en fila para aceptar tus acuerdos de patrocinio? ¿Crees que ahora no voy a pelearme con el agente del puto Lin Jiao por esta mierda? Solo eres el segundo mayor rompecorazones del equipo en estos días, y eso no va a mejorar a medida que envejezcas. Ahora mismo, tienes que aprovechar todo lo que puedas. Estás en tu mejor momento y eso no va a durar. Una lesión, otro...

—Lo sé. Lo entiendo —, dijo Yibo escuetamente.

—Sólo digo que no hay razón para alejar a los patrocinadores y a los aficionados. No cuando hay tantas otras formas de hacerlo que no puedes controlar.

—Lo entiendo —, dijo Yibo, —Pero creo que algunas cosas son más importantes que todo eso.

—¿Más importante que todo aquello por lo que has trabajado toda tu vida?

—No lo sé. Tal vez —. Yibo estaba un poco menos seguro.

—Muy bien, déjame intentar otro ángulo: ¿Has pensado en lo que un anuncio como este podría hacerles a tus compañeros de equipo?

—¿Hacerles?

—¿Crees que no sería raro para ellos? Sabiendo que eres, ya sabes...

—¿Qué? ¿Mirarlos en el vestuario? No lo hago.

S5.Where stories live. Discover now