HeeSeung estaba a su lado sacándole fotos y saludando a su campeón antes de ver cómo los niños se perdían por el pasillo.

Ambos volvieron al auto viendo las fotos que habían tomado y ver a JungWon con una sonrisa enorme poniendo estados en todas sus redes sociales, etiquetándolo y presumiendo a su familia como se debía.

─Que bueno que se te pasaron los nervios ─habló el pelinegro parando en un semáforo─ Creí que te iba a tener que llevar al hospital o algo como hace unos años.

─No soy tan débil ─respondió el rubio─ ¿Además, me vas a decir qué tú no estabas nervioso?

─Lo estaba, realmente lo estaba ─dijo sincero mostrando una de sus hermosas sonrisas─, pero si tú lo notabas o DongHee se iba a contagiar y quería mantenerlo tranquilo. Por suerte pude hacerme cargo de los dos.

JungWon se quedó callado viendo el perfil de su marido al conducir, estaba tan pacífico que realmente no se esperaba aquella respuesta, ni siquiera había notado los nervios de HeeSeung, era realmente un pilar fundamental para ellos tres.

Era el mejor padre y el mejor esposo que pudo pedir.

Al llegar a casa JungWon entró corriendo buscando la comida de HeeSeung y su maletín, seguía siendo lunes y un día productivo, él también tenía trabajo y a las dos debía ir a buscar a DongHee a la escuela entonces tenía que distribuir su tiempo con sabiduría.

─Que te vaya bien en el trabajo ─besó sus labios luego de pasarle todas las cosas.

Pero no se esperó que su esposo profundizara el beso poniendo una mano en su nuca y colando su lengua en su boca. De igual forma no se negó al beso, lo correspondió de forma lenta y al separarse sonriendo besándose una última vez antes de despedir con su mano a su marido.

Entró a la casa y una melancolía se apoderó de él al verla tan tranquila y vacía, era extraño, siempre estuvo con gente, demasiado tiempo con HeeSeung lo hizo acostumbrarse al sonido y el ruido, en especial de su voz y de baladas románticas de los noventa o más viejas.

Así que se acercó al reproductor y puso un disco de Bruno Mars. Las canciones empezaban a llenar el silencio y él tomó su notebook para hacer su trabajo.

Era periodista de un diario digital por lo que lo tenía que ir a una oficina o algo parecido, debía hacer las nota y acomodar las imágenes a su gusto para luego publicarlo. Ponerse al día no era complicado, los reporteros le mandaban textos, audios, imágenes y vídeos, su trabajo era recopilar todo de forma entendible y corta, agregar alguna diapositiva y publicarlo.

Luego de una hora de estar concentrado decidió pasar de la sala a su habitación, además que su computadora se estaba quedando sin batería. Mientras buscaba el cargador se encontró con su viejo diario de embarazo, aquel de tapa blanda roja donde había puesto una foto vieja de HeeSeung y él.

Al abrirlo la nostalgia y felicidad lo golpearon, sus pensamientos de esos años, lo inseguro que era al principio y como se fue enamorando de su pequeño súper héroe, las fotos de las ecografías, los dibujos, cuando decidieron el nombre de su bebé. Al llegar a una de las últimas páginas se encontró con lo que había escrito HeeSeung mientras le hacían la cesarea.

Sonrió al ver cada palabra, las pequeñas inseguridades de HeeSeung, su confianza, su amor, su deseo y anhelo de ser padre. Cuando menos lo notó sus lágrimas estaban cayendo directo al cuaderno.

Las limpió lo más rápido que pudo pero estás no dejaban de salir y decidió acostarse un momento. Abrazó con fuerza el cuaderno, se sentía tan vacío de repente, un cosquilleo le pasó por todo el cuerpo, en especial por el vientre, y respiró con dificultad enterrando la cara en la almohada.

pregnancy diary.Where stories live. Discover now