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Aidan Gallagher:

—Y pues mí hijo está buscando una secretaria para su empresa —Dijo mí papá.

—Vaya —Hablo el señor Hargreeves—. Tú hijo es muy inteligente, que gusto que ya tenga su empresa, todo un hombre de negocios.

A penas tengo 24, por Dios.

—Sí... Aunque ninguna de las que se entrevistaron me llama la atención —Dije algo estresado pues ya quería una secretaria, no es fácil hacer todo el trabajo solo.

—Luego encontraremos a alguien digna, hijo —Mí papá vio a su socio—. ¿Y cómo está número ocho?

¿Número ocho?

Fruncí el ceño confundido y vi al señor Hargreeves.

—Mi hija esta bien, aún no sabe cómo usar bien sus poderes pero al menos lo intenta.

¿Hija? ¿Este viejo aún la pone? 

Espera, ¿¡Poderes!?

—Vaya, ¿dónde está? Hace mucho que no la veo, debe de estar grande.

—Hace más de 10 años, ahora la llamo. Pogo, ve a traer a número ocho.

Voltee mirando al simio gigante, este ya no me sorprendía sabía que era uno de los experimentos del señor Reginald del cual mí padre me había hablado.

Conocía a pogo desde que era un bebé, no lo veía hace mucho pero no me daba miedo.

Pogo se fue y nos dejo solos, de nuevo.

Bajo después de tiempo con una chica muy linda, pero sobre todo sexy.

Tenía un uniforme, la falda hacía que se marcara su cintura y caderas.

Relamí mis labios mirandola, era tan caliente...

Su cara era linda, al igual que su cabello, pero sus senos y trasero me despistaban un poco.

Disimule mi interés dejando de mirarla.

—¡Ocho! Niña, estás gigante, ya eres toda una señorita —Exclamó mí papá.

Ella solto una risita pequeña, era una risa muy linda.

—Gracias —Hablo su dulce voz.

Mí papá la abrazo enfrente mio mientras yo aún la observaba sentado.

—Él es mí hijo, se llama Aidan —Dijo mirándome—. Aidan, ella es número ocho.

Extendí mí mano para estrecharla con la suya.

—Un gusto, soy Aidan Gallagher.

Ella tomo mí mano, era muy suave, me encantaría que tocase otra parte de mí cuerpo.

Sonrio de lado —El gusto es mio, soy ocho pero me dicen T/n.

Asentí y solté su mano.

Ella guardo su delicada y suave mano detrás de su falda juntandola con la otra.

Su pecho sobresalió en cuanto puso sus mannos detrás.

Sonreí de lado coquetamente y ella se ruborizó.

Mis encantos actuan rápido, se nota.

Suspiré mirándo a mi padre.

—Ahora que lo pienso... Ocho ah tenido los estudios necesarios para der una secretaria... —Mi padre miró a su socio—. Reguinald...

—No lo sé, ocho es un elemento fundamental en las misiones.

Mí padre suspiró frustrado.

—Esta bien, además no creo que ella quiera trabajar aún... ¿O si?

The Other Woman|Will always cry herself to sleepDonde viven las historias. Descúbrelo ahora