El chupón

5.8K 502 41
                                    

La cabeza me estaba taladrando, me dolía tanto que lo creía imposible. La noche con Cati había sido loca, divertida, y me había ayudado a olvidar un poco todo lo referente al trabajo, mi vida, todo.

Empecé a estirarme cuando me di cuenta de algo extraño, froté mis ojos tratando de ver con claridad.

¿Dónde demonios estoy?, me pregunté.

Miré a mi lado derecho y había un chico acostado boca abajo, cabello negro, tez blanca, musculoso… él estaba tocando mi seno.

Intenté quitar su mano con mucha delicadeza, pero él lo volvía a apretar. Miré en todas direcciones hasta que di con mi teléfono, estaba en la mesa de noche, no estaba lejos pero la mano del chico desconocido en mi pecho me dejaba algo inmovilizada. Respiré tranquila y traté de alejarme, quería salir de la manera más silenciosa posible, por Dios, ni siquiera sabía dónde estaba, si estaba en la ciudad o país correcto. Y, lo peor, la cabeza me daba vueltas.
Parece que en la noche me había pasado con los tragos mataría a Cati por dejarme hacer esta locura.

Acaricié  la mano del chico hasta que la aflojó y pude salir de la cama. Me quedé en puntillas, esperando y rogando que no se despertara. Lo vi moverse y aguanté la respiración, él volvió a la posición inicial y se quedó dormido de nuevo.

Tomé el teléfono, tenía cinco llamadas de Cati, dos llamadas de Sarah y un mensaje de voz de mi querido hermano.

Recorrí la habitación con la mirada, era elegante, grande y olía a sexo. Sí, definitivamente, habíamos tenido sexo era eso o solo mi imaginación me estaba atormentando por ser una loca cualquiera. También se podía sentir un olor a colonia fuerte y algo desagradable, caminé hacia una puerta que parecía dar al baño y entré.

Marqué el número de Cati y esperé.

—Nena, ¿dónde estás? ¿Qué tal estuvo ese adonis? —preguntó con un entusiasmo sorprendente, ¿cómo podía estar tan fresca y radiante? ¡Había bebido más que yo!

—Cati —susurré porque me dolía la cabeza si hablaba fuerte y no quería despertar al “adonis”—. Mi noche estuvo bien, gracias por preguntar, o tal vez debería decirte que no me acuerdo de nada, no sé dónde estoy, ni siquiera sé quién es este chico —dije angustiada.

Ella se carcajeó con descaro, alejé el teléfono de mi oído.

— ¿En serio no te acuerdas?

—Obvio que estoy hablando en serio.

—Lo siento, cariño, yo quise llevarte a casa pero insististe en irte con él —se excusó.

Suspiré. Tuve sexo con un chico ardiente y sexy y no recordaba nada, genial. Bueno nada importante, porque los recuerdos de nuestro encuentro empezaron a llegar a mi cabeza.

—Tienes que venir a buscarme  —pedí.

—Ali… —se quejó.

—Por favor, no sé dónde estoy. Por lo que me dices él me trajo, así que no tengo auto o dinero y llegaré tarde al trabajo y sabes que eso no puede pasar.

Todo se quedó en silencio antes de que ella contestara:

—Está bien, correcta Ali que no puede tomarse un día libre, activa el GPS, lo colocaré en el auto y veré dónde estás. Trata de salir como una puta —terminó de decir bromeando.

Al terminar de hablar activé el rastreador y todo lo que me quedaba hacer era esperar. Me miré en el espejo y me veía fatal, parecía una escoba usando maquillaje, el cual se había corrido dejándome con unos hermosos ojos de mapache y, oh Dios, tenía un chupón en el cuello, odiaba los chupones; estaba entre morado y violeta, una mezcla entre ambos. Me lo toqué y maldije. Nunca me había gustado tener esas marcas me parecían tan vulgar aunque dado los acontecimientos no era la persona más decente en este momento.

Jugando a Seducirte Where stories live. Discover now